Los Museos Vaticanos adquieren un cuadro que representa un antiguo crucifijo perdido


Importante adquisición de los Museos Vaticanos: se incorpora a la colección un cuadro de Próspero Mallerini, comprado a la galería Caiati Old Masters, que representa una escultura barroca de François Duquesnoy hoy desaparecida.

No es frecuente que un cuadro saque a la luz el recuerdo de una obra maestra perdida. Sin embargo, este es el caso del Crucifijo de Próspero Mallerini (Carcare, 1761 - Roma, 1836), pintor vinculado a la poderosa familia Barberini, que acaba de entrar en las colecciones de los Museos Vaticanos. De hecho, la institución se lo ha comprado a la galería Caiati Old Masters, que ha confirmado la transacción a través de sus canales sociales: "Estamos encantados -afirman desde la galería- de anunciar la venta del Crucifijo de Próspero Mallerini a los Museos Vaticanos. Se cree que este extraordinario trampantojo representa la escultura de marfil, hoy perdida, encargada por Filippo Colonna a François Duquesnoy como regalo al Papa Urbano VIII Barberini. Es muy gratificante que esta obra pase a formar parte de una de las colecciones más veneradas del mundo, el museo de todos los museos".

La obra, un óleo sobre lienzo (76,2x52,5 cm) fechable entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, representa un crucifijo de marfil en trampantojo: Según los estudiosos, es el único testimonio visual del famoso Crucifijo Duquesnoy-Barberini, tallado por el flamenco François Duquesnoy (Bruselas, 1597 - Livorno, 1643) y hoy perdido. El crucifijo de marfil fue encargado por Próspero Colonna a Duquesnoy, más conocido en Roma como “François de Flandes”, una de las principales figuras del barroco romano.

Prospero Mallarini, Crucifijo (finales del siglo XVIII - principios del XIX; óleo sobre lienzo, 76,2 x 52,5 cm; Ciudad del Vaticano, Museos Vaticanos)
Próspero Mallarini, Crucifijo (finales del siglo XVIII - principios del XIX; óleo sobre lienzo, 76,2 x 52,5 cm; Ciudad del Vaticano, Museos Vaticanos)

El episodio se relata también en la biografía de Duquesnoy incluida en las Vidas de Giovan Battista Passeri, escrita en 1673 y publicada en Roma en 1772: “Francesco fue propuesto al Contestabile Filippo Colonna, que era el honor de aquella gran Casa, por sus admirables cualidades, para la restauración de algunas estatuas que servían de ornamento a su Palacio. Al practicar D. Filippo a este hombre de tanto mérito y valor, le tomó un afecto poco común, y le dio la estimación que se debía a su virtud. Encargóle un crucifijo de marfil de una altura de casi tres palmos, que Francisco redujo a tal perfección, y tan logrado, que habiéndolo admirado aquel gran Príncipe, como demostración de cuánto lo estimaba, hizo obsequio de él a su pariente el Papa Urbano VIII. Fue a causa de este hermoso regalo que el Papa conoció a Francisco y concibió alguna benevolencia para con él. Este hecho puso muy celosos a otros profesores, que ya estaban en posesión de la gracia de Urbano, y hablaban del flamenco con elogios escasos, fríos e inoportunos, afirmando que sólo era capaz de hacer pequeños modelos de algunos puttos, u otras cosas de poca importancia”.

La escultura se ha perdido, tal vez enajenada en siglos posteriores, pero el cuadro de Mallerini, realizado para la familia Barberini, conserva su recuerdo: Cristo de marfil aparece colocado en un nicho forrado de terciopelo rojo, a sus pies un libro en escorzo y una lámpara de jarra. Esta composición es típica de Mallerini, que elaboró repetidamente escenas similares en las residencias de los Barberini, transformando objetos en reliquias domésticas muy evocadoras.

Con esta obra, las colecciones vaticanas añaden una pieza preciosa a la historia del coleccionismo barroco romano y barberiniano, devolviendo la visibilidad a una obra maestra perdida.

Los Museos Vaticanos adquieren un cuadro que representa un antiguo crucifijo perdido
Los Museos Vaticanos adquieren un cuadro que representa un antiguo crucifijo perdido


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