En Milán, entre las geometrías del neoclásico Palazzo Melzi di Cusano, el espacio de diseño sartorial Casa Conte se transforma en una galería de arte donde lo antiguo y lo contemporáneo se dan la mano. Durante todo el año 2025, el refinado piso acogerá un proyecto expositivo sin precedentes: las obras de Lucio Fontana, maestro indiscutible del arte del siglo XX, conviven con obras maestras antiguas seleccionadas por varias importantes galerías internacionales.
El proyecto, nacido de la colaboración entre la Casa Conte, la galería ginebrina De Jonckheere, Brun Fine Art y Lucas Ratton, no se limita a la simple exposición de obras de arte, sino que pretende redefinir la forma en que arte y diseño dialogan en el espacio habitado. El arte se convierte así en parte integrante del entorno, enriqueciendo sus volúmenes y su narrativa visual, en una puesta en escena que combina el asombro sensorial con la reflexión sobre el tiempo, la materia y la belleza.
El alma del proyecto reside en la presencia de obras de Lucio Fontana, artista símbolo de la ruptura con la pintura tradicional y fundador del movimiento espacialista. Sus famosos lienzos recortados, los Conceptos Espaciales, representan no sólo un gesto icónico, sino una apertura física y conceptual hacia el espacio, el vacío y el infinito.
En el interior de la Casa Conte, estos cortes se injertan armoniosamente en ambientes ya fuertemente marcados por el refinamiento del diseño, creando una tensión visual y poética entre materia y ausencia, entre gesto moderno y decoración antigua. Una yuxtaposición que pretende encontrar una sorprendente coherencia narrativa con el mobiliario y las demás obras expuestas. El homenaje a Fontana se completa con dos cerámicas de los años cincuenta, testimonio de la versatilidad del artista y de su íntima relación con la materia.
El diálogo con el arte contemporáneo está flanqueado por la impresionante presencia de obras seleccionadas por Brun Fine Art, galería internacional de referencia en escultura y mobiliario antiguo. Objetos con un fuerte poder evocador, como el jarrón y pedestal de pórfido rojo de Roma, resultado de un ensamblaje de diferentes épocas que recuerda las fantasías arqueológicas de Piranesi, enriquecen el espacio con sugerencias históricas y simbólicas. Junto a esta pieza, el jarrón de pórfido con cabezas de carnero, también romano y del siglo XVIII, encarna la continuidad del arte clásico a través de los siglos, con una clara referencia al poder imperial y a la erudición renacentista.
La exposición se enriquece con otras joyas artísticas como la Torlonia Centrotavola, placas de bronce dorado del siglo XIX que celebran el zodiaco y el ciclo del vino. Encargadas por la histórica familia aristocrática romana, se atribuyen a Charles Crozatier, refinado artista del bronce francés conocido por su habilidad para combinar estética y función. Cada plato es una narración esculpida que transmite una imagen precisa de la cultura y el gusto del siglo XIX. También hay esculturas como el busto de un joven príncipe Antonino, del siglo XVII, que se hace eco del tipo Borghese con una precisión estilística conmovedora. Una escultura que lleva el recuerdo de la Roma imperial y el de las colecciones aristocráticas europeas. Igualmente importante es el sátiro de rojo antiguo, alegoría del placer dionisíaco esculpida con ligereza e ironía, reflejo de la estética neoclásica y anticuaria del siglo XIX.
Refuerza la dimensión escultórica de la exposición el Retrato de Antonio Canova firmado por Raimondo Trentanove en 1822. El artista, alumno y colaborador directo del maestro veneciano, realiza aquí un homenaje de fuerte valor documental y artístico, derivado del célebre autorretrato de 1812. Trentanove transmite toda la nobleza de Canova, inscribiéndose en la tradición neoclásica con sobriedad y respeto. Le sigue el Busto de Afrodita de 1848, firmado por Jean Baptiste Fossin, célebre escultor y orfebre del París postimperial. Esta escultura de mármol de Carrara combina la pureza formal del arte grecorromano con una delicada introspección, demostrando la habilidad de Fossin para tratar el mármol con suavidad e intensidad emocional. Una obra que sintetiza clasicismo y sentimiento, encajando perfectamente en el itinerario expositivo de la Casa Conte.
La exposición se enriquece aún más con la selección de obras de arte tribal comisariada por la Galería Lucas Ratton, que añaden una estratificación temporal y cultural más a la narrativa visual del espacio. Máscaras y esculturas de culturas no europeas establecen un diálogo nada sorprendente con la estética occidental, subrayando cómo el arte, en todo tiempo y lugar, surge de una necesidad universal de expresión. Este enfoque curatorial pretende evitar la fácil estetización de lo exótico, subrayando en cambio la fuerza del contraste y el poder evocador de materiales, rostros y rituales lejanos.
La Casa Conte no se limita a exponer arte, sino que quiere integrarlo en su esencia. El proyecto, apoyado por la marca Conte, pretende ser la expresión de una filosofía de vida que ya no separa lo cotidiano de lo estético, la funcionalidad de la inspiración. La yuxtaposición de obras antiguas, contemporáneas y tribales forma parte de una visión en la que cada elemento contribuye a construir una narrativa sofisticada, estratificada y vibrante. Por tanto, esto pretende ser mucho más que un piso de diseño: es un verdadero oasis cultural, donde arte y mobiliario se unen para restaurar una idea de belleza que nunca es un fin en sí misma, sino que siempre está vinculada a un pensamiento, un recuerdo, una historia.
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| Milán, el espacio Casa Conte propone una forma de vivir bajo el signo del arte y el diseño |
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