Las investigaciones realizadas sobre el pecio de la Antigüedad Tardía descubierto en 2019 en el fondo marino de Marina di Ognina, en la zona de Siracusa, añaden nuevos elementos a la comprensión de uno de los yacimientos subacuáticos más relevantes identificados en los últimos años en el Mediterráneo. La misión de estudio Relitto delleOlle (Pecio de las Ollas), llamado así por el tipo de algunos recipientes de cerámica recuperados a bordo, ha permitido a los estudiosos definir con mayor precisión la orientación de la embarcación y las proporciones de su carga. El análisis cruzado de los datos recogidos durante la inmersión y la documentación tridimensional del yacimiento ofrece ahora una imagen más coherente de las dimensiones originales del navío y de su función comercial. Según las primeras evaluaciones, el buque parece compatible con un carguero de tamaño medio. Las estimaciones indican una eslora de entre 15 y 18 metros y una manga de entre 5 y 6 metros. La definición de estos parámetros fue posible gracias a la combinación de un estudio fotogramétrico de alta resolución y una primera fase de limpieza estratigráfica de los sedimentos que cubrían la carga. La intervención permitió sacar a la luz un número considerable de artefactos, así como información útil para aclarar la organización interna de la bodega.
“Gracias a equipos modernos y sofisticados, continuamos en la dirección de la investigación científica”, declaró el concejal de Patrimonio Cultural e Identidad Siciliana, Francesco Paolo Scarpinato, “Estas operaciones son útiles para aclarar la tipología y cronología del buque, así como para comprender mejor la naturaleza de la carga y la dinámica del hundimiento”.
"El pecio del Olle se presenta como un yacimiento de extraordinario potencial, todavía rico en información que no es inmediatamente perceptible", explicó el superintendente del Mar , Ferdinando Maurici. “La carga, extremadamente homogénea, ha llegado afortunadamente hasta nuestros días en condiciones óptimas, sin haber sufrido alteraciones o daños significativos debidos al paso de redes de arrastre o a intervenciones clandestinas”.
Durante las inmersiones más recientes, aparecieron dos nuevos artefactos: un segundo vaso acromo de una sola asa con función de marmita y una olla acromo de dos asas con tapa. Su recuperación amplía la serie tipológica de los materiales ya identificados y contribuye a una imagen más articulada de los bienes transportados. Los artefactos cerámicos documentados hasta ahora pertenecen a diversas variantes morfológicas y están dispuestos en distintos módulos, circunstancia que sugiere una cuidadosa planificación de la disposición de la carga. Una de las cuestiones aún abiertas se refiere a la conservación de la estructura de madera del barco. Los escasos restos de madera reconocidos hasta ahora demuestran que la degradación del material es avanzada, aunque los estudiosos especulan con la posibilidad de que bajo la carga se hayan conservado elementos importantes del casco.
Los próximos objetivos de la misión apuntan precisamente a una delimitación completa del yacimiento, paso indispensable para obtener una estimación más precisa de las dimensiones originales del navío y verificar la posible presencia de porciones estructurales aún intactas. El trabajo de campo fue coordinado por la Superintendencia del Mar de la Región de Sicilia, responsable de la dirección científica de las operaciones. Las actividades subacuáticas contaron con la contribución de buceadores del centro de buceo Capo Murro de Siracusa, que proporcionaron asistencia y medios náuticos, y de buceadores de aguas profundas de Global Underwater Explorers (Gue). El levantamiento fotogramétrico corrió a cargo de Luca Palezza y Eduardo Salaj, mientras que el análisis biológico del yacimiento fue realizado por Linda Pasolli. Cristiano Rosa supervisó el diseño y la puesta en marcha del equipo operativo. La supervisión general de las operaciones de buceo, organizadas y coordinadas por Fabio Portella, se confió a Ninny Di Grazia.
La historia de las búsquedas relacionadas con el pecio del Ognina se remonta a 2019, pero los primeros informes datan de hace seis años, cuando el inspector honorario del patrimonio cultural subacuático Fabio Portella y Stefano Gualtieri detectaron algunas anomalías en el lecho marino durante una prospección dedicada a cartografiar los cables telegráficos Pirelli tendidos a finales del siglo XIX. La zona se encuentra a una milla de la costa de Siracusa, a una profundidad de 70 metros, condición que exigió desde el principio conocimientos específicos y equipos adecuados para operar con seguridad. En 2021 se identificó el núcleo principal del yacimiento, que puede datarse preliminarmente entre los siglos V y VI d.C., compuesto por una gran cantidad de recipientes cerámicos organizados en cuatro módulos distintos y tapas pertenecientes a tres variantes formales. Tras el informe a la Superintendencia del Mar, se autorizó la recuperación de un primer grupo de artefactos considerados estratégicos para la caracterización del yacimiento: dos ollae, tres tapas y una marmita de una sola asa. Estos materiales ofrecieron los primeros datos concretos sobre el tipo de carga y la posible función de la embarcación, allanando el camino para la misión en curso en la actualidad.
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| En la zona de Siracusa, nuevos análisis sobre el pecio del Ognina revelan el tamaño y la carga del barco |
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