En Miami Beach, una manada de perros-robot deambula por la feria de arte más rica del mundo, Art Basel: es la última provocación de Mike Winkelmann, conocido como Beeple, el artista digital que saltó a la fama con la histórica venta de su collage NFT Everydays - The first 5000 days en 2021 por 69 millones de dólares. La instalación, titulada Regular Animals, consta de seis unidades robóticas, cada una montada en una plataforma comercial cuadrúpeda equipada con sensores y cámaras. Lo que hace que la obra sea especialmente singular son sus cabezas: se trata de esculturas hiperrealistas de silicona curada con platino, creadas por Landon Meier, que reproducen los parecidos de figuras que conforman de manera significativa el mundo contemporáneo, tanto en el arte como en la tecnología. Entre los rostros figuran los gigantes de la tecnología Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, junto a iconos del arte como Pablo Picasso y Andy Warhol. El propio Beeple se incluye en el grupo, con dos robots que lucen sus gafas y su corte de pelo.
Mientras los perros robóticos corren o descansan sobre sus patas traseras, cámaras integradas en sus cabezas captan continuamente las escenas circundantes. Este flujo de datos es procesado en tiempo real por la inteligencia artificial. A intervalos regulares, los robots se detienen y se inclinan hacia atrás para “defecar” literalmente una huella artística de su parte trasera. Durante este acto, una pequeña pantalla LED en la parte trasera de cada robot ilumina las palabras “POOP MODE”.
El resultado de cada robot es una impresión estilizada, producida por una impresora compacta. Cada impresión está vinculada a la identidad de la máscara del robot y refleja un “temperamento” o estilo cognitivo particular. Por ejemplo, las imágenes generadas por el robot que lleva la cabeza de Zuckerberg recuerdan la estética del Metaverso, mientras que las de Musk tienen un aspecto robótico en blanco y negro. Los robots que representan a artistas históricos se alinean con sus estilos: Picasso produce imágenes geométricas que recuerdan al cubismo, y Warhol imprime al estilo del arte pop. El propio Beeple se asocia con un “futurismo distópico”. Bezos es la única excepción del grupo: su robot no hace grabados, pero, como explica Beeple, su inclusión era necesaria porque es “otra persona que da forma a la manera en que vemos el mundo”.
El núcleo conceptual de Regular Animals es una crítica directa al control algorítmico que ejercen los titanes de la tecnología. Winkelmann dejó claro que, si bien antaño la visión del mundo se interpretaba a través de los ojos de los artistas, en la actualidad, personas como Mark Zuckerberg y Elon Musk controlan poderosísimos algoritmos que deciden unilateralmente qué vemos y cómo lo vemos, convirtiendo su perspectiva en nuestra principal fuente de información. La obra simula así cómo se filtra y reinterpreta la realidad a través de la lente de potentes algoritmos e inteligencia artificial, sugiriendo que cada vez veremos más el mundo a través de los ojos de la IA y la robótica.
Las impresiones no son simples obras físicas. El proyecto prevé distribuir un total de 1.028 impresiones. Algunas de ellas (concretamente 256) incluyen códigos que permiten a los visitantes reclamar NFT (fichas no fungibles), vinculando así la obra física a una ficha registrada en una blockchain. Beeple cree que la cadena de bloques es una herramienta excelente para registrar estos “recuerdos” generados por máquinas.
En consonancia con el carácter satírico y provocador de la obra, las fotos físicas producidas por los robots van acompañadas de una etiqueta de advertencia. Esta etiqueta las describe como una “Muestra de excrementos” y contiene una declaración de que la obra ha sido “probada y verificada como 100% pura, libre de OGM”. Algunas etiquetas de advertencia se dirigían específicamente a los coleccionistas, sugiriendo que el objeto podría ser “repugnante para la mayoría de los mecenas del arte” y provocar potencialmente “erecciones incontrolables en coleccionistas de arte degenerados”.
La instalación se expuso en la sección Zero 10 de Art Basel, un espacio comisariado dedicado a las prácticas artísticas de la era digital. A pesar del carácter grotesco y perturbador de la obra, la reacción del público fue muy fuerte y generó mucho debate. El interés financiero por Regular Animals fue inmediato: todos los especímenes robóticos, excepto el de la cabeza de Bezos, que inicialmente no estaba a la venta, fueron adquiridos por coleccionistas privados por 100.000 dólares cada uno ya durante el preestreno VIP, aunque los nuevos propietarios permitieron que permanecieran expuestos. Los robots, sin embargo, están diseñados para cesar su función principal de grabar imágenes y almacenarlas en blockchain después de tres años, dando a las esculturas un final metafórico, aunque conservan sus funciones motoras básicas.
Con Regular Animals, Beeple prosigue su interés por proyectos artísticos audaces y complejos que no habría podido realizar antes de su gran éxito. El artista sugiere que la obra anticipa una tendencia futura: según él, las esculturas se convertirán en “seres vivos” dinámicos con características antropomorfizadas a los que la sociedad atribuirá emociones a medida que los robots adquieran más poder. La instalación, situada en un contexto expositivo que atrae regularmente a los coleccionistas más ricos del mundo y en el que se realizan transacciones de arte por valor de siete cifras, ofrece elementos de reflexión cruciales sobre la frontera cada vez más difusa entre la realidad, la tecnología y el control de las narrativas globales.
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| El arte del perro-robot defecador de Beeple está de moda en Miami: vendido por 100.000 dólares |
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