Por primera vez en siete siglos, los leones de Corciano, guardianes históricos del pueblo umbro de la provincia de Perusa, abandonan su ciudad para someterse a una restauración. La operación, encomendada a restauradores especializados y autorizada por la Soprintendenza Archeologia, Belle Arti e Paesaggio de Perugia, comenzará en los próximos días y debería concluir a finales de año. Se trata de un paso que combina protección, investigación y memoria, ya que estas dos esculturas de travertino, ahora conservadas en elAntiquarium de Corciano, han sido siempre el símbolo de entrada a Corciano, como centinelas que custodian sus murallas y su historia.
Su presencia está documentada desde la Edad Media. La primera noticia aparece en el Códice Vaticano 4834 en latín, dentro del texto conocido como Il Conto di Corciano e di Perugia (El Relato de Corciano y Perugia), que recoge la leyenda de la fundación de la villa por Coragino, el compañero de Ulises. Precisamente en estas páginas se cuenta una leyenda que explica por qué uno de los dos leones aparece con la cabeza arañada. La tradición popular habla de un niño que, asustado por las estatuas, soñaba cada noche que era mutilado. Su padre, para tranquilizarle, le invitó a introducir la mano en la boca de una de las esculturas. Pero en su interior se escondía un escorpión que picó al niño, causándole la muerte. El angustiado padre rompió entonces la cabeza del león, dejando una marca que aún hoy es visible.
El origen de los leones es objeto de debate. Según una versión popular, fueron un trofeo de guerra traído a Corciano en 1310 tras la victoria sobre Todi en Monte Molino. Pero los estudios sugieren una fecha más antigua. Los ejemplares se remontarían a la época clásica y podrían ser un producto local, ya presente en Corciano antes del siglo XIV. Apoyan esta hipótesis su consideración de obras “legendarias” ya en aquella época y, sobre todo, la correspondencia petrográfica entre el travertino de las estatuas y el de los yacimientos de Strozzacapponi, a pocos kilómetros del pueblo. Los análisis realizados a finales de los años noventa confirmaron las identidades químicas y petrográficas con el travertino de Strozzacapponi-Santa Sabina, consolidando la tesis de una producción local.
Las esculturas vigilaron el acceso al pueblo al menos hasta después de la Segunda Guerra Mundial, colocadas una frente a la otra al pie de la escalinata que lleva de Via Ballarini a la Piazza dei Caduti. A finales de 2008, por orden de la Superintendencia del Patrimonio Arqueológico de Umbría, fueron trasladadas al Antiquarium municipal por motivos de conservación. Desde entonces, el vacío dejado por su ausencia se ha hecho sentir profundamente entre los habitantes de Corciano y los turistas. En 2024, el Ayuntamiento encargó copias a tamaño natural, que fueron reubicadas en su emplazamiento histórico para devolver al pueblo la imagen que lo ha distinguido a lo largo de los siglos.
Un análisis estilístico de las esculturas permite captar sus rasgos distintivos. Ambos leones están representados en posición erguida, siguiendo un modelo típico de la iconografía clásica.El ejemplar A es el mejor conservado. La pata delantera izquierda está apoyada en el suelo, mientras que la derecha está levantada; el hocico, ligeramente inclinado hacia abajo y girado hacia la izquierda, está parcialmente desgastado, pero conserva las mejillas pronunciadas, la frente fruncida y las mandíbulas abiertas. La crin está formada por cuatro bandas paralelas de tirabuzones circulares, cada una con cinco rizos concéntricos, que se interrumpen bajo el hocico para dejar espacio a mechones de llama dispuestos en forma radial. Los rastros claros indican la presencia de una crin dorsal desarrollada al menos hasta la mitad de la espalda.
El ejemplar B está más dañado, le faltan en gran parte las patas traseras, pero se mantiene erguido. Es en este león donde la cabeza aparece especialmente comprometida, en consonancia con el relato legendario transmitido a lo largo de los siglos. Ambos muestran una cuidadosa representación de la musculatura de las patas y las costillas, con detalles anatómicos bien delineados. En el ejemplar A, en el flanco izquierdo y en el dorso, se aprecian poros difusos y una musculatura menos pronunciada, quizá debido al desgaste o a una colocación original que permitía una visión privilegiada sólo desde un lado. Ambos conservan restos de la cola, más visible en el león B: desciende desde la espalda, se inserta entre las patas traseras y sube por el flanco izquierdo hasta apoyarse en el muslo, terminando en un penacho abierto.
Desde el punto de vista simbólico, en la Antigüedad los leones solían asociarse a los monumentos funerarios de las familias nobles. Simbolizaban el poder, la vigilancia y el destino final del hombre. Ejemplares similares, atestiguados ya en el siglo VI a.C. en la zona púnica y extendidos después por Grecia y Etruria, muestran afinidades con los leones corcianos, aunque con diferencias de estilo y ambientación. Los modelos romanos, con una fuerte acentuación de la cabeza y un naturalismo exagerado, parecen haber influido en las dos estatuas umbras, aunque con elementos decorativos que se apartan del rigor clásico.
La tipología a la que se remontan es la del león rugiente con melena dispuesta en forma radial, frente inclinada y mandíbulas abiertas. Las comparaciones con ejemplares de Sassa, Parma y Perugia confirman su pertenencia a un ámbito centro itálico especialmente extendido entre el siglo II a.C. y la época imperial. Sin embargo, la representación de la melena en los leones de Corciano parece más decorativa que naturalista, pero la musculatura precisa y la torsión del hocico devuelven, no obstante, una sensación de dinamismo.
Aunque el estado de conservación dificulta una datación precisa, los estudiosos sitúan las dos esculturas en laépoca imperial romana. Es probable que originalmente formaran parte de una arquitectura funeraria, lo que confirma su función simbólica relacionada con el paso y la protección. Su transposición a la época medieval y la atribución de un valor identitario al pueblo transformaron dos artefactos antiguos en verdaderos guardianes de la comunidad.
Por tanto, su restauración representa un acontecimiento de importancia no sólo para Corciano, sino para todo el patrimonio umbro. Las operaciones permitirán consolidar las superficies, ralentizar los procesos de degradación y devolver la legibilidad a los detalles consumidos por el tiempo. Una vez finalizados los trabajos, los leones volverán a ser testigos del pasado y protagonistas del presente, confirmando el profundo vínculo entre memoria histórica, tradición popular e identidad colectiva.
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Los Leones de Corciano abandonan el pueblo tras siete siglos para una restauración histórica |
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