El Consejo Italiano ha llenado un vacío histórico en el panorama cultural italiano


El Consejo Italiano, instrumento público creado para promover el arte contemporáneo, demostró inmediatamente un gran potencial y permitió realizar proyectos que, de otro modo, habrían quedado sólo sobre el papel. En el futuro, deberá seguir evolucionando. Intervención de Marcello Smarrelli.

El Consejo Italiano ha llenado un vacío histórico en la escena cultural italiana, acercándose a modelos ya consolidados en el extranjero y contribuyendo significativamente a reducir la brecha con las realidades europeas. Creado también gracias al Memorando de Entendimiento entre el MiBACT, bajo la dirección del entonces ministro Dario Franceschini, y el Comitato Fondazioni Italiane Arte Contemporanea, fundado en 2014 por Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, el Consejo Italiano se ha consolidado rápidamente como uno de los principales instrumentos de financiación pública del arte contemporáneo, apoyando la producción artística y la promoción internacional y contribuyendo decisivamente a la expansión de las colecciones públicas.

Desde su primera edición, en la que tuve el privilegio de participar, me di cuenta inmediatamente del potencial de este instrumento, que en aquel momento era aún poco conocido y estaba en proceso de definición. Trabajando con la Fondazione Pastificio Cerere de Roma, junto con Claudia Cavalieri y Emanuela Pigliacelli, tuvimos la oportunidad de realizar varios proyectos gracias al Consejo Italiano, lo que me permitió observar de cerca su impacto concreto en el sistema del arte contemporáneo italiano.

Pienso, por ejemplo, en Inventario. Las fuentes de Za’atari de Margherita Moscardini (Consejo Italiano, Edición 1, 2017), un proyecto que comisarié para la Fondazione Pastificio Cerere y que dio lugar a la creación de un libro de artista y una escultura que ahora forman parte de la colección del Museo Madre de Nápoles. Estas obras se expusieron posteriormente en el MAXXI en 2020, en el marco de la exposición REAL_ITALY comisariada por Eleonora Farina y Matteo Piccioni, en la que se presentaron las obras ganadoras de las dos primeras ediciones de la convocatoria.

Otro ejemplo es Mvah ChadiNamsal Siedlecki (Consejo Italiano, Edición 6, 2019), que permitió al artista profundizar en su investigación a través de una residencia en Nepal y la creación de esculturas de bronce adquiridas por el Centro Pecci di Prato tras numerosas actividades de promoción nacional e internacional.

Namsal Siedlecki, Mvaḥ ChÄ. Vista de la exposición en la Fondazione Pastificio Cerere, Roma, 2020. Fotografía: Andrea Veneri. Cortesía del artista y Fondazione Pastificio Cerere, Roma.
Namsal Siedlecki, Mvah Cha. Vista de la exposición en la Fondazione Pastificio Cerere, Roma, 2020. Fotografía: Andrea Veneri. Cortesía del artista y Fondazione Pastificio Cerere, Roma.
Margherita Moscardini, Inventario. Las fuentes de Za'atari
Margherita Moscardini, Inventario. Las fuentes de Za’atari

Para ambos artistas, estos proyectos representaron hitos en sus carreras y, al mismo tiempo, para la Fondazione Pastificio Cerere fueron oportunidades extraordinarias, no sólo para experimentar una nueva forma de acceder a la financiación pública, sino también para reforzar su papel como incubadora de talentos emergentes. Estos proyectos también han contribuido a consolidar lazos con importantes museos italianos de arte contemporáneo, así como conexiones con instituciones internacionales.

A la luz de estas experiencias, puedo afirmar con certeza que el Consejo Italiano ha hecho posible la realización de proyectos que, de otro modo, habrían quedado sólo sobre el papel. Considerando el sistema del arte contemporáneo en su conjunto, creo que el Consejo Italiano ha tenido un impacto profundamente positivo, reforzando la red de museos dedicados al arte contemporáneo, estimulando las colaboraciones internacionales y creando oportunidades no sólo para los artistas, sino también para otros muchos profesionales del sector cultural y creativo. A lo largo de los años, el programa ha evolucionado: centrado inicialmente en la producción de nuevas obras para colecciones públicas, ha ido ampliando gradualmente su alcance para incluir la promoción internacional de artistas y comisarios, residencias en el extranjero, exposiciones monográficas y proyectos editoriales. Esta flexibilidad era esencial para responder a las necesidades de un sector en constante evolución.

Sin embargo, el área relacionada con la producción de nuevas obras y su adquisición por museos públicos tras su promoción internacional sigue siendo el núcleo de la convocatoria, ya que permite a los artistas crear obras de gran envergadura, ser reconocidos internacionalmente e incluirse en colecciones públicas, un paso importante hacia el reconocimiento institucional.

La extraordinaria riqueza del patrimonio cultural y artístico de los museos italianos dificulta a veces la acogida de nuevas producciones. Es un reto que experimento a diario en mi función de director artístico de Pesaro Musei. Sin embargo, más que un obstáculo, debe convertirse en una oportunidad para reforzar el diálogo con los pequeños museos, que podrían beneficiarse de nuevas adquisiciones, contribuyendo así a una difusión aún más amplia y arraigada del arte contemporáneo en todo el país.

En este sentido, el Museo Civico di Castelbuono es un ejemplo virtuoso que, bajo la dirección de Laura Barreca, ha logrado constituir una sólida colección de arte contemporáneo gracias al Consejo Italiano y a todas las demás convocatorias que le permiten poner en valor su patrimonio artístico.

Mis consideraciones se ven además confirmadas por la investigación realizada por Emanuela Pigliacelli, que ha analizado la financiación pública del artecontemporáneo en Italia, proporcionando por primera vez una imagen detallada de las políticas aplicadas por la Dirección General de la Creatividad Contemporánea del Ministerio de Cultura, con especial atención al Consejo Italiano(Il finanziamento pubblico all’arte contemporanea. Un’analisi comparativa dei principali strumenti di sostegno alla produzione artistica italiana negli anni 2000, 2024). Su estudio, enriquecido por la experiencia directa en la gestión de algunos de los proyectos más significativos financiados por la convocatoria, ofreció valiosas perspectivas sobre el impacto de este instrumento, destacando sus puntos fuertes y sus oportunidades de mejora.

De cara al futuro, espero que el Consejo Italiano siga evolucionando, ampliando el apoyo directo a los artistas y consolidando la competitividad del arte contemporáneo italiano en la escena internacional.

Esta contribución se publicó originalmente en el número 25 de nuestra revista impresa Finestre sull’Arte en papel, erróneamente de forma abreviada. Haga clic aquí para suscribirse.


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