La sombra de una drástica intervención se extiende sobre la Reggia di Caserta, monumento vanviteliano reconocido como patrimonio de la UNESCO y recurso fundamental para el turismo local. La atención se centra en el corazón verde del parque y, en particular, en la anunciada tala de cientos de encinas centenarias que componen las dos hileras centrales de la famosa perspectiva diseñada originalmente por Luigi Vanvitelli. De hecho, la sustitución de los 750 árboles lleva debatiéndose dos años: en concreto, se van a sustituir 645, mientras que los otros 105 que puedan salvarse se plantarán en otras zonas.
El proyecto ha generado un amplio recelo, hasta el punto de que los comités locales lo han calificado de “proyecto Atila”. La directora de la Reggia di Caserta, Tiziana Maffei, justificó la intervención alegando que los 750 árboles estaban irreparablemente dañados o enfermos. Este ambicioso plan, cuyo objetivo es sustituir las filas, se sufragaría y aceleraría gracias a la financiación obtenida a través del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR). De hecho, el PNRR, bajo la inversión “Programas de valorización de la identidad de los lugares: parques y jardines históricos”, promueve tanto la regeneración de los parques y jardines históricos como la formación de profesionales especializados. La naturaleza de los fondos del PNRR también impone una estricta urgencia para iniciar las obras, con el fin de no perder la ventana de financiación correspondiente.
A pesar de la justificación de la avanzada degradación, investigaciones independientes han cuestionado la base científica de la intervención, contradiciendo abiertamente el informe técnico en el que se basa la tala masiva. Así lo denuncia el Grupo de Trabajo “31 de agosto”, constituido expresamente para frenar la tala de las encinas. Un primer estudio fue realizado por el consorcio universitario Benecon, presidido por el profesor Carmine Gambardella, y demostró que sólo el 6,9% de las encinas se encontraban en un estado de degradación avanzado o de alto estrés, considerado como para requerir la tala. Por el contrario, la mayoría de los ejemplares se encuentran en excelente estado (77,8%) o en buena salud (15,3%). Un segundo estudio fue realizado por ingenieros agrónomos y técnicos forestales pertenecientes a asociaciones ecologistas, mediante una inspección de campo autorizada por la propia dirección del museo. Los técnicos comprobaron, mediante controles sobre el terreno y observaciones instrumentales planta por planta, que las plantas irreversiblemente enfermas a eliminar no superaban el 10% del total. Estos datos revelan una diferencia macroscópica con el estado sanitario general de las encinas proyectado por los consultores encargados por la DG, lo que plantea dudas sobre la propia necesidad de talar 750 árboles. Por otra parte, el agrónomo Matteo Palmisani, presidente del LIPU de Caserta, tras inspeccionar un centenar de árboles, había declarado que no observaba condiciones extremas en las plantas examinadas.
Las consecuencias previstas de la intervención se consideraron muy graves, tanto en términos históricos como medioambientales. El diputado Gianpiero Zinzi, de la Liga de Caserta, que intervino en el asunto con una pregunta parlamentaria dirigida al Ministro de Cultura, instó a la dirección de la Reggia a reconsiderar la decisión, subrayando que la eliminación de estas esencias, que forman la imagen icónica del palacio, sin un proyecto preciso de restauración, repercutiría inevitablemente en la imagen global y en el medio ambiente.
También se plantearon fuertes reservas a nivel institucional. La Superintendencia de Caserta y Benevento, si bien se ha limitado a un “reconocimiento” del proyecto, ha expresado que éste conllevaría la “pérdida de los valores históricos y paisajísticos” que constituyen el testimonio del arte del verde histórico, añadiendo que se produciría una ruptura total de la armonía vanvitelliana. Para limitar esta pérdida, la Superintendencia recomendó encarecidamente que cualquier sustitución se llevara a cabo de forma gradual y que la ejecución del proyecto se diluyera convenientemente en el tiempo.
Del mismo modo, el comité técnico-científico del Ministerio de Cultura (MiC), al que se pidió un dictamen consultivo, si bien expresó en principio una opinión favorable a la intervención, llamó la atención sobre el fuerte impacto medioambiental de tal solución, sugiriendo no obstante una ejecución diferida en un periodo de 18 meses.
También hay que tener en cuenta que la eliminación de cientos de árboles centenarios afectaría considerablemente a la calidad del aire en una zona densamente poblada de Caserta, adyacente a escuelas y al hospital civil.
Durante una jornada de estudio dedicada al tema, la presidenta de la Orden de Agrónomos y Silvicultores de Caserta, Emilia Cangiano, propuso también la creación de una mesa técnica de concertación. El temor, sin embargo, es que la necesidad de cumplir los plazos del PNRR pueda llevar a la tala de encinas en un plazo demasiado corto. La tensión entre la rapidez impuesta por las licitaciones europeas y la lentitud necesaria para proteger un patrimonio histórico centenario sigue siendo el elemento central de esta polémica.
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| Reggia di Caserta, enfrentamiento por la tala de 750 encinas en el parque |
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