Una petición para que Francia no preste eltapiz de Bayeux a Inglaterra. La lanzó en Change.org Didier Rykner, director histórico de La Tribune de l’Art, una de las revistas de arte más seguidas en Francia, y en aproximadamente un mes ya ha alcanzado casi 50.000 firmas. El préstamo del tapiz, una importantísima obra del siglo XI de 70 metros de largo que narra la invasión normanda de Inglaterra en 1066 y se conserva en el Museo del Tapiz de Bayeux (Normandía), se concedió gracias a un acuerdo firmado entre Francia e Inglaterra, formalizado por el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, y estipula que desde septiembre de 2026 hasta julio de 2027, el tapiz de Bayex se expondrá en el Museo Británico.
En contra del préstamo, anunciado a principios de julio, tomó partido el propio Rykner, que poco después del anuncio del intercambio cultural escribió un largo editorial en La Tribune de l’ Art explicando las razones de su oposición. Inmediatamente al principio de su artículo, Rykner cita la opinión de Antoine Verney, Director de los Museos de Bayeux, según la cual “el préstamo de la obra es considerado inconcebible por todos los socios, a la luz de lo que se sabe sobre su estado de conservación actual”. Y para Verney, el préstamo no es más que un “truco publicitario” por el que no se debe correr el riesgo de poner en peligro el tapiz, precisamente por su fragilidad.
Por el momento, sin embargo, el préstamo está sujeto a un plan técnico que debe evaluar con precisión las condiciones de conservación y exposición del tapiz. Se trata de un proyecto que moviliza desde hace cuatro años a un comité internacional de conservadores, historiadores del arte y restauradores especializados en objetos textiles, pero aún no se ha elaborado un informe detallado sobre el estado de conservación, que deberá traducirse en un pliego de condiciones para posibles trabajos de conservación, cuando no de restauración. Vemos pues“, escribe Rykner, ”que el conservador no se compromete a un futuro préstamo, aunque no lo descarta“. Otros se muestran aún más prudentes sobre la posibilidad de que el tapiz viaje”. Es el caso de las restauradoras Isabelle Bédat y Béatrice Girault, que trabajaron en esta obra durante su última conservación, en 1981-1983. Bédat explicó a Rykner que si la obra, que tiene mil años, ha llegado hasta nosotros en aparente buen estado, se debe esencialmente a que apenas se ha movido y siempre ha estado guardada en la catedral, al abrigo de la luz, y expuesta sólo unos diez días al año. La obra no ha sido restaurada (Antoine Verney confirma que la última restauración data del siglo XIX): la intervención de 1981-1983 no fue, de hecho, una restauración en sentido estricto. Girault descarta incluso categóricamente la idea de que el tapiz pueda viajar: “Cada vez que lo manipulamos, perdemos un poco de materia y, por tanto, de resistencia, ya sea el lino del tejido de base o la lana del bordado. El problema no es la edad: es el tamaño. No podemos transportarlo como un cuadro en un cajón. No podemos enrollarlo porque es demasiado fino y eso provoca arrugas y tensiones [...] El bordado en sí no necesita consolidarse, pero el más mínimo roce, los pliegues del mundo hacen que se suelten pequeñas fibras”. En su opinión, ni siquiera una restauración puede excluir un transporte sin riesgos. Es todo el material el que es frágil en sí mismo y requiere la menor manipulación posible", añade.
Hay otra cuestión: un préstamo de este tipo sentaría un precedente. Se trataría de hecho de un préstamo político, y partiendo de este supuesto sería entonces difícil rechazar para algunos que podrían exigir el tapiz lo que se ha aceptado para otros. “Todo esto es peligroso para la obra”, concluyen los dos restauradores. “Por tanto, es evidente que lo que el simple sentido común sugiere a cualquier amante del arte”, dice Rykner, “a saber, que no se mueve sin motivo un tejido de 70 metros de largo que es una de las obras más preciosas de la humanidad, es una observación compartida por los profesionales. Se ha lanzado la idea, hay que darles toda la palabra y permitirles decidir, con total independencia, sobre la viabilidad o no de este préstamo”. En esencia, la hipótesis del préstamo se tacha de “no absurda en principio, pero irresponsable en la práctica. No debemos restaurar una obra que no lo necesita para hacerla transportable. Tampoco debemos utilizar las obras de arte más valiosas y frágiles para la diplomacia”.
En el texto de la petición, Rykner añade también que la indiferencia de los políticos ante el estado del tapiz de Bayeux es condición suficiente para que la obra se vea gravemente amenazada. Los restauradores, reza la petición, “son categóricos: además de los riesgos habituales asociados al transporte (nunca se puede descartar ningún accidente), las alteraciones ya observadas corren el riesgo de agravarse y podrían producirse nuevos daños. Los riesgos identificados son numerosos y muy probables: desgarros, extensión de desgarros existentes, caída de material, rotura de hilos de tejido”. Por ello, la petición pide al Presidente Macron que abandone este proyecto. Quienes deseen sumarse a las firmas pueden hacerlo a través delenlace correspondiente.
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No al préstamo del tapiz de Bayeux a Inglaterra: una petición reúne casi 50.000 firmas |
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