Por primera vez en más de tres siglos, dos lienzos casi idénticos y largamente discutidos se encontrarán uno junto al otro: son la famosa Mujer tocando la guitarra de Johannes Vermeer (Delft, 1632 - 1675) y su enigmático “gemelo”, conservado en el Museo de Arte de Filadelfia. El encuentro, que marca un acontecimiento único en la historia del arte, se celebra en Kenwood House, la mansión londinense donde se conserva el original de Vermeer desde el siglo XVIII. La ocasión coincide con un aniversario simbólico: el 350 aniversario de la muerte del pintor en 1675, y promete suscitar nuevos debates en torno al misterio que rodea a la segunda versión.
El lienzo inglés de Vermeer, fechado en 1672, pertenece al reducidísimo corpus de 37 obras atribuidas con certeza al maestro de Delft, famoso por sus escenas domésticas de la vida cotidiana suspendidas en una luz intemporal. La obra representa a una joven que mira hacia arriba, acariciando las cuerdas de su instrumento mientras las vibraciones aún resuenan en el aire. La precisión cromática, el uso del azul ultramarino y la construcción de la luz la convierten en una de las obras mejor conservadas del artista.
Sin embargo, su homólogo estadounidense está envuelto en un halo de incertidumbre. De tamaño similar, reproduce la misma escena pero con diferencias significativas: el pelo de la protagonista no está recogido en rizos como en la versión londinense y, lo que es más importante, falta la firma del pintor. Considerado durante mucho tiempo un Vermeer auténtico, luego una imitación, el lienzo de Filadelfia sigue siendo un enigma: ¿quién lo pintó y por qué?
La dificultad de comparar directamente los dos lienzos se vio agravada anteriormente por su estado de conservación. El Pintor de Kenwood es una de las obras mejor conservadas del maestro, mientras que el lienzo estadounidense presenta los signos del tiempo, una vieja rotura y daños causados por una limpieza anterior al siglo XX. Precisamente por eso se expone hoy en su estado sin restaurar, ofreciendo al público una rara oportunidad de ver un cuadro tal y como aparecería en una mesa de restauración.
Entre 2023 y 2025, la versión de Filadelfia fue objeto de una amplia investigación en la que participaron científicos, restauradores e historiadores del arte del Museo de Arte de Filadelfia junto con la National Gallery de Washington, mientras que también se realizaron nuevos estudios sobre el lienzo londinense gracias a English Heritage y la National Gallery de Londres. Los primeros resultados ya han revelado diferencias sustanciales en las técnicas y los materiales utilizados.
En el lienzo de la Casa Kenwood, la preparación del lienzo consiste en una sola capa de color marrón grisáceo claro, en consonancia con otras obras tardías de Vermeer. El uso extensivo de ultramar natural -un pigmento muy caro derivado del lapislázuli- confirma la mano del pintor y sus elecciones cromáticas. En cambio, la versión americana tiene un fondo marrón oscuro a base de ámbar quemado, blanco de plomo, carbón y arcilla; para el azul, en lugar de ultramar, el autor anónimo eligió el índigo, un pigmento mucho menos valioso. Los verdes del paisaje también difieren: Vermeer utilizó tierra verde, mientras que en Filadelfia el tono se obtuvo mezclando añil y ocre amarillo.
Estas discrepancias sugieren no sólo una distancia material sino también conceptual entre las dos obras. Si el lienzo londinense revela la mano hábil y costosa de un maestro holandés del siglo XVII, el americano insinúa la obra de un artista con medios e intenciones diferentes. Sin embargo, la investigación, aún en curso, no ha dado una respuesta definitiva sobre el origen del cuadro, y un artículo científico previsto para los próximos meses promete aclarar aún más la relación entre ambas obras.
Mientras tanto, el público podrá contemplar ambos lienzos uno junto al otro hasta el 11 de enero de 2026, en una muestra que hace palpable el diálogo entre la autenticidad establecida y el misterio aún sin resolver. La exposición Doble visión: Vermeer en Kenwood se convierte así no sólo en una celebración del genio de Vermeer, sino también en una invitación a reflexionar sobre el concepto mismo de autenticidad en el arte y la fascinación que sigue ejerciendo el enigma de las obras atribuidas, copiadas o imitadas.
“Es una experiencia emocionante encontrarse cara a cara con una obra maestra de Vermeer, por no hablar de su casi duplicado de al lado”, afirma Wendy Monkhouse, conservadora jefe de Kenwood House. "Estamos muy agradecidos al Museo de Arte de Filadelfia, que ha prestado su versión del Jugador para que los visitantes de Kenwood puedan ver las dos obras de cerca. Es un cuadro extraordinario, con detalles maravillosos, desde el cuadro dentro del cuadro colgado en la pared, la mesa cargada de libros y los pliegues de una lujosa tela azul, hasta las cuentas translúcidas alrededor del cuello del personaje, que captan la luz. Desde los años veinte, los estudiosos se preguntan por la relación entre estos dos cuadros, pero esta exposición no saca conclusiones, sino que invita a los visitantes a presenciar la maestría de uno de los más grandes artistas del siglo XVII y a responder por sí mismos a esta pregunta.
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Vermeer, los dos "guitarristas" comparados después de tres siglos: ¿cuál es su relación? |
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