¿Qué está pasando en Alinari? La situación de la empresa y lo que podría ocurrir con el archivo histórico


La agencia Alinari, la agencia fotográfica más antigua del mundo, está en crisis: esto es lo que podría ocurrir con el archivo histórico.

Estos días, el mundo del patrimonio cultural anda revuelto por la suerte que podría correr elarchivo histórico Alinari: el pasado 30 de mayo, la SISF - Società Italiana per lo Studio della Fotografia (Sociedad Italiana para el Estudio de la Fotografía ) lanzó también un llamamiento a las instituciones “para salvaguardar el futuro del patrimonio fotográfico más importante de Italia, incluso mediante iniciativas encaminadas a devolverlo cuanto antes a la colectividad, revalorizarlo y hacerlo de nuevo utilizable”. De hecho, Alinari ha vendido su sede de Largo Alinari, en Florencia, a un particular que probablemente obtendrá de ella pisos: la agencia fotográfica (la más antigua del mundo aún en activo: fue fundada en 1852 por Leopoldo, Giuseppe y Romualdo Alinari) tendrá que desalojar los locales antes del 30 de junio. Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto?

Todo tiene su origen en la crisis económica que atraviesa la empresa desde hace tiempo: Alinari ya estaba en dificultades en 2013 y ya entonces se hicieron llamamientos a las autoridades y al ministro de Bienes Culturales, que entonces era Massimo Bray, para evitar el traslado de las colecciones: los recursos de entonces estaban firmados por ilustres firmas. La empresa había tranquilizado entonces al entorno, pero ahora la crisis parece irreversible y la venta de la sede histórica servirá para consolidar las finanzas. No solo eso: en agosto, Alinari también cerrará su AIM - Museo de la Imagen Alinari en Trieste, que tenía menos de tres años de vida (el museo había abierto en octubre de 2016). La empresa lamenta que no haya llegado ningún apoyo del ayuntamiento de Trieste: “la imposibilidad absoluta de colaborar con el ayuntamiento en términos constructivos no nos permite continuar”, subrayaba hace unos días en TG3 Claudio De Polo, presidente de Alinari desde 1984. Sin embargo, el alcalde de Trieste, Roberto Dipiazza, no quiere responsabilidades y ha declarado que la de Alinari es una iniciativa privada y que el riesgo empresarial corresponde a la Fundación y no al Ayuntamiento, subrayando que ha ayudado a Alinari de diversas maneras. La exposición sobre Maurizio Frullani será, por tanto, la última del Museo de la Imagen Alinari.



La de Trieste, sin embargo, no es más que un episodio al margen de una crisis más amplia. “Alinari, como todas las empresas que trabajan en el sector de la concesión de licencias de imagen”, explica De Polo a The Art Newspaper, “trabaja en un mercado muy difícil en el que los derechos a menudo no se reconocen económicamente, sobre todo en el sector multimedia”. Con la venta de los locales, sin embargo, elarchivo histórico, compuesto por cinco millones de objetos, desde daguerrotipos del siglo XIX hasta imágenes digitales, desde libros (más de 26.000 en total) hasta cámaras fotográficas (unas mil), también tendrá que encontrar un hogar. Se trata de una de las colecciones fotográficas más importantes del mundo, y ha sido notificada por orden del Ministerio de Cultura.

La notificación, que impide cualquier dispersión, no prohíbe, sin embargo, que el archivo sea retirado de la vista del público. De momento, se sabe que las obras serán trasladadas a un centro de conservación de alta tecnología gestionado por una empresa especializada, Art Defender. Para De Polo, se trata del “mayor traslado de fotografías del mundo”. Un patrimonio tan impresionante que en cualquier caso se descarta la hipótesis de que sea adquirido por un particular. Los objetos“, dejó entrever De Polo, permanecerán almacenados ”hasta su traslado definitivo“ a una institución pública ”donde puedan ser vistos, mostrados y apreciados". La pregunta, sin embargo, es si habrá alguien que compre la colección, que en 2008 fue valorada en 138 millones de euros por el fotógrafo e historiador de la fotografía Italo Zannier.

Y luego está el problema de los empleados: de momento las actividades de Alinari continúan (de hecho, la empresa no cerrará), pero hay sombras sobre el destino de los 23 trabajadores de Fratelli Alinari I.D.E.A., cuyos puestos de trabajo, según los sindicatos, que han expresado su preocupación, están en peligro. De Polo, sin embargo, tranquiliza, haciendo saber que Alinari siempre necesitará la experiencia de los profesionales que trabajan para la empresa, aunque, según declaró al diario La Nazione, “su futuro está ahora ligado al plan económico en previsión del acuerdo”. De hecho, la Región de Toscana se ha movilizado para evitar posibles despidos: al margen de una mesa redonda celebrada en Florencia a principios de junio, la consejera regional de Cultura, Monica Barni, subrayó que la institución comparte la gran preocupación de los trabajadores. Por otra parte, la Región también podría figurar entre los posibles compradores de la colección: Barni declaró asimismo que la Región se compromete a “proseguir las verificaciones necesarias para llegar lo antes posible a la adquisición del patrimonio archivístico de los Alinari. Estamos trabajando en ello junto con el Ministerio de Bienes Culturales, del que esperamos una respuesta, que debería llegar en breve”.

El Ayuntamiento de Florencia también podría figurar entre los compradores: “Estamos, como Ayuntamiento de Florencia, extremadamente preocupados por el futuro de Alinari y de una de las colecciones de fotografías más importantes del mundo”, declaró el alcalde de Florencia, Dario Nardella. “Por eso, tras consultar también a mis oficinas, podemos anunciar que estamos dispuestos a adquirir la colección fotográfica junto con la Región de Toscana”. Nardella propuso entonces poner a disposición del archivo, gratuitamente, un inmueble de valor histórico-artístico en el centro de Florencia, y se comprometió también a crear las condiciones para salvar todos los puestos de trabajo. Las negociaciones siguen su curso y por el momento no se sabe más.

En la foto: el edificio que alberga la sede de Alinari en Florencia. Foto Crédito Francesco Bini

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