¿Arte italiano en el extranjero? Sin sistema, el Consejo Italiano no basta


¿Hacer que el arte italiano sea más reconocible y fuerte en el extranjero? El Consejo Italiano garantiza buenos resultados, pero no es suficiente. Sin una red estable, estrategias compartidas y reformas fiscales, el arte contemporáneo italiano tiene dificultades para emerger fuera de sus fronteras nacionales.

Una definición del ámbito de actuación del Consejo Italiano no puede separarse de un análisis del contexto en el que opera. Si, en efecto, toda actividad en favor de la visibilidad del arte contemporáneo italiano en el extranjero es ciertamente bienvenida, también es cierto que sólo puede dar fruto allí donde existe un terreno fértil, un ecosistema que actúa como acelerador, unas relaciones estables. Funciona sobre todo cuando la relación con lo contemporáneo es sólida y creíble. Y en estos puntos nuestro país ciertamente no brilla, corriendo el riesgo de frustrar las buenas intenciones.

El Consejo Italiano es ciertamente una herramienta útil para la producción de proyectos que de otro modo serían difíciles de realizar y que requieren una financiación sustancial, así como una compleja red de actores, pero no existe un sistema de apoyo articulado a su alrededor.

En marzo de 2022 se publicó un informe titulado Quanto è (ri)conosciuta l’arte italiana all’estero (Hasta qué punto es conocido el arte italiano en el extranjero), redactado por Silvia Anna Barrilà, Maria Adelaide Marchesoni y Marilena Pirrelli, en el que se analizaba la visibilidad del arte italiano contemporáneo a escala internacional. Las conclusiones del informe lamentaban “la ausencia de una estrategia integrada y eficaz de las instituciones italianas para la promoción del arte contemporáneo en el extranjero y de una sinergia entre instituciones italianas y extranjeras. La financiación para la producción de obras también es insuficiente y no continua, al igual que la oferta formativa de las academias”. Hasta la fecha, la situación no ha cambiado (y la actualización del informe, en la que estamos trabajando y que se publicará en los próximos meses, dará fe de ello).

Exposición de Monica Bonvicini en la Galerie Krinzinger de Viena (2019). Foto: Tamara Rametsteiner / Galerie Krinzinger
Exposición de Monica Bonvicini en la Galerie Krinzinger de Viena (2019). Foto: Tamara Rametsteiner / Galerie Krinzinger

Si queremos entonces utilizar un parámetro que, aunque subjetivo, pueda darnos una idea de la fuerza de nuestro sistema contemporáneo, basta con tomar el último ranking Power100 de ArtReview, que anualmente indica las cien personalidades más influyentes que giran en torno al mundo del arte. Las únicas italianas presentes son Patrizia Sandretto, en el puesto 44, y Miuccia Prada, en el 79. Ni artistas ni galerías.

Aquí. En este marco, un instrumento con el Consejo italiano pierde fuerza. Sin duda, el apoyo a la producción. Igualmente fundamental sería el apoyo a la “exportación” de nuestros productos artísticos, que necesitaría, por ejemplo, una coordinación central y una capacidad sistémica eficaz de los Institutos Italianos de Cultura. Del mismo modo, serían necesarias reformas fiscales, y nunca faltaron propuestas incluso para esta última ley presupuestaria que yo personalmente hice llegar al Ministro de Cultura, que realmente se aplicarían con una visión a largo plazo y competitiva. Pero ya sabemos cómo funcionan las cosas.

Por último, hay que señalar que, como en toda licitación en Italia, el Consejo italiano también corre el riesgo de seguir la lógica perversa. A diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Inglaterra con The Arts Council, que anticipa el 80% de la financiación, en Italia ésta se desembolsa siempre con posterioridad al estado de cuentas, salvo en el caso de anticipos limitados cubiertos por una fianza, que obliga a los ganadores a anticipar las sumas admitidas. Esto excluye de hecho a los temas más débiles y menos “financiables” y corre el riesgo de polarizar la atención en los nombres de siempre, diluyendo así el efecto de renovación que, por el contrario, debería ser la base del proyecto.

Esta contribución se publicó originalmente en el nº 25 de nuestra revista impresa Finestre sull’Arte en papel, erróneamente en formato reducido. Haga clic aquí para suscribirse.


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