Cancellato, de Federculture: "Gran potencial pero sector frágil, los contratos tendrán que cambiar


El sector de la cultura en Italia tiene un gran potencial, pero es frágil: para mejorarlo hay que cambiar los contratos de los trabajadores e iniciar políticas de desfiscalización. Tratamos estos temas en una entrevista con Andrea Cancellato, presidente de Federculture.

El 14 de julio se presentó en el Ministerio de Cultura de Roma el informe Federculture 2022 (ya habíamos hablado de él aquí), en presencia de la dirección de Federculture, del ministro de Cultura, Dario Franceschini, y del concejal de Cultura de Roma Capitale, Miguel Gotor. Un informe que, como han señalado varios comentaristas, tiene el mérito de no perderse en retórica y de ofrecer una instantánea clara, aunque sin pesimismo, de un sector en dificultades. Y de proponer soluciones. Como explica Federculture, que es una federación de “empresas, sociedades, organismos cuya actividad tiene por objeto la promoción, la producción y la gestión en el ámbito de la cultura, el turismo, los servicios, el deporte y el ocio”, el informe 2022 está dedicado en particular al tema del trabajo cultural, “un tema que, también como consecuencia de la crisis tras la pandemia de Covid-19, ha emergido con fuerza creciente y hoy, en particular, sitúa en el centro del debate la cuestión del reconocimiento del trabajo en el sector cultural”. Por ello, decidimos entrevistar a Andrea Cancellato, presidente de Federculture con una larga trayectoria en el sector, sobre estas cuestiones en particular. “El resultado económico ya no puede conseguirse a costa de los trabajadores, sino como consecuencia de una mejor organización de los servicios”, explica, entre otras cosas.

Andrea Cancellato. Fotografía de Gianluca Di Ioia
Andrea Cancellato. Foto de Gianluca Di Ioia

LB. Empecemos con un resumen del informe, que relata una gran dificultad en el sector. ¿Qué ha ocurrido desde 2020?

AC. Los datos que recogemos en el informe de este año muestran claramente cómo la pandemia y los cierres y medidas asociadas para frenar las actividades y la vida social han tenido repercusiones muy importantes. El bloqueo del turismo, por un lado, y las restricciones a la vida social de los ciudadanos, por otro, han provocado una profunda crisis del sector cultural en todos sus ámbitos, desde el ocio hasta las actividades museísticas y expositivas. Las cifras son bastante explícitas, por citar algunas: Istat en el bienio 2019-2021 registra un drástico descenso de la participación cultural: 81% menos de ciudadanos acudieron a las salas de cine, -85% al teatro; 72% menos a los museos y -82% a los conciertos. Ciertamente, en el año en curso hay claros signos de repunte, con exposiciones, eventos y conciertos que vuelven a llenarse de gente -basta pensar en el éxito de la Feria del Libro de Turín, por ejemplo, o en los grandes conciertos de verano que agotan las entradas-, lo que augura una rápida recuperación. Pero el impacto de estos dos años ha sido “abrumador” y, aunque las intervenciones del Gobierno en apoyo del sector han sido oportunas y eficaces -hay que reconocer en este sentido el compromiso del Parlamento y del Ministro Dario Franceschini-, para remontar la pendiente y volver a crecer, creemos que hacen falta más medidas “estructurales” a largo plazo y reformas concretas.

¿Cuáles son, en resumen, estas propuestas?

Por eso hemos presentado una serie de propuestas al legislador y al Gobierno. Entre ellas, la desfiscalización del consumo cultural, por analogía con los gastos médicos y farmacéuticos, la bajada y equiparación del IVA para los productos culturales; la reinstauración de la ley del “2%” en obras e infraestructuras públicas para fomentar una gran temporada de encargos públicos culturales y artísticos; la refinanciación y potenciación del Fondo para la Cultura, tanto en su versión a favor de las obras públicas en el ámbito cultural, como en calidad de Fondo de Garantía para las inversiones e iniciativas de entidades privadas. Sobre estas cuestiones se viene desarrollando desde hace tiempo una interlocución positiva con los responsables políticos, más de una orden del día votada en el parlamento ha comprometido a las cámaras en esta dirección, pero la crisis de gobierno y el final anticipado de la legislatura imponen un duro revés a todo proceso iniciado, produciendo daños de difícil reparación.

En comparación con los últimos informes, el de 2022 dedica un espacio diferente al trabajo dependiente, autónomo y precario: ¿a qué se debe esta elección?

Federculture es ante todo un sindicato de empresa. Representamos a las numerosas empresas y organizaciones culturales que aplican nuestro convenio, por lo que la cuestión del trabajo ocupa un lugar central en nuestras actividades. Y también en lo que respecta al trabajo cultural, los dos últimos años han puesto de manifiesto fragilidades y criticidades nuevas y preexistentes a la crisis actual. Los datos del Informe también hablan por sí solos: en los dos años de pandemia, el empleo cultural ha disminuido un 6,7% y, en los ámbitos más estrictamente culturales, la caída llega al 11%. Además, la cuestión del reconocimiento del trabajo en el sector cultural ha surgido con fuerza creciente y está en el centro del debate. Por ello, hemos considerado que había llegado el momento de profundizar en esta cuestión, empezando por esbozar un panorama actualizado de los distintos aspectos del trabajo cultural. Las contribuciones que hemos recogido en este volumen, de muchos autores comprometidos en este “frente”, nos cuentan desde diversos puntos de vista los problemas, a veces los dramas, las oportunidades y las posibilidades que el trabajo cultural aporta a nuestro país. No es fácil, incluso en Italia hay diferentes niveles en los que se desarrolla la producción y la fruición cultural: los de las estructuras, públicas y privadas, garantizadas dentro del cerco de las contribuciones públicas (las que a pesar de la pandemia han cerrado 2021 y, antes, 2020 con presupuestos en negro), los de las muchas asociaciones y estructuras de base que tienen su forma natural de vida en la precariedad, los del sector privado social y cultural que dentro del clima de competencia nacional e internacional todavía se las arreglan para producir eventos y proyectos culturales de gran impacto social y económico y que no siempre gozan de financiación pública.

Recientemente, y en el informe, la asociación señalaba la urgencia de aplicar el contrato Federculture a todos los trabajadores del sector, lo que hoy ocurre en menos del 30% de los casos. ¿Por qué han llegado al convencimiento de que éste es el camino a seguir?

Es precisamente la observación de lo que se mueve en nuestro sector y la recopilación de datos y testimonios lo que nos ha demostrado que hoy el trabajo cultural ya no es y no sólo meramente creativo y poético, sino que está fuertemente ligado a una verdadera profesionalidad, que produce “cosas” que tienen un “mercado”, que contribuye a los buenos resultados del sector cultural, y que no es sólo creativo y poético, sino que es un “mercado”.mercado", que contribuye a los buenos resultados de proyectos e iniciativas, que participa en el conjunto de servicios de un país que es consciente de que la cultura es fundamental para la calidad de vida y de las comunidades, y que, como en otros ámbitos de la economía, exige una evaluación adecuada. Tenemos ante nuestros ojos un sector con un gran potencial, pero frágil, en el que se encuentran elevados niveles de profesionalidad y calidad del trabajo junto a una precariedad endémica y unas garantías y disposiciones organizativas fragmentarias. Creemos que el contrato es el principal instrumento para acordar con los trabajadores el camino común que, partiendo de responsabilidades diferentes, una a todos hacia el objetivo de un mayor y mejor disfrute de la cultura en Italia. Junto al contrato, nuestro compromiso es redactar y firmar, en breve, una especie de Estatuto de los Derechos de los Trabajadores de la Cultura, un instrumento quizás del siglo pasado pero útil para recordar a todos, a nosotros los primeros, qué y quién hace el trabajo cultural.

Hoy se aplican diferentes contratos, empezando por los Multiservizi, en muchos sitios estatales, empezando por el Coliseo o Pompeya. ¿Cómo se ha manifestado el Ministerio a favor de una reorganización positiva de los contratos?

La falta de homogeneidad contractual presente en los servicios concesionarios de muchos sitios, no sólo del Estado, es uno de los aspectos que hemos constatado y que caracteriza innegablemente al sector. Creo que los contratos aplicados por las empresas concesionarias de servicios culturales deberán cambiar y adaptarse a un nuevo y más completo instrumento de relaciones sindicales. El resultado económico ya no puede lograrse en detrimento de los trabajadores, sino como fruto de una mejor organización de los servicios. También a este respecto las experiencias internacionales serán bienvenidas para completar el camino hacia un contrato único para la cultura.

En 2023 se cumplirán 30 años de la ley Ronchey, que introdujo servicios adicionales para museos y bibliotecas. El próximo informe Federculture será una especie de balance de estos treinta años de reformas. ¿Cómo valora el impacto de la ley hasta la fecha?

No creo que haya nadie que quiera volver atrás. Todo el mundo tiene claro que los llamados servicios adicionales son imprescindibles para completar una propuesta cultural realmente integradora y completa. ¿O queremos volver a cuando no se podía tomar café en un museo? Luego, no hay la misma calidad en todas partes, pero en conjunto se trata de una reforma de absoluta importancia, cuyo alcance en términos de innovación en la gestión de los equipamientos culturales es incuestionable. En cualquier caso, haremos una valoración colegiada del alcance de esta ley y de posibles propuestas de mejora en la dirección de ampliar la capacidad de iniciativa autónoma de museos y bibliotecas.


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