Un diálogo entre dos colecciones, un espacio que acoge visiones heterogéneas, yuxtaposiciones inesperadas y narrativas transversales: Cabinet es la nueva exposición instalada en la casa-museo Koelliker de Milán, abierta del 17 de octubre al 19 de diciembre de 2025. Comisariada por Giovanna Manzotti a partir de una idea de Edoardo Koelliker, la exposición es fruto del encuentro entre la Colección Koelliker y la Colección Scarzella, puesto en marcha en 2011 con el objetivo de apoyar la producción artística contemporánea emergente.
El título del proyecto hace referencia explícita a los gabinetes de curiosidades, contenedores móviles de objetos raros y extraordinarios que, a partir del siglo XVI, encontraron su lugar en las llamadas Wunderkammer, precursoras de los museos modernos. Espacios privados llenos de maravillas, las Wunderkammer proponían una organización enciclopédica y al mismo tiempo poética del conocimiento. Las categorías cronológicas y estilísticas se suspendían en favor de yuxtaposiciones visionarias, destinadas a captar la esencia de un mundo que se dejaba contemplar, dominar, poseer.
En el caso de Cabinet, la idea de colección se aleja de la simple exhibición para convertirse en un dispositivo interpretativo. Las obras no están dispuestas según recorridos didácticos o líneas temporales, sino que se presentan de tal manera que favorecen una lectura que atraviesa estilos, siglos y materiales. El resultado es un paisaje visual que cuestiona las jerarquías tradicionales entre lo antiguo y lo contemporáneo, en una forma de exposición que favorece el cortocircuito entre pasado y presente. “Lo que surge”, subraya Giovanna Manzotti, comisaria de la exposición, “es un surtido de contaminaciones visuales, históricas y culturales, un juego de simetrías, intersecciones y correspondencias”.
El proyecto se abre con Hearts on Ice (2024), de Jack O’Brien, que forma parte de la serie Cherry, iniciada en 2021. Una impresión fotográfica reelaborada con pastel y pintura en aerosol sobre la que se injerta un objeto de acero sugiere una estética en capas, entre iconos pop y estratificación conceptual. La cereza, elemento recurrente en la serie, evoca simbolismos vinculados al erotismo y la sensualidad, moviéndose entre sugerencias que van desde la mitología griega a la imaginería de los sex shops y la publicidad contemporánea. La obra actúa como llave de acceso a toda la exposición, subrayando la polisemia de los objetos y la posibilidad de diferentes lecturas.
En la pared principal de la sala se despliega una composición de obras que fusiona pintura, fotografía, escultura y objetos decorativos. El óleo sobre lienzo ClearhistoricXL (2024) de Kelsey Isaacs revela un proceso que comienza con sets fotográficos montados en un estudio. La superficie pictórica se construye como un mosaico de detalles, resultado de la manipulación, el desmontaje y la reconstrucción. Al lado, una serie de objetos escultóricos y artefactos antiguos de la Colección Koelliker se disponen en estanterías, de forma no sistemática, sugiriendo nuevas posibilidades de relación entre los elementos.
Entre ellos, Tenebrae (2023), de Tarek Lakhrissi, una escultura de vidrio soplado inspirada en una reinterpretación queer de la Divina Comedia de la escritora Monique Wittig, cohabita con una jarra veneciana del siglo XVII de latón dorado, decorada con el escudo de armas de los pisanos. Un poco más abajo, Rooster Racer (2023), de Sharif Farrag, una cerámica esmaltada con formas caricaturescas, reelabora elementos de la tradición siria y egipcia en una estética personal.
La exploración continúa con la obra de Heidi Lau, Dew Drops on Crescent Cave (2023), en la que la cerámica vidriada y el vidrio fundido se unen para crear una figura ambigua, zoomorfa, parecida a una criatura. La figura sostiene en sus manos una ruina cubierta de vegetación, mientras que una rama de coral real, objeto simbólico típico de la Wunderkammer, está colocada a poca distancia. Asociado desde la antigüedad a poderes mágicos y protectores, el coral se convierte aquí en un elemento de continuidad entre lo natural y lo simbólico.
Los elementos animales también regresan en la salsera vienesa del siglo XIX de plata y cristal de roca, un material cargado de significados rituales y místicos. Completa la pared un papel pintado en el que se reproduce una verdadera colección visual: objetos, utensilios, joyas y chucherías se agolpan en un decorado floral, que se convierte en metáfora de la estratificación histórica y del deseo de posesión.
En una sala contigua se encuentra Urvasi y Gilgamesh, óleo y pan de oro sobre tabla de Gino De Dominicis. Parte de una serie iniciada en 1979, la obra propone el encuentro entre dos figuras míticas, el rey sumerio Gilgamesh y la ninfa hindú Urvasi. Sus perfiles gráficos, siempre enfrentados, parecen congelados en un tiempo suspendido, mientras que el fondo dorado intensifica el aura simbólica de la imagen. A su lado, otro cuadro del artista, Sin título (Espectador de televisión) (1996), sitúa una escena cotidiana, un hombre frente a una pantalla, en un espacio que evoca dimensiones cósmicas, confiriendo a la visión televisiva un sentido casi metafísico.
La reflexión sobre la memoria y el acto de coleccionar continúa con Fabrizio Cotognini. Sus obras mezclan grabados antiguos, dibujos a mano alzada, anotaciones meticulosas y simbolismos arcanos. Tarocco 3 (2016), Olympus 2.0 Hercules (2019) y True story full of lies (2018) recurren a una imaginería que va del Barroco a la alquimia, pasando por el pensamiento filosófico y botánico. Las intervenciones manuales transforman los grabados históricos en palimpsestos contemporáneos, donde el tiempo se superpone y se difumina.
Las prácticas de Bri Williams y Brianna Leatherbury, basadas en la recuperación y reelaboración de materiales, añaden nuevos niveles de interpretación. Williams emplea resina y jabón para moldear objetos personales y escombros en composiciones simbólicas, como en Omen (Crow) (2024), mientras que Leatherbury, en Soon (2025), utiliza elementos de cobre y componentes eléctricos para crear sistemas complejos que reflexionan sobre las dinámicas económicas y de producción. Ambos reflexionan sobre las formas de la memoria y las huellas de la experiencia.
La exposición también acoge una obra de Remo Bianco, Impronta (1958), un molde de caucho que fija en bajorrelieve una serie de objetos cotidianos. Expresión de su Manifiesto deImprint Art, la obra traduce la memoria personal en un signo, haciendo tangible una relación íntima con las cosas.
Ceguera, florecimiento y desertización IX (2024) es una obra sobre algodón crudo firmada por Monia Ben Hamouda, hija de un calígrafo islámico. La obra pertenece a una serie más amplia nacida del deseo de la artista de investigar las raíces espirituales y rituales de la expresión artística en relación con el entorno natural. Utilizando materiales orgánicos como especias, polvo de hibisco, ceniza, carbón vegetal, arcilla roja, pimentón y tierra, Ben Hamouda compone trazos visuales y textuales que evocan las superficies rocosas, una de las primeras formas de expresión humana. Sus imágenes surgen de gestos rápidos, lanzamientos de polvo y signos que recuerdan la escritura árabe, aprendida desde la infancia. El rigor técnico que caracteriza estos trazos recuerda la disciplina de la caligrafía, en la que es costumbre colocar una hoja en blanco junto a la página de la obra, destinada a preparar la mano para la ejecución.
Cierra, o tal vez abre, la exposición el Retrato de un humanista, cuadro atribuido a Lorenzo Lotto. En un entorno dominado por objetos y obras de difícil datación, la obra renacentista parece representar un punto fijo. Sin embargo, su presencia genera interrogantes. El hombre retratado, inmerso en un contexto que elude las coordenadas históricas, aparece como una figura enigmática. No está claro si observa o es observado, si pertenece a ese mundo o está desvinculado de él. En un escenario que rechaza la linealidad temporal, su función sigue siendo ambigua: testigo, guardián o símbolo del propio acto de coleccionar.
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Contaminación y asombro: diálogo entre las colecciones Koelliker y Scarzella de Milán |
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