El Castillo de Moncalieri (Turín) se enriquece con una nueva exposición permanente que transporta a los visitantes a la intimidad de la corte saboyana del siglo XIX. A partir del 7 de junio de 2025, las habitaciones delApartamento de Víctor Manuel II y su consorte María Adelaida acogerán una fascinante ambientación que evoca las costumbres de la mesa nobiliaria, entre porcelanas, platería y dulces de alabastro.
Realizado en colaboración con el Ayuntamiento de Moncalieri y la Asociación “Amici del Real Castello e del Parco di Moncalieri” (Amigos del Real Castillo y del Parque de Moncalieri), el proyecto titulado Desayunos reales y marañas blancas devuelve vida y narrativa a las estancias del Comedor y de la Sala de Recepción, también conocida como “Sala del Convegno” (Sala de Conferencias). Dos lugares que, gracias a una cuidada distribución, vuelven a reflejar el esplendor de una época y la vida cotidiana privada de un soberano que prefería la intimidad familiar a la pompa de la corte.
Las habitaciones que figuran en la nueva exposición no son nuevas en la historia de la corte de Saboya. A principios del siglo XIX, durante el reinado de Víctor Manuel I, estas habitaciones formaban parte del Apartamento de las Princesas. Aquí vivieron dos de sus hijas, Marianne y María Cristina, ambas con matrimonios dinásticos que estrecharon los lazos entre las casas reinantes europeas.
Marianne se casó con Fernando I de Austria en 1831, mientras que María Cristina, proclamada beata en 2014, se casó con Fernando II de las Dos Sicilias. A lo largo de las décadas, las habitaciones sufrieron transformaciones que reflejaron la evolución del gusto, culminando en los años 50 con una refinada renovación de Domenico Ferri. El artista boloñés renovó los interiores al estilo del Segundo Imperio, inspirándose en el París de Napoleón III, con especial atención a la sensibilidad artística de María Adelaida.
La nueva puesta en escena del Comedor es un homenaje tanto estético como histórico. La mesa está compuesta por platos de cerámica con motivos fitomórficos azules sobre fondo blanco, copas de cristal, cubiertos y bandejas de plata -fruto de recientes adquisiciones- junto con dos candelabros dorados de cuatro brazos con figuras de putti, parte de la colección original del castillo.
La exposición no sólo fascina por la riqueza de los materiales y el cuidado de los detalles, sino que también invita a reflexionar sobre los hábitos alimentarios reales y los cambios en el ceremonial de la mesa. Del servicio “a la francesa”, en el que todos los platos se presentaban al mismo tiempo, se pasó gradualmente al servicio “a la rusa”, con una sucesión ordenada de los platos, como se sigue utilizando hoy en día.
Durante el siglo XVIII, el momento de la comida, antaño una ceremonia pública cargada de significación política, fue adquiriendo un carácter más reservado. Con Víctor Manuel II, esta transformación se realizó plenamente: el rey, notoriamente reacio a los almuerzos oficiales, prefería comer en compañía de unos pocos íntimos -familiares y funcionarios de confianza- en el silencio y la discreción que sólo Moncalieri podía ofrecer.
La Sala del Convegno, o sala de recepción, acoge una segunda mesa, dispuesta con tazas de chocolate y té y dulces de alabastro de Volterra. Es la ocasión de explorar otro momento crucial de la jornada cortesana: el de los desayunos y meriendas, rituales que combinaban convivencia y refinamiento.
Entre los símbolos infalibles de esta parte de la exposición se encuentran los gianduiotti, dulces nacidos en Turín a principios del siglo XIX como respuesta a la escasez de cacao provocada por el bloqueo económico impuesto por Napoleón. El chocolate se transformó así en una especialidad totalmente piamontesa, fruto del ingenio y la resistencia, convirtiéndose rápidamente en el icono repostero de la región.
Enriquecen aún más la exposición, hasta el domingo 6 de julio, las instalaciones de Matilde Domestico, artista que desde hace años investiga el tema de la taza como objeto cotidiano y metáfora universal. Sus obras, colocadas en las mismas salas, establecen un diálogo poético con los espacios y con la ritualidad de beber y compartir.
En cerámica o porcelana, enteras o reducidas a fragmentos, las tazas de Domestico hablan de una fragilidad sólo aparente, capaz de resistir al tiempo y cambiar de forma sin perderse. Las composiciones aparecen como esferas monocromas, esbeltas columnas o instalaciones en precario equilibrio, abriendo nuevas visiones de lo cotidiano.
Entre ellas destaca un vaso de papel titulado Bring me the sunset in a cup, inspirado en un famoso verso de la poetisa Emily Dickinson. Un homenaje a la gran escritora estadounidense y al mismo tiempo una anticipación de la futura colaboración entre el Castillo de Moncalieri y la Fortaleza de Gavi, prevista para 2026, con motivo del 140 aniversario de su muerte.
Con la inauguración oficial el sábado 7 de junio, la nueva exposición de cuadros se convierte en parte integrante del recorrido permanente de los visitantes por el interior del Apartamento de Víctor Manuel II y María Adelaida. Una oportunidad única para acercarse a la historia de la dinastía Saboya a través de los objetos y rituales de la vida cotidiana, en un equilibrio perfecto de belleza, memoria y sugestión.
En cambio, las instalaciones de Matilde Domestico permanecerán abiertas hasta el domingo 6 de julio. Se puede acceder a todo el recorrido todos los viernes, sábados, domingos y festivos de 10.00 a 18.00 horas (última entrada a las 17.00 horas). La reserva, aunque no es obligatoria, se recomienda encarecidamente para garantizar una visita tranquila y con la debida atención.
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El Castillo de Moncalieri dedica una nueva exposición a la mesa real |
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