Del 19 de junio al 5 de octubre de 2025, la Fondazione Alberto Peruzzo acoge Damnatio Figurae: De la negación de la imagen al retrato, una exposición que entrelaza el lenguaje del retrato con el tema de la identidad y su representación. El proyecto, comisariado por el director Marco Trevisan, se desarrolla en los espacios de la Nave y la Sacristía de laantigua Iglesia de Sant’Agnese de Padua, sede de la Fundación, y parte de la reflexión sobre una única obra: Sin título (1996) de Jannis Kounellis. Colocada de forma permanente en el espacio destinado en su día al altar, la obra de Kounellis adopta la forma de una cruz laica de cuatro metros de altura, formada por una viga y un saco de yute atravesado por un puñal. Su intensa y silenciosa presencia ha acompañado todas las instalaciones acogidas por la Fundación, convirtiéndose en parte del tejido visual y simbólico del lugar. En ella, según Trevisan, se manifiesta una “poética del secreto”: el material evoca, pero no muestra; la figura está ausente, y por eso mismo es poderosa.
En torno a este núcleo se configura el recorrido de Damnatio Figurae, que interroga al visitante sobre la naturaleza de la imagen y su influencia en la construcción de la realidad y la percepción del otro. Las más de treinta obras expuestas cuestionan la idea misma de figura y representación, alternando ausencia y presencia, evocación y retrato, introspección y teatralidad. El título recuerda una reflexión histórica y teórica: damnatio figurae se entiende como la negación de la imagen, no sólo en el sentido iconoclasta, sino también en relación con el problemático poder de las imágenes en la sociedad contemporánea.
“El término ’damnatio figurae’ hace referencia a la negación de la imagen, un tema que se relaciona con los debates históricos no sólo sobre la iconoclasia, sino en general sobre el uso de las representaciones visuales”, explica Marco Trevisan "Riccardo Falcinelli en Visus (2024), por ejemplo, discute cómo las imágenes pueden ser a la vez poderosas y problemáticas, analiza su papel en la sociedad, invita a reflexionar sobre cómo se pueden manipular las imágenes de las personas y el impacto emocional y social que esto crea. Se ha convertido cada vez más en una reflexión sobre la identidad y las relaciones que cada uno de nosotros ejerce en la sociedad: somos animales sociales y cada uno de nosotros desempeña múltiples papeles en nuestra vida cotidiana".
En la Nave se presentan obras de artistas contemporáneos que exploran la ausencia de la figura y la ocultación de la identidad. Aron Demetz, con sus esculturas de madera quemada y bronce alterado, crea presencias en las que la mirada es esquiva, volviendo el foco hacia el interior. Nicola Samorì, partiendo de la pintura barroca, deforma y corroe la materia pictórica y escultórica, abriendo inquietantes lecturas. Thorsten Brinkmann reinterpreta los retratos renacentistas con ironía y deconstrucción, mientras que Mariano Sardón experimenta con algoritmos y códigos, en parte en colaboración con el neurocientífico Mariano Sigman, para crear imágenes que cuestionan los mecanismos de la visión. Por último, Manolo Valdés trabaja en la evocación de la figura a través de técnicas como el collage y el uso de materiales de recuperación.
La segunda sección, ubicada en la Sacristía, reúne una selección de retratos de la colección de la Fundación. Entre ellos, Reigning Queens (1985), de Andy Warhol, un colorista retrato oficial de Isabel II, que dialoga con dos imágenes de la misma soberana: una más pop e irreverente del artista callejero Endless y otra más matérica e introspectiva de Enzo Fiore. Se crea así una confrontación entre las representaciones de la autoridad y la persona, la figura pública y la privada. El recorrido continúa con Kuwana city (1990) de Donald Baechler, ejemplo de su enfoque neoexpresionista, en el que las figuras humanas se reducen a signos primarios y colores esenciales, subrayando la ambigüedad del rostro y la figura. Felice Casorati está presente con dos cuadros, Mujer con cuenco (1959) y Desnudo en el paisaje (1954), en los que la atención a la figura femenina se manifiesta a través de una belleza austera y contemplativa. En marcado contraste, Barbara y el bebé (1979), de Tom Wesselmann, propone una visión pop y sensual, interpretada con colores nítidos y formas simplificadas.
Entre las obras más experimentales se encuentra Retrato con fondo verde y trazos beige (2005) de Valdés, que transforma el retrato en una evocación estratificada de recuerdos y culturas. Max Ernst interviene con una imagen surrealista en la que el rostro se reduce a un globo, rompiendo todas las expectativas realistas. El tema del retrato se extiende también a otros artistas de la exposición: Giorgio de Chirico, Julio Larraz, Sandro Chia, Fernando Botero, Zoran Music y Mimmo Paladino. Cada uno ofrece una declinación personal de la figura, que se convierte, tras la invención de la fotografía, cada vez más en una herramienta para interrogar la identidad y las relaciones.
La exposición se cierra con Stadium - copia de exposición de Maurizio Cattelan: una escultura-instalación en forma de futbolín de siete metros de largo, diseñada para partidos entre 22 jugadores. La obra se convierte en un campo neutral en el que observar los roles sociales en escena, un juego que no juzga, sino que refleja la anestesia cotidiana, en palabras del propio artista. Como en cada exposición de la Fundación, se publicará un Cuaderno para Damnatio Figuraes, con apreciaciones críticas y reflexiones teóricas, que se distribuirá en las próximas semanas en la nueva librería.
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El retrato entre la ausencia y la identidad en la exposición "Damnatio Figurae" de Padua |
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