Del 20 de septiembre de 2025 al 11 de enero de 2026 las salas del Palazzo Reale de Milán acogerán la exposición Leonora Carrington, una retrospectiva (la primera en Italia), con más de 60 obras, que reconstruye la vida y la trayectoria de la surrealista británica Leonora Carrington (Clayton Green, 1917 - Ciudad de México, 2011). Ciudad de México, 2011), una artista que, partiendo de su Lancashire natal, de raíces celtas, vivió en Florencia, París, el sur de Francia, España y Nueva York, y finalmente en México, donde se estableció definitivamente y donde desde hace tiempo es celebrada como una de las artistas más importantes, junto a Frida Kahlo y Remedios Varo. La exposición está promovida por el Ayuntamiento de Milán-Cultura, producida por Palazzo Reale, MondoMostre, Civita Mostre e Musei y Electa, y realizada gracias a Gruppo Unipol, socio principal, y Pirola Pennuto Zei & Associati, socio premium.
La iniciativa forma parte del programa de laOlimpiada Cultural de Milán Cortina 2026 y tiene como objetivo ofrecer una visión de la producción artística y la identidad intelectual de Leonora Carrington a través de un itinerario articulado de pinturas, dibujos, fotografías y materiales de archivo, explorando todo el arco de su vida creativa, desde sus orígenes en Europa hasta sus raíces en México, su segunda patria, tratando de restaurar el espacio que merece dentro de la historia del arte moderno y contemporáneo. El proyecto, comisariado por Tere Arcq y Carlos Martín, está en continuidad con la retrospectiva dedicada a Leonor Fini(aquí nuestra reseña) que, de nuevo en el Palazzo Reale de Milán bajo el comisariado de los dos estudiosos, se clausura en julio tras casi seis meses de exposición. Fini y Carrington: ambas mujeres, vinculadas, aunque de distinta manera, al movimiento surrealista, revolucionarias e inconformistas.
La exposición reúne un núcleo de obras procedentes de importantes instituciones internacionales y colecciones privadas, testimonio de la resonancia mundial de la figura de Leonora Carrington. Entre los prestigiosos prestamistas figuran el Museo de Arte de Dallas, el Instituto de Arte de Chicago y el Goddards Charles B. Center de Estados Unidos, el Banco Nacional de México, FAMM (Femmes Artistes du Musée de Mougins) de Francia, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea - GNAM de Roma, Frahm & Frahm, así como numerosos coleccionistas privados de todo el mundo que han contribuido generosamente al proyecto expositivo. Después de Milán, la exposición Leonora Carrington se presentará en París, en el Museo del Luxemburgo.
Leonora Carrington fue pintora, escultora, escritora, dramaturga y pionera del pensamiento feminista y ecológico. Su obra mezcla sueño y realidad, magia y política, mito y psicología, dando forma a un mundo complejo y polifacético que elude toda categorización. El proyecto expositivo pretende restituir la riqueza polifacética de Carrington en la primera exposición monográfica que se presenta en Italia: artista transnacional y extraterritorial, madre, exiliada, intelectual radical e incansable exploradora de la conciencia. Sus investigaciones encuentran resonancias en temas contemporáneos y han tenido un eco póstumo excepcional, sobre todo tras su inclusión en la Bienal de Venecia de 2022, que tomó como título y lema uno de sus cuentos: La leche de los sueños. Esta exposición pretende continuar ese camino de afirmación y reconocimiento, celebrando a Leonora Carrington como una de las artistas más influyentes y revolucionarias del siglo XX, capaz de dialogar con las nuevas generaciones y de estimular profundas reflexiones sobre el papel del arte y del conocimiento.
La exposición propuesta pretende hacer accesible su mundo caleidoscópico y su densa personalidad intelectual también a nuevos públicos, a través de una amplia selección de obras y documentos que muestran sus múltiples y heterogéneas creaciones.
En la exposición se abordan varios temas. En primer lugar, la profunda conexión con Italia, que fue una etapa decisiva en la formación de Carrington; en particular, en la Florencia de principios de los años treinta consolidó su decisión de dedicarse al arte y absorbió influencias pictóricas esenciales, que siempre permanecerán en su imaginario, como las de los pintores de los siglos XIV y XV, fundamentales para toda su carrera.
A continuación, la exposición aborda temas que van del cuerpo femenino a la psique humana, del folclore a las estructuras de poder, revelando una visión personal y universal leída desde el presente, una capacidad por parte de la artista para anticiparse a cuestiones que hoy están en el centro del debate cultural. Sus criaturas fantásticas, símbolos alquímicos y figuras mitológicas se convierten en herramientas para investigar la condición humana, abriendo nuevas posibilidades para interpretar el presente.
Leonora Carrington fue también una mujer, cosmopolita, apátrida, superviviente de la guerra y del internamiento psiquiátrico. Sobrevivió a la enfermedad mental y al exilio. Los primeros años de su vida estuvieron marcados por la huida: tras conseguir estudiar en Italia, a pesar de la oposición de su padre, entró en contacto con los surrealistas y huyó con ellos del asfixiante control de la figura paterna y de la violencia de la guerra y de Europa. Se refugió en México, donde reconstruyó su identidad y su arte. Poco antes de su estancia en México, había estado ingresada en un hospital psiquiátrico de Santander, en la España del primer franquismo, donde fue sometida a un tratamiento traumático en condiciones inhumanas, experiencia que relató en su extraordinario libro Abajo. Su obra y su vida reflejan una profunda resiliencia y capacidad de transformación: frente al trauma, fue capaz de convertir el dolor en creatividad y denuncia.
También son importantes los temas de laecología y el feminismo. Leonora Carrington fue pionera del ecofeminismo, entretejiendo en su obra la defensa de la naturaleza y los derechos de la mujer. Su arte y su pensamiento enfatizan el vínculo entre la mujer y el medio ambiente, denuncian la actitud depredadora del hombre y promueven la autonomía femenina y el respeto a la vida en todas sus formas a través de metáforas muy personales sobre la fertilidad. Siempre ha defendido, además, un “feminismo de conciencia”, consciente e integrador de todos los géneros, en una visión armónica del mundo inspirada en los principios de la alquimia.
Laimaginación de cuento de Leonora Carrington también se despliega en sus historias como un territorio sin límites, donde lo fantástico y lo onírico se entrelazan con elementos de fábula y cuento. Sus historias están pobladas de animales parlantes, metamorfosis inesperadas y escenarios en los que lo absurdo convive aparentemente con lo cotidiano, como en el universo de su admirado Lewis Carroll. Carrington utiliza la lógica intuitiva de los cuentos infantiles para crear universos en los que la transformación y la libertad son posibles, desafiando las normas de la realidad y la moral tradicional. Sus cuentos y pinturas muestran criaturas híbridas, niñas que conversan con hienas, árboles que persiguen a los pequeños y reinas que se bañan en leche de cabra. La autora transforma los cuentos de hadas en espacios de rebelión y crítica, donde el humor, el horror y la magia se mezclan para subvertir los roles de género y las jerarquías sociales. Así, la imaginación de Carrington no es sólo evasión, sino un acto de creación y resistencia.
Los mitos olvidados y los conocimientos recuperados constituyen el núcleo de su arte. Las corrientes esotéricas a lo largo de la historia, las mitologías que han caído en el olvido y las artes adivinatorias son temas que interesan a Carrington por considerarlos una vía alternativa de acceso al inconsciente y a los enigmas del ser humano y la naturaleza. En México, junto a la pintora española Remedios Varo y la fotógrafa húngara Kati Horna, se adentra en el mundo de la magia, entendida por las tres como una herramienta para recuperar poderes femeninos “prohibidos”. Los libros de magia, alquimia, astrología y tarot ocupan un lugar privilegiado en su biblioteca, además de proporcionarle iconografías que utiliza una y otra vez en su obra, buscando devolver a estas formas de conocimiento el lugar que se les ha robado a lo largo de la historia.
Por último, la exposición abordará tres temas distintivos del arte de Leonora Carrington y, a su vez, interconectados: el matriarcado, la cocina y laalquimia. Carrington exploró el concepto de matriarcado a partir de un espacio doméstico (la cocina) y uno de los saberes prohibidos del pasado (la alquimia) como ejes espaciales, creativos y simbólicos. En sus obras, la cocina se transforma en un espacio de poder y ritual femenino, donde la preparación de los alimentos se convierte en un acto mágico y alquímico. Carrington veía la cocina como un taller y un altar donde las mujeres, figuras centrales y matriarcales, llevan a cabo procesos transformadores, mezclando ingredientes y conocimientos ancestrales, mientras comparten confidencias en un espacio seguro. Sus libros de cocina y pinturas fusionan la cocina con el misticismo, destacando la importancia de la creatividad, la espiritualidad y la autonomía femenina en las esferas doméstica y artística.
La exposición se divide en cinco núcleos, algunos cronológicos, otros temáticos, cada uno dedicado a un momento crucial del recorrido artístico y existencial de Leonora Carrington.
La primera sección se titula El Grand Tour de Leonora y comienza con su educación y el Grand Tour que la llevó de Inglaterra a Francia, Suiza e Italia, un momento evocado en la serie Hermanas de la Luna (1932-1933), creada entre los 15 y los 16 años. Esta amplia serie está protagonizada por mujeres imaginarias, poderosas y dotadas de enigmáticos conocimientos, que generan una especie de cosmogonía alternativa dominada por lo femenino y criaturas imaginarias o bestias fantásticas que conviven con los seres humanos. En estas obras de su primera juventud ya se intuyen los que serían sus intereses más profundos en la vida: la sororidad, la imaginación afabulatoria, el componente literario, la invención de mitologías y algunos aspectos esotéricos como la astrología. La segunda sección es La Mariée du vent: el surrealismo, de Saint-Martin d’Ardèche a Nueva York. Esta sección toma como título el apodo que recibió de su compañero durante los años de su asociación con el Surrealismo, Max Ernst, quien la apodó: “la novia del viento” en el prólogo escrito para uno de los cuentos de Carrington. Fue en el Surrealismo donde Carrington, como escritora y pintora, comenzó a dar forma a un mundo personal y a encontrar su propia voz. En este apartado destacan las creaciones realizadas para la obra de arte total que fue la casa compartida con Ernst en Saint-Martin d’Ardèche, en el sur de Francia. Leonora Carrington sufrió entonces, como la mayoría de los europeos, la experiencia de la guerra. Pero, además, también sufrió la experiencia de la enfermedad mental y la reclusión (durante su etapa española en un sanatorio de Santander), así como el trauma del exilio, cuando buscó el calor del otro lado del Atlántico, lejos del mundo en guerra, en Nueva York, junto a otros surrealistas. La exposición incluye obras clave de ese periodo de exilio, para ella sin retorno, donde ya se estaba forjando un lenguaje maduro: Garden Bedroom (1941), Caballos (1941) o La joie de patinage (1941), en diálogo con la obra maestra de Ernst The Spanish Physician (1940), gran metáfora de la experiencia de la pintora, con una Carrington huidiza como protagonista.
Continuamos con la tercera sección, Spesamento: bilocación e imaginación de cuento de hadas. Durante toda la infancia de Leonora, y a lo largo de toda su vida, los cuentos de hadas y el género de fantasía y aventura encenderían su imaginación. En Crookhey Hall, la casa de su infancia, su madre Maureen Moorhead y su niñera Mary Kavanaugh, ambas de ascendencia irlandesa, le contaban mitos celtas y cuentos de algunos de sus autores favoritos: Lewis Carroll, Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm, James Stephens y Jonathan Swift. Cuando Leonora Carrington se instaló en México y estableció su hogar y su familia en la segunda mitad de la década de 1940, volvieron los recuerdos oníricos y fantasmales de su crianza en aquella mansión de Lancashire. Su obra vivió la experiencia de la bilocación, de estar en dos lugares a la vez: su hogar en el nuevo mundo y sus recuerdos infantiles de una Europa lejana que permanecían vivos en su inconsciente; su ser madre y su ser, de nuevo, una niña desvalida. Todo ello se materializa en una serie de obras en las que encuentra su voz definitiva y madura, empezando por la obra maestra Las tentaciones de san Antonio (1945), donde dialoga con la pintura renacentista italiana y flamenca, pero también otras en las que el formato de la predela, el uso del temple o la atmósfera de la conversación sagrada la retrotraen a su formación florentina, como Los elementos (1946) o La guardería nocturna Todo (1947). Esta mirada hacia atrás, con una estética más sosegada y una maestría técnica innegable, marca también un hito importante en su carrera, ya que su primera exposición individual tuvo lugar en 1948, en la galería Pierre Matisse de Nueva York.
La cuarta sección se titula El viaje de la heroína. La investigación de Carrington se dirige a esos lugares oscuros del conocimiento en los que coexisten la luz y la sombra, espacios que son investigados por los diversos alter egos de la artista, las “heroínas” femeninas. Joseph Campbell, autor del famoso estudio sobre la estructura narrativa titulado El viaje del héroe, creía que cuando se produce una disolución de la estructura social del inconsciente, el individuo necesita encontrar algo nuevo, y el único camino posible es embarcarse en un viaje heroico, una nueva búsqueda que se aleja de la tradición religiosa canónica. Esta sección explora la obra y la biografía de Carrington como transcripción femenina de ese “viaje del héroe”. Leonora Carrington pasó su vida, como recuerda su hijo Gabriel, “siempre buscando mapas interiores que la ayudaran a navegar por su vida visionaria y sus demonios internos”, y su hoja de ruta fue una rica y compleja cartografía de tradiciones místicas y espirituales extraídas de enseñanzas antiguas y más contemporáneas. Un ejemplo destacado es El mago Zoroastro encontrándose con su propia imagen en el jardín (1960), donde, a la inteligente y singular manera sincrética de Carrington, representa la doble imagen del profeta, también conocido como Zaratustra y fundador de la antigua religión persa, el zoroastrismo, con versos de la obra de Percy Shelley Prometeo desencadenado. A principios del siglo XX, México estaba animado por prácticas esotéricas en competencia, como el espiritismo, la masonería, el gnosticismo y la teosofía de Madame Blavatsky, pero particularmente atractivas para Carrington eran las ideas del místico ruso-armenio George I. Gurdjieff hacia la evolución de la conciencia, evidentes en obras como Bajo la rosa de los vientos (1955).
Para concluir con la sección La cocina alquímica: inspirada en un término acuñado por Susan Aberth, esta sección examina cómo Carrington incorporó a su obra una incursión en las tradiciones mágicas, no sólo utilizando simbolismos arcanos, sino también representando complejas nociones de las alteraciones temporales y espaciales que se producen en torno a esta “cocina alquímica”. La cocina se convirtió en una metáfora de las operaciones herméticas, un lugar tradicionalmente asociado al trabajo y las limitaciones femeninas se convirtió en el escenario en el que las mujeres podían reclamar sus poderes a través de la alquimia, la magia y la hechicería. En México, el interés de Carrington por la cocina, que comenzó durante sus idílicos tiempos en Saint-Martin-d’Ardeche, se enriqueció tras el descubrimiento de nuevos y fascinantes ingredientes para la preparación de alimentos, así como de la variedad de hierbas y plantas que se encontraban en el mercado de brujas de Sonora para ser utilizadas en hechizos y pociones.
Un interior rojo con un fogón, típico de la región de Puebla, se convierte en el escenario del cuadro La cocina aromática de la abuela Moorhead (1974), donde un grupo de misteriosos personajes, entre los que se incluyen animales y humanos, cocinan tortillas y muelen maíz alrededor de una mesa dentro de un círculo de hechizos mágicos bajo la mirada de un enorme ganso y una bruja. Significativamente, utilizó una referencia al lugar donde el mole, uno de los tesoros gastronómicos más famosos del país, fue creado por humildes monjas en un convento mezclando los pocos ingredientes que tenían para complacer a un arzobispo visitante. Como en muchas de sus obras, el escenario se convierte en un lugar de reempoderamiento femenino en el que su interés por el esoterismo, la transformación y la imaginación se funden con el simbolismo de la comida, dando forma a una visión en la que el acto de cocinar se convierte en una práctica mágica, ritual y profundamente creativa.
El catálogo de la exposición ha sido publicado por Electa, con textos de Gabriel Weisz Carrington, Catedrático de Literatura Comparada de la UNAM, México; Karla Segura Pantoja, Catedrática de la Universidad de Lyon, Francia; Susan Aberth, Catedrática Edith C. Blum. Blum Chair of Art History and Visual Culture, y coordinadora del programa de Teología del Bard College; Kristoffer Noheden, escritor e investigador del Departamento de Estudios Mediáticos de la Universidad de Estocolmo; y Carlos Martín y Tere Arcq, co-comisarios de la exposición.
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Milán acoge la primera exposición en Italia sobre Leonora Carrington, 60 obras en el Palazzo Reale |
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