Hasta el 11 de enero de 2026, el Museo Etrusco Guarnacci de Volterra acoge Gli sposi riflessi. Paolo Gioli in Volterra, un proyecto expositivo que idealmente trae de vuelta a la ciudad etrusca al artista Paolo Gioli (Sarzano, 1942 - Lendinara, 2022) cuarenta años después de la primera presentación de sus obras inspiradas en la colección del museo. La exposición, promovida por el Ayuntamiento de Volterra, la Fondazione Musei Senesi, los Museos Municipales de Volterra y GIAN - Gruppo Fotografico Volterra, con el apoyo de la Fondazione Monte dei Paschi di Siena y Autolinee Toscane como socio de movilidad, forma parte del programa del Proyecto Etrusco 85/25, promovido por la Región de Toscana, que celebra la temporada cultural inaugurada en 1985 y su impacto en la valorización del patrimonio etrusco.
La exposición marca un retorno simbólico y al mismo tiempo una reflexión sobre la relación entre arte contemporáneo y arqueología, memoria e identidad. Paolo Gioli, fallecido en 2022, fue un artista capaz de cruzar la pintura, la fotografía y el cine experimental conuna libertad que siempre desafió los límites de los lenguajes. Su presencia hoy en Volterra es una forma de devolver a la ciudad una parte significativa de su carrera y de reactivar un diálogo entre sus obras y los antiguos testimonios etruscos que las inspiraron.
La exposición reúne un corpus de Polaroids y un vídeo de artista, seleccionados entre los que Gioli había presentado entre 1984 y 1985 en las exposiciones Il volto inciso y Gli sposi riflessi, acogidas entonces en el Palazzo dei Priori. Se trata de obras que, mediante superposiciones, transparencias y desdoblamientos, relacionan los rostros vivos de sujetos contemporáneos con los esculpidos en urnas cinerarias etruscas conservadas en el museo. Gioli extrae de ellas imágenes híbridas, en las que el tiempo se estratifica y el material fotográfico se convierte en un lugar de encuentro entre pasado y presente. Las figuras antiguas parecen despertar de un sueño milenario, mientras que los rostros modernos se ofrecen a una forma de metamorfosis, disolviéndose en la piedra y tomando su consistencia.
El propio artista describió su visión en 1984 con palabras que hoy suenan como un manifiesto poético de su obra: “Pensé en dar vida a los rostros cenicientos sobre los sarcófagos de curiosa forma televisiva”. Una afirmación que ya contiene la idea de transformar la fotografía en un gesto de restitución simbólica, capaz de devolver la vida a lo que el tiempo ha vuelto inmóvil. En sus imágenes, los “muertos desconocidos” del mundo etrusco encuentran una especie de identidad renovada, un rostro en el que la memoria se entrelaza con la imaginación.
Para Fabrizio Burchianti, director del Museo Etrusco Guarnacci, la exposición representa “una experiencia de profundo valor”, capaz de revelar la actualidad de la mirada de Gioli y la originalidad de su enfoque de la estatuaria antigua. Las obras creadas a partir de las urnas y sarcófagos del museo demuestran cómo la creatividad contemporánea puede aportar nuevas lecturas del patrimonio arqueológico, manteniendo vivo un diálogo entre épocas y sensibilidades diferentes.
La exposición no es, por tanto, una simple retrospectiva, sino un ejercicio de conexión temporal. Las Polaroids de Gioli, de frágil consistencia y carácter experimental, se convierten en fragmentos de memoria visual que dialogan con superficies esculpidas de hace dos mil años. La materia de la fotografía -esa pátina inmediata e imperfecta que surge del contacto directo entre luz y soporte- adquiere aquí un valor ritual, en el que la imagen no es sólo representación sino acto de presencia.
La investigación de Gioli sobre la fotografía instantánea ha ido siempre acompañada de un interés por la técnica como lenguaje simbólico. El artista ha definido la Polaroid como un “incunable húmedo de la historia moderna”, destacando cómo en ella conviven el gesto artesanal y la invención tecnológica. Asimismo, su uso de los procesos estenopeico y de impresión manual traduce una idea de la fotografía como cuerpo vivo, capaz de retener el tiempo y devolverlo en forma de imagen.
Nacido en Sarzano (Rovigo) en 1942, Gioli había estudiado pintura y vivió un periodo formativo en Nueva York en 1968, cuando la escena artística estadounidense experimentaba nuevas formas de lenguaje entre la performance, el vídeo y la fotografía conceptual. A su regreso a Italia, optó por dedicarse a la investigación de la visión, construyendo sus propias herramientas fotográficas e inventando técnicas fotográficas autónomas. Su obra, refractaria a cualquier clasificación, se ha movido siempre en la frontera entre cuerpo e imagen, ciencia y poesía, luz y materia.
La presencia de sus obras en Volterra, en el contexto del Museo Guarnacci, no sólo pretende ser una conmemoración histórica, sino también una oportunidad para reflexionar sobre cómo el arte contemporáneo puede convertirse en una herramienta de interpretación del pasado. En este sentido, la exposición se inscribe plenamente en el espíritu del Proyecto Etrusco 85/25, que la Región de Toscana ha promovido en colaboración con la Fondazione Musei Senesi, AMAT - Associazione dei Musei e Parchi Archeologici della Toscana, la Provincia de Siena y la Secretaría Regional del Ministerio de Cultura.
La iniciativa pretende celebrar la temporada cultural que comenzó en 1985, cuando la Toscana promovió una nueva visión de la arqueología como instrumento de identidad territorial y diálogo con la contemporaneidad. Cuarenta años después, aquel programa revive en una red de eventos y exposiciones en la que participan museos, instituciones y artistas, con el objetivo de relanzar una forma de ver a los etruscos no como un testimonio estático, sino como un patrimonio vivo y una fuente de inspiración para el presente. Paolo Gioli en Volterra se inscribe, por tanto, en un camino más amplio de reflexión sobre cómo la cultura etrusca sigue resonando en la sensibilidad actual. Las obras del artista, suspendidas entre la fotografía y la escultura, entre el rostro humano y la efigie de piedra, pretenden mostrar cómo la memoria puede transformarse en lenguaje visual, y cómo la arqueología, leída a través del arte, se convierte en una experiencia tanto emocional como cognitiva.
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Paolo Gioli regresa a Volterra: un diálogo entre el rostro, el tiempo y la memoria etrusca |
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