La Superintendencia Especial de Roma ha devuelto a la ciudad uno de sus ejemplos más raros y fascinantes de decoración arquitectónica: la fachada de la Iglesia de los Santos Nereo y Aquileo, realizada con la técnica del grafito, un ejemplo único en Roma. La restauración, financiada por el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), fue dirigida por la restauradora Eleonora Leprini, coordinada por Maria Cristina Lapenna y realizada por el Consorzio l’Officina.
La intervención resultó especialmente compleja debido a la grave degradación de la superficie, que había borrado partes enteras de la decoración. Gracias a una minuciosa investigación en los archivos y al descubrimiento de los grabados restantes, fue posible reconstruir fielmente la antigua partitura arquitectónica. Se realizaron limpiezas, consolidaciones y añadidos respetando el material original, utilizando materiales reversibles y técnicas tradicionales.
Numerosos profesionales contribuyeron a la restauración, entre ellos los restauradores Carlotta Banchelli, Fabiano Ferrucci, Irene Montagnolo, Fabrizio Pellegrini, Giulia Cappelletti, Francesca Procaccini, Aurora Penci, Francesco Lulli, Rosario D’Andrea, Doriana Greco, Matteo Bianchi, Clyde Vidler, Antonia Panico y Antonella Di Remigio. La seguridad fue coordinada por Francesca Romana Bortolotti, con el apoyo operativo de Valeria Ricci, el diseño de Giulia Carluccio y los estudios de Emiliano Mura.
“Presentar esta restauración durante el año jubilar es un gran logro”, afirma Daniela Porro, Superintendente Especial de Roma, “porque esta pequeña iglesia tiene orígenes muy antiguos, pero debe su aspecto a los jubileos de 1475 y, sobre todo la fachada, a los años 1600”. Un resultado que ha sido posible gracias a los fondos del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia - Caput Mundi, que ha permitido devolver a los ciudadanos y a los visitantes la especialísima partitura decorativa geoméntrica de este edificio que da al Viale delle Terme di Caracalla".
“Con esta restauración, la fachada ha perdido el vacío y la confusión que la caracterizaban”, explica Eleonora Leprini, restauradora de la Soprintendenza, “y ha redescubierto la ligereza de una decoración sugerida: observando los órdenes superpuestos y la superficie ligeramente escaneada, los fondos geométricos se completan mentalmente y todo el contexto urbano recobra la armonía”.
Situada a lo largo de la Via Appia, cerca de la Porta Capena, la Iglesia de los Santos Nereo y Aquileo tiene sus orígenes en el Titulus Fasciolæ, vinculado a la tradición de la fuga de San Pedro de la Prisión Mamertina. La estructura actual data de 1600, cuando, con motivo del Jubileo, el cardenal Cesare Baronio encargó su reconstrucción según un diseño del pintor Girolamo Massei. La fachada, extraordinariamente ejecutada en esgrafiado, representa una partitura renacentista de órdenes superpuestos, con volutas laterales, frisos de cordones y hornacinas con imágenes de los santos Nereo y Aquileo y probablemente de santa Domitila. En el centro del tímpano se encuentra la imagen de Nuestra Señora de Vallicella, símbolo de la devoción oratoriana.
La técnica del grafito, muy extendida en el siglo XVI sobre todo en el sector civil, consiste en la superposición de dos capas de yeso: la interior, más oscura, se hace resaltar mediante incisiones en la superficie clara, creando efectos de claroscuro muy refinados. La aplicación en una fachada eclesiástica es una excepción absoluta en Roma, quizá dictada por la limitación de tiempo y recursos, pero que hoy se revela como un tesoro de arte e ingenio. Con esta intervención, la Superintendencia Especial de Roma devuelve a la Capital un testimonio único del Renacimiento sacro, realzando un lugar a menudo poco conocido pero lleno de historia y espiritualidad.
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Roma, restauración de la fachada esgrafiada de la Iglesia de los Santos Nereo y Aquileo, un ejemplo único |
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