La escena tuvo lugar en Las Vegas, durante la Bitcoin Conference 2025. El evento, uno de los más sonados del sector de las criptodivisas, fue testigo de un momento surrealista: Justin Sun, empresario conocido por fundar la plataforma de blockchain Tron, entregó el plátano pegajoso, la obra Comedian de Maurizio Cattelan, al antiguo fundador del mercado digital Silk Road, Ross Ulbricht. Un gesto que recordaba tanto el universo del arte contemporáneo como el universo, a menudo opaco, de las finanzas descentralizadas. La obra en cuestión es el famoso plátano pegado a una pared, creado por Cattelan en 2019. Sun la compró en Sotheby’s Nueva York por 6,2 millones de dólares, una cifra muy superior a la estimación más alta de la casa de subastas , de 1,5 millones. La pieza, en sus primeras ediciones, se había vendido por 120.000 y 150.000 dólares durante Art Basel Miami Beach 2017, en el stand de la galería Perrotin. Ahora se encuentra en manos de Ross Ulbricht, exconvicto y protagonista de uno de los casos judiciales más emblemáticos relacionados con el uso de criptodivisas en la darknet.
Un vídeo publicado en X por la usuaria Elizabeth Olson documenta el momento de la entrega. Sun ofrece a Ulbricht una caja de regalo con un plátano pegado al cartón de su interior, un homenaje directo a la instalación conceptual de Cattelan. Cuando una voz en off le pregunta qué pasará con el plátano, dado su inevitable carácter perecedero, Ulbricht responde: “En una semana tendré que cambiarlo”. Sun responde a la broma con un comentario que intenta fusionar el arte y el léxico criptográfico: “Es un plátano descentralizado”.
Al fin y al cabo, la obra de Cattelan encaja perfectamente en el registro del arte conceptual. De hecho, el valor no reside en el objeto físico, que por su propia naturaleza está destinado a pudrirse, sino en la idea que representa. El propio Cattelan ha desafiado en repetidas ocasiones los límites del mercado y del sentido común, incluyendo materiales perecederos en sus obras y llevando el concepto de lo efímero hasta sus últimas consecuencias. El paralelismo con las criptomonedas, que desmaterializan el valor mediante códigos y redes distribuidas, ha sido planteado en varias ocasiones por comentaristas y críticos. En un discurso público anterior, pronunciado durante una rueda de prensa en el Hotel Peninsula de Hong Kong el 29 de noviembre, Sun ya había sido noticia por comerse el plátano de Cattelan. Es mucho mejor que otros plátanos", había declarado el empresario, según The Guardian.
El episodio de Las Vegas también sirvió para el regreso a la escena pública de Ross Ulbricht, autor de su primer discurso desde que salió de prisión. Hace diez años, había sido condenado a cadena perpetua por dirigir Silk Road, un mercado en línea donde se vendían drogas ilegales como cocaína, heroína y LSD. Descrito por los fiscales como “el rey de una empresa digital mundial de tráfico de drogas”, Ulbricht fue indultado por Donald Trump el 21 de enero, en el primer día completo de su nuevo mandato presidencial. Ulbricht, que llevaba una corbata roja en homenaje al propio Trump, arrancó los aplausos de sus partidarios en el mundo de las criptomonedas, donde algunos le siguen considerando un pionero de la libertad económica. Anteriormente también había lanzado una colección NFT basada en sus propios diseños, con el objetivo de recaudar fondos para su causa y para apoyar a familiares de otros presos. El encuentro entre Ulbricht y Sun es sólo una de las piezas de un entramado de relaciones entre finanzas descentralizadas y política, en el que el arte contemporáneo parece insertarse como elemento simbólico. Sun es, de hecho, uno de los mayores inversores en la empresa financiera vinculada a la familia Trump, World Liberty Financial. Invirtió 30 millones de dólares en el proyecto el mismo mes que compró el plátano de Cattelan. Según Bloomberg, esta inversión conllevaba directamente un pago mínimo de 15 millones de dólares a la familia Trump, tal y como estipulaba la “carta de oro” de la empresa que regía sus condiciones.
Según el Wall Street Journal, Sun compraría más tarde tokens adicionales por valor de 45 millones de dólares, convirtiéndose así en el principal respaldo de la moneda. Antes de su intervención, la empresa se describía como un fracaso a gran escala. Su llegada cambió la percepción del proyecto, aportando nueva liquidez y visibilidad. Paralelamente, Sun sigue siendo investigado por la Securities and Exchange Commission (SEC), que presentó una demanda contra él en 2023. Se le acusa de haber ofrecido y vendido valores de criptodivisas sin autorización, de haber manipulado el valor de su activo mediante prácticas de “operaciones de lavado” y de haber orquestado una campaña promocional en la que participaron famosos, entre ellos Lindsay Lohan y Jake Paul, sin revelar el carácter remunerado de la promoción. Sun rechaza todas las acusaciones. Según otras investigaciones del Wall Street Journal, Tron, la plataforma fundada por Sun, fue utilizada con frecuencia por actores criminales para la transferencia de fondos ilícitos. A pesar de ello, Sun sigue participando en actos oficiales. El pasado jueves participó en una cena para inversores de Trump coin en el club de golf del presidente en Virginia. Trump también estuvo presente, y el New York Times publicó una lista detallada de los asistentes. Ni Justin Sun ni Ross Ulbricht respondieron a las peticiones de comentarios de la prensa especializada. Maurizio Cattelan tampoco hizo declaraciones, aunque se contactó con él a través de un portavoz de la galería Gagosian, donde celebró su exposición más reciente en Nueva York.
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