By Redazione | 05/12/2025 18:10
Génova redescubre una parte olvidada de su patrimonio artístico con la vuelta a la luz de la Natividad de Jesucristo, espléndido cuadro del pintor holandés Mathias Stom, o Mathias Stomer (Amersfoort, c. 1600 - Sicilia, después de 1650), figura central de la escuela del siglo XVII influida por el naturalismo del maestro lombardo y de los pintores caravaggistas de Utrecht. Tras un año de análisis y trabajos de conservación, la obra, descubierta hace apenas un año, se presentó al público durante una visita a las etapas de los itinerarios temáticos "Belenes de Tradición" y "Belenes de Arte", en presencia de la alcaldesa Silvia Salis, el concejal de cultura Giacomo Montanari y los conservadores implicados. El acto marcó el final de un viaje que devolvió toda su legibilidad a una pintura que había permanecido al margen de la historia expositiva de la ciudad durante siglos y resurgió casi por casualidad en 2024 en el Convento de la Visitación de Génova.
El descubrimiento, que se produjo durante una visita de estudio del propio Montanari, historiador del arte, a los archivos de la Provincia de los Frailes Menores Franciscanos de Génova, atrajo inmediatamente la atención de los estudiosos por la evidente calidad de la pintura, a pesar de que su estado inicial estaba marcado por abrasiones generalizadas y lagunas cromáticas. La escena de laAdoración de los pastores, bañada en un intenso y recogido claroscuro, mostraba una fuerte coherencia con la producción madura de Stom, activo entre Nápoles y Sicilia en la primera mitad del siglo XVII. La intuición del investigador desencadenó una articulada investigación, llevada a cabo en los meses siguientes, que incluyó comparaciones estilísticas, búsquedas documentales y cotejos con obras similares conservadas en importantes museos italianos, y permitió así atribuir la obra sin ningún género de dudas al gran pintor holandés.
De hecho, las comparaciones obtenidas han permitido asemejar el lienzo genovés a algunas de las obras más importantes de Stom, entre ellas laAdoración conservada en el Museo Capodimonte de Nápoles, la del Palacio Madama de Turín y, sobre todo, laAdoración de los pastores de Monreale, con la que la similitud es especialmente llamativa. En este último caso, la figura de la Virgen aparece casi superpuesta, al igual que la de San José, y todo el esquema compositivo muestra claras similitudes en el tratamiento de la luz, la construcción de los drapeados y el modelado de los rostros mediante bruscas transiciones de la oscuridad a la luz. Elementos que han contribuido a confirmar la atribución a Stom y la probable ubicación cronológica en la década de 1740, periodo considerado entre los más significativos de su producción.
Paralelamente a la verificación estilística, la investigación de archivo ha permitido formular una hipótesis sobre la procedencia del lienzo, que se vincula al encargo del noble siciliano Giuseppe Branciforte Barresi, conde de Mazzarino y príncipe de Butera. Branciforte era un conocido coleccionista de la época y poseía varias obras de Stom, algunas de las cuales están documentadas en inventarios elaborados en Sicilia y Nápoles. En al menos un caso, se menciona unaAdoración de los pastores de dimensiones muy próximas a las de la obra genovesa, registrada en Nápoles hasta 1801, para desaparecer de los inventarios posteriores. La posible correspondencia entre el cuadro mencionado y el encontrado no puede confirmarse con absoluta certeza, pero representa una pieza importante para reconstruir su historia y comprender cómo la obra pudo llegar a Génova tras pasar probablemente por la colección del Príncipe.
La presentación de la Natividad al público representó un momento de especial importancia para la ciudad, que vuelve así a acoger una obra que se remonta a un artista muy querido en siglos pasados, pero que ahora apenas está representado en las colecciones genovesas. El propio Montanari destacó cómo el descubrimiento, que se produjo casi por casualidad durante una búsqueda dedicada a otros materiales, ha permitido restablecer un vínculo histórico entre Génova y Stom, una relación documentada por la presencia, en el pasado, de varios cuadros del artista en colecciones locales, hoy en gran parte dispersas.
"En veinte años de trabajo en la zona", afirma Montanari, "he aprendido esta sencilla ley: abrir bien los ojos con curiosidad y no dar nada por sentado. Mirar no es lo mismo que ver, y aprender a ver significa construir un acervo de conocimientos cada vez mayor, sin límites de tiempo ni de oportunidades, sin tener la presunción de 'haber visto ya' algo: como decía Venturi, hay que 'ver y volver a ver' para estar seguro de no haberse limitado a mirar. Por eso es importante un cuadro como el de Mathias Stom que presentamos hoy tras un año de restauración. Porque representa ese entrenamiento en ver, en no dejar pasar las cosas como un fondo desvaído, en profundizar en la historia de los objetos, porque también nos hablan de las personas. Y -creo- que el Nacimiento de Stom no es sólo un cuadro excelente o un hallazgo importante para la disciplina de la historia del arte. Es algo más, sobre todo porque es una pintura silenciosa. No es una obra ruidosa, en la que las telas arman jaleo, los rostros gritan, las luces arrasan la oscuridad. Su silenciosa grandeza, su sencilla terrenalidad encarnada en los rostros, las manos y los cuellos, su luz interior, sobrenatural, que aleja suavemente a los personajes de la insondable oscuridad del fondo, es también una advertencia: lo sagrado no puede ni debe ser una reivindicación gritada, brutal y trivial. Lo sagrado es encuentro, pausa, silencio. Es acallar el inagotable ruido del mundo durante un larguísimo instante de mirada al más allá. Por eso no se puede dejar de amar el arte del pasado: porque creamos lo que creamos y hagamos lo que hagamos, comprenderlo nos invita a reflexionar, a ponernos en la posición del oyente y no en la, demasiado a menudo cerrada al diálogo, del predicador invadido".
La restauración del lienzo, confiada a Elena Parenti y apoyada gracias a la contribución de Villa Montallegro, ha permitido reparar las lagunas y, sobre todo, recuperar el equilibrio lumínico típico del maestro flamenco, devolviendo profundidad a las figuras y legibilidad a la escena. El trabajo requirió un enfoque particularmente delicado, indispensable para intervenir sin alterar el material original, preservando las huellas de la técnica pictórica de Stom y permitiendo que emergiera el carácter meditativo de la imagen, dominado por la luz que emana del cuerpo del Niño, según una solución compositiva recurrente en la obra del artista.
El camino que condujo a la restitución pública de la obra también fue posible gracias a la colaboración de numerosos estudiosos y personalidades institucionales. Entre ellos, Riccardo Medicina desempeñó un papel decisivo en la apertura de los archivos de la Provincia de los Frailes Menores, mientras que Martina Leone coordinó la investigación llevada a cabo en Sicilia. Vincenzo Abbate contribuyó decisivamente en la fase de confrontación crítica, Paolo Triolo supervisó los aspectos analíticos de la investigación visual y Paola Martini, junto con el Museo Diocesano dirigido por Enrico Vassallo, garantizó la hospitalidad y el apoyo a todo el proyecto. La sinergia entre las distintas competencias permitió ahondar en aspectos aún poco conocidos de la historia del cuadro e insertarlo con mayor precisión en la trayectoria creativa de Stom.
Desde hoy, la obra se expone en las salas del Museo Diocesano de Génova, en pleno centro de la ciudad. Gracias a un acuerdo con los Frailes Menores, el cuadro permanecerá expuesto durante al menos dos años, ofreciendo al público y a los estudiosos la oportunidad de observar de cerca sus características estilísticas y los detalles recuperados con la restauración. El museo también ha anunciado su intención de lanzar una campaña de recaudación de fondos para apoyar nuevos trabajos de conservación, destinados a completar la recuperación de la obra y garantizar su mejor conservación a largo plazo.
La recuperación del Nacimiento de Stom representa para la ciudad una oportunidad de realzar su valor cultural y un ejemplo de cooperación virtuosa entre instituciones, investigadores, restauradores y la comunidad religiosa. La historia del cuadro, desde su descubrimiento fortuito en los pasillos de un archivo hasta su devolución al público, atestigua la importancia de la investigación del patrimonio oculto y el papel central de los estudios archivísticos en la recuperación de obras olvidadas. Un año después de su descubrimiento, Génova redescubre así un pedazo de su historia artística a través de un lienzo que combina la fuerza del claroscuro de Caravaggio, la delicadeza de la escuela flamenca y un viaje humano y científico que ha sacado a la luz una obra perdida hace mucho tiempo.