El feliz acontecimiento ha tenido lugar: la Virgen levanta dos solapas del paño blanco que cubre la cuna en la que yace dormido el Niño recién nacido, para revelarlo a los pastores que han venido a adorarlo junto con sus corderos, un buey y un perro. Uno de ellos, para verlo mejor, se arrodilla y acerca la cara a él, dejando a la vista del observador su sucio trasero y sus pies. Otro, en posición más recostada, se queda admirando al recién nacido; otro vecino, también arrodillado, dirige su mirada hacia el buey, poniendo una mano sobre el lomo del ganado en señal de curiosidad, mientras que otro pastor con sombrero de plumas permanece en la penumbra con su instrumento, probablemente una gaita, cerca de la boca, sin emitir sonido alguno. Hay silencio en laAdoración, iluminado por el atisbo de luz que se abre en el cielo gracias a cuatro angelitos que, volando entre las nubes oscuras, parecen contribuir con sus bracitos a mantener abierto ese atisbo de luz, el único rayo de luz, para dejarlo entrar y hacer sitio en la escena.
Se trata de la monumental Adoración de los pastores con los santos Corona, Víctor y un adorador creada y firmada (en la base de la cuna del Niño) en 1568 por Jacopo dal Ponte, conocido como Jacopo Bassano (Bassano del Grappa, c. 1515 - 1592) como retablo para la iglesia de San Giuseppe de Bassano del Grappa y desde 1859 conservado en el Museo Cívico de la ciudad, hoy en la sala dedicada a los Bassano, la dinastía de pintores a la que pertenece el propio Jacopo, en el centro de la pintura renacentista del Véneto. La sala cuenta con la mayor colección de obras del artista, quizá aún hoy algo infravalorado, pero que en realidad fue uno de los pintores más originales de la segunda mitad del siglo XVI véneto , así como un gran pintor de la realidad que se anticipó a Caravaggio.
LaAdoración de los pastores aquí conservada constituye precisamente uno de los puntos culminantes de la producción madura de Jacopo Bassano y destaca como una de las obras más emblemáticas de su capacidad para renovar el lenguaje de la pintura sacra mediante el injerto de elementos tomados del mundo rural. Concebida para el contexto solemne del retablo, contiene una visión de lo sagrado profundamente vinculada a lorural, lo pastoril y lo cotidiano: la escena no se desarrolla en un marco pomposo y monumental, sino en el silencio de un establo semiderruido, abierto al paisaje circundante.
La escena se construye según una disposición compositiva cuidadosamente calibrada, que se desarrolla en profundidad desde un punto de vista bajo: una elección que no sólo confiere monumentalidad a las figuras, sino que refuerza el sentido de participación del observador, al que se invita idealmente a arrodillarse junto a los pastores. Cada personaje ocupa un espacio natural, definido más por el gesto y la mirada que por rígidas estructuras de perspectiva. Más allá de la disposición de los personajes individuales, lo que emerge en el cuadro es la renuncia consciente de Bassano a cualquier jerarquía rígidamente monumental: la sacralidad no se construye a través de la centralidad o monumentalización de las figuras, sino mediante un sistema de relaciones visuales y luminísticas que distribuye el valor espiritual por toda la composición del cuadro. De este modo, la Adoración sagrada no se impone al observador como una imagen distante, sino que se manifiesta difusa, perceptible en la continuidad entre los gestos humildes de los pastores, que inclinan el cuerpo, ladean el torso, inclinan la cabeza, acarician y se acercan a sus animales, y el espacio circundante, que se presenta como un entorno vivido, compuesto por partes de muros y bóvedas y aberturas al paisaje. La decisión de evitar los acentos enfáticos o retóricos revela una concepción profundamente moderna de lo sagrado, basada en la proximidad y el compartir más que en la separación de lo divino y lo humano.
Incluso el San José aquí retratado aparece como un personaje resignado y adormilado, plenamente inserto en el espacio cotidiano de la escena, en actitud recogida. Aparece como un hombre corriente, sentado en la roca, cansado, marcado por el tiempo y la fatiga, como lo demuestran su frente arrugada y sus manos nudosas, claramente visibles. Encarna así un modelo de devoción basado en la humildad, la sencillez, la cotidianidad.
Asisten a la escena, de pie detrás de San José, los santos mártires Corona y Víctor, copatronos de la iglesia de San José para la que se realizó el retablo, y un donante retratado con realismo, como era habitual en el arte del siglo XVI. Los tres están representados como devotos espectadores de la sagrada Adoración, probablemente para honrar la devoción local. Los dos santos, uno junto al otro, participan en el acto de forma deliberadamente discreta y casi de reojo, con una devoción compuesta y silenciosa. San Víctor, vestido con armadura de soldado, levanta o retira con la mano el paño rojo decorado con oro que desciende de lo alto, sugiriendo la idea de una revelación: es como si abriera el espacio sagrado a la mirada. Santa Corona , en cambio, está de perfil, no hace gestos evidentes, no guía la mirada; su presencia es más contemplativa que activa, es una figura que participa con humildad y silencio. Ambas, por tanto, no se imponen como santas, sino como presencias que acompañan el acontecimiento sagrado, entrando en él casi a escondidas, compartiendo el mismo espacio que los hombres corrientes. Es precisamente esta elección de Jacopo Bassano la que pone de manifiesto la tradición local: Corona y Vittore no están allí para ser vistos, sino para permanecer en silencio junto al misterio de la Natividad, como protectores discretos y familiares de la comunidad que rezaba ante esa imagen. Desde arriba, una rendija rasga el cielo cargado de nubes y la luz que procede de ella invade las superficies y las figuras, rebotando en las túnicas, la armadura de San Víctor y el manto de los animales; atraviesa así el espacio, haciendo perceptible una continuidad física entre el cielo y la tierra.
Sin embargo, uno de los aspectos más significativos de la obra es la atención al dato natural, que constituye la marca más auténtica de la poética de Bassano. Los pastores son hombres marcados por el trabajo, retratados con una verdad física que se aprecia en sus rostros, su piel, sus ropas andrajosas; llama la atención esos pies sucios del primer plano, pintados con una dureza que rompe toda distancia entre el público y la obra, así como la minuciosa representación de los animales, con las cabezas inclinadas, compartiendo el espacio sagrado sin separación simbólica alguna. Elementos como los pies sucios o el collar de zarzas que protege al perro de los ataques de los lobos, este último revelador del conocimiento que el artista tiene del mundo rural y de su voluntad de transponerlo integralmente al relato sagrado, son detalles que retienen la mirada, la ralentizan, la obligan a mirar de cerca y con atención. Son insertos realistas que afirman una visión de lo sagrado profundamente enraizada en la concreción de la experiencia humana.
Ya se ha mencionado cómo Jacopo Bassano fue un gran pintor de la realidad que se anticipó a Caravaggio: En particular, esta anticipación está aquí bien expresada por los pies descalzos y sucios del primer plano, que recuerdan los “pies sucios de barro”, como los describió Giovanni Baglione, de la peregrina arrodillada de la famosa Madonna dei Pellegrini de Merisi, que junto con el “gorro deshilachado y sucio” de la mujer creó un “gran alboroto” entre la gente cuando se colocó en la basílica de Sant’Agostino de Roma. Bassano se anticipó así a Caravaggio en casi cuarenta años, aunque otros pies sucios pero en posición más diagonal se encuentran en la Crucifixión de San Pedro de la Capilla Cerasi, pintada unos años antes.
En esta fusión de lo sagrado y lo cotidiano, de solemnidad y espontaneidad y atención al detalle naturalista, laAdoración de los pastores de Jacopo Bassano emerge como una de las expresiones más maduras de su arte, testimonio de una concepción de lo sagrado no distante, sino cercana y profundamente humana, capaz de hablar al observador a través de la sencillez de la vida rural.
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