Cigoli y su Inmaculada Concepción con la luna de Galileo en la basílica de Santa Maria Maggiore


En 1610, Ludovico Cardi, conocido como Cigoli, comenzó un fresco mariano con la iconografía de la Inmaculada Concepción, pero con una fuerte novedad: la luna pintada según los descubrimientos de Galileo. En una de las basílicas papales, Santa Maria Maggiore.

Galileo Galilei y Ludovico Cardi, conocido como Cigoli, eran muy buenos amigos: tenían casi la misma edad (el científico nació en 1564, el artista en 1559), se habían conocido en Florencia cuando eran jóvenes y nació entre ellos una fuerte amistad que duró toda la vida, entre otras cosas porque ambos alimentaban las mismas pasiones. A Galileo le encantaba pasar su tiempo libre haciendo dibujos, y Cigoli, por su parte, se interesaba mucho por la ciencia y la astronomía.

Ludovico Cardi conocido como Cigoli, Frescos de la Capilla Paulina; 1610-1612; Roma, Santa Maria Maggiore
Ludovico Cardi conocido como Cigoli, Frescos de la Cappella Paolina; 1610-1612; Roma, Santa Maria Maggiore. Crédito de la foto

Nos queda una densa correspondencia: las cartas que han llegado hasta nosotros abarcan un periodo de tiempo que va de 1609 a 1613 (año de la muerte de Cigoli) y fueron publicadas en 2009 en un volumen editado por Edizioni ETS (puede encontrar un bonito artículo sobre esta correspondencia en el blog Letteratura artistica ). Gracias a esta amistad cobró vida una de las mayores y más modernas obras maestras de Cigoli: el fresco conocido como laInmaculada Concepción de la Capilla Paulina, en el interior de la basílica papal de Santa María la Mayor de Roma.

Cigoli recibió el encargo directo del Papa Pablo V, nacido Camillo Borghese: fue en 1610. Hay que precisar, sin embargo, que el documento original con el que Cigoli recibió el encargo de la obra no hablaba estrictamente de la Inmaculada Concepción. En realidad, el tema debía ser la mujer del Apocalipsis, un tema iconográfico muy similar al de la Inmaculada Concepción. He aquí lo que decía el documento: “En la cúpula se pintará la visión del capítulo 12 del Apocalipsis, es decir, una mujer vestida de sol, bajo sus pies la luna, alrededor de su cabeza una corona de doce estrellas. Encuentro con San Miguel Arcángel en forma de luchador. A su alrededor las tres jerarquías, cada una distinguida en tres órdenes: debajo, en la parte inferior, una serpiente con la cabeza aplastada, como en el capítulo 3 del Génesis. A su alrededor, los doce Apóstoles. Entonces, ¿cómo es posible que esta mujer se identificara más tarde con la representación de la Inmaculada? Para comprenderlo, basta con seguir leyendo el documento: ”Esta mujer significa a la vez la Iglesia, como quiere Andrea Cesariense, y San Metodio, y Nuestra Señora como hace San Bernardo en dicho capítulo 2 con muchos latinos, y literalmente no significa menos la Iglesia, que Nuestra Señora, que desde el principio del mundo manifestada con la Incarnatione a los Ángeles, lucha hasta el fin del Mundo triunfante en el cielo".

La Inmaculada Concepción pintada por Cigoli
La Inmaculada Concepción pintada por Cigoli


Galileo Galilei, Figuras de la Luna
Galileo Galilei, Astronomía. Observaciones de las fases lunares, noviembre-diciembre de 1609 (1609; manuscrito autógrafo en papel, dibujos en acuarela sobre papel, 33 x 23 x 1,7 cm; Florencia, Biblioteca Nazionale Centrale, ms. Galileiano 48

Así, la mujer del Apocalipsis, descrita en el capítulo 12 del libro del Apocalipsis de Juan de la manera en que la vemos descrita en el documento, aludiría, según muchas interpretaciones teológicas (incluida la de San Bernardo citada en el documento) precisamente a la Virgen María. Y de esta visión se deriva la iconografía tradicional de la Inmaculada Concepción que, aunque con diferentes variaciones, en sus elementos básicos ha permanecido siempre inalterada a lo largo de la historia del arte: las doce estrellas que simbolizan las tribus de Israel, pero también los doce apóstoles, la serpiente que representa el mal vencido, el manto blanco que simboliza la pureza. A estos símbolos se añade el de la luna, que tiene un significado complejo: baste mencionar aquí que, en aquella época, aún se daba por sentada la concepción aristotélica, propugnada por la Iglesia, de la luna como un astro perfecto, liso e incorruptible: por tanto, símbolo, entre otros, de la pureza de la Madonna.

Sin embargo, cuando Cigoli terminó su obra en 1612, la luna que los mecenas veían ante sus ojos era cualquier cosa menos perfecta, lisa e incorruptible. Dos años antes, el mismo año en que Cigoli comenzó su obra, se publicó el Sidereus Nuncius de Galileo, su famoso tratado de astronomía en el que, en latín, el científico pisano publicó muchos de sus descubrimientos. Gracias a sus observaciones, Galileo se había dado cuenta de que la superficie de la Luna tenía cráteres, depresiones y montañas que, desde nuestro planeta, parecen manchas que salpican la superficie visible de la Luna. Cigoli estaba al corriente de estos descubrimientos y pensó en plasmarlos visualmente en su fresco. Tanto es así que, en 1612, el científico Federico Cesi, fundador de laAccademia dei Lincei y amigo de ambos, escribió una carta a Galileo en la que le decía que Cigoli “se ha llevado divinamente a la cúpula de la capilla de S. S.ta en S. Maria Maggiore, y como buen y leal amigo, ha pintado, bajo la imagen de la Santísima Virgen, la Luna de la manera que fue descubierta por V.S., con su división almenada y sus islitas”. Se trataba, en definitiva, del primer reconocimiento en el arte de los descubrimientos de Galileo, así como de una obra maestra de absoluta modernidad que introducía en una basílica papal, y en una obra encargada por un papa, aquellas innovaciones a las que más tarde se opondría la propia Iglesia: sólo tres años después, el científico sería denunciado ante el Santo Oficio, y comenzarían sus problemas con la Inquisición.

Entonces, ¿cómo es posible que el fresco no fuera, de alguna manera, censurado por las autoridades eclesiásticas? Sencillamente, la actitud preferida por las altas esferas de la Iglesia fue la prudencia y no la censura. De hecho, en el óculo de la cúpula en la que está pintado el fresco de Cigoli, se puede leer esta inscripción: “Mariae Christi Mater Semper Virgini Paulus V P.M.”, o “Pontífice Pablo V [dedicado] a María, Madre de Cristo, siempre virgen”. No hay, pues, referencias directas a la creencia en la Inmaculada Concepción, aunque la dedicatoria explicita el hecho de que la figura de la mujer del Apocalipsis debe interpretarse precisamente como María, la madre de Cristo. La Iglesia, por tanto, prefirió evitar aclarar el significado de la simbología adoptada en el cuadro.

Entonces, ¿cuál es la forma más correcta de referirse a este cuadro? Hay estudiosos que siguen llamándola la Inmaculada Concepción. Otros optan por una Asunción de María más “neutra”. Otros se remiten al documento original y prefieren una genérica Mujer del Apocalipsis. Pero lo cierto es que el fresco de Ludovico Cardi es la primera obra de la historia del arte que representa la Luna según los descubrimientos de Galileo Galilei, que entró así en el templo de los que pronto se convertirían en sus mayores adversarios. Y la importancia de la obra aumenta también por el hecho de que fueron muchos los artistas que más tarde decidieron representar la luna de esta manera.


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