Acueducto de Segovia: una obra de ingeniería romana, Patrimonio de la Humanidad


El acueducto romano de Segovia (España), construido hacia el año 50 d.C., destaca por su perfecta integración en el tejido urbano de la ciudad española, un símbolo histórico y arquitectónico de rara conservación. Un artículo sobre esta singular construcción.

Segovia, capital de la provincia del mismo nombre en la comunidad autónoma de Castilla y León, está situada al noroeste de Madrid y atesora un patrimonio histórico de excepcional valor. Entre sus atractivos más conocidos están sin duda elAlcázar medieval construido en el siglo XI por Alfonso VI y la catedral gótica del siglo XVI. Pero es elacueducto romano el verdadero símbolo de la ciudad. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, junto con la estructura arqueológica, Segovia presenta un contexto urbano en el que lo antiguo y lo moderno se funden armoniosamente. El acueducto, con su historia ligada al abastecimiento de agua romano, es la pieza central.

¿Una primera curiosidad sobre la estructura? A diferencia de otras grandes obras hidráulicas de la época romana en Francia, Italia u otras partes de España, el acueducto de la ciudad de Segovia (tachonado de símbolos colocados en el suelo que indican el trazado del acueducto y recuerdan los hitos del Camino de Santiago) se integra perfectamente en la ciudad: no se limita a enmarcarla. La estructura transitable sigue fielmente las ondulaciones del terreno. Así, su altura varía en función de la pendiente natural, integrándose con sorprendente armonía en el paisaje circundante.

Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Finestre Sull’Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, símbolo en el suelo que indica el trazado del acueducto. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, símbolo en el suelo que indica el trazado del acueducto. Foto: Finestre Sull’Arte

Arquitectura e ingeniería romanas

El monumento, construido probablemente hacia el año 50 d.C., se distingue por su excepcional estado de conservación. Su longitud total alcanza los 813 metros, divididos en cuatro segmentos rectos conectados por dos pórticos superpuestos sostenidos por 128 pilares. En los puntos más bajos del valle, el acueducto alcanza una altura de 28,5 metros sobre el suelo, ofreciendo a los visitantes una impresionante vista del interior de la ciudad. La construcción de mampostería se articula en dos niveles de arcos que le confieren grandeza sin interrumpir la fluidez del tejido urbano. Sus 221 pilares demuestran la importancia que el acueducto, también conocido como Aquae Atilianae, tuvo en la provincia de Zaragoza. En otras partes de España sólo sobreviven restos de estructuras romanas, como las de Sevilla, Toledo y Calahorra.

Las construcciones de Mérida, Tarragona y, sobre todo, Segovia documentan así la estrategia política del Imperio Romano, que, siguiendo las rutas de los ejércitos victoriosos, multiplicó la construcción de acueductos, considerados por el escritor romano Sexto Julio Frontino (c. 30 d.C.- 103 ó 104) como el testimonio más solemne del Imperio Romano. Puede decirse, por tanto, que el acueducto de Segovia representa una estructura arqueológica de importante valor histórico y artístico y desempeña un papel central como símbolo cultural de la ciudad. Su excelente estado de conservación y su estratégica ubicación en el centro de la ciudad lo hacen inmediatamente reconocible. Sus arcos y pilares contribuyen a crear un vínculo indisoluble y constante entre la ciudad moderna y su pasado romano.

Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano y la Lupa Capitolina. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte
Segovia, el acueducto romano. Foto: Ventanas al Arte

¿Qué significa recorrer y vivir el acueducto? Significa comprender cómo la ingeniería romana supo adaptarse al territorio, manteniendo la funcionalidad y el rigor constructivo sin renunciar a la integración con el entorno. La posibilidad de recorrer su estructura, observando los símbolos que marcan el trazado y los detalles arquitectónicos, permite vivir la obra como parte integrante de la propia ciudad. A día de hoy, la construcción de Segovia sigue figurando entre los logros de ingeniería más conocidos de la España antigua. Su conservación, combinada con su capacidad para integrarse en el contexto de la ciudad, la distingue de otros acueductos romanos supervivientes en Europa.

Por ello, la estructura no puede considerarse separada de la ciudad; de hecho, el observador percibe su papel vital en la definición de la identidad histórica y arquitectónica de la ciudad española. La atención prestada a la morfología del terreno y a su estructura arquitectónica indican la habilidad de los constructores romanos para combinar funcionalidad y solemnidad. En este sentido, el acueducto es un elemento fundamental para entender la relación entre la civilización romana y las ciudades que conformó. Por ello, su presencia a lo largo del casco urbano convierte a Segovia en una ciudad única, que permite al visitante percibir un vínculo directo con el pasado, integrando historia, urbanismo e ingeniería en una experiencia concreta.

Acueducto de Segovia: una obra de ingeniería romana, Patrimonio de la Humanidad
Acueducto de Segovia: una obra de ingeniería romana, Patrimonio de la Humanidad


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