Por fin reabre al público el Stanzino delle Matematiche de los Uffizi, una pequeña sala de gran valor simbólico e histórico, completamente restaurada y devuelta a su significado original. Situado junto a la famosa Tribuna del Buontalenti, este espacio se había reducido durante años a un mero punto de observación hacia la propia Tribuna, a la que ahora está prohibido acceder por motivos de conservación. La restauración llevada a cabo por la dirección del museo, dirigida por Simone Verde, ha devuelto dignidad y legibilidad a uno de los lugares más emblemáticos del vínculo entre arte, ciencia y coleccionismo dinástico.
El Stanzino toma su nombre de los frescos de temas científicos que decoran su techo, verdaderos homenajes visuales a grandes científicos de la Antigüedad como Pitágoras, Ptolomeo, Euclides y, sobre todo, Arquímedes, célebre en una época en la que Florencia podía presumir de la llegada de un valiosísimo códice griego de sus obras, hoy conservado en la Biblioteca Laurenciana. La restauración, que duró unos dos meses, incluyó una precisa campaña de ensayos estratigráficos que guiaron las operaciones de recuperación. Se restauraron el suelo y las paredes, con una nueva coloración luminosa que devolvió la luminosidad a la sala, mientras que el trabajo sobre las estatuas de bronce alojadas en los nichos realzó la profundidad y el relieve de sus decorados. Se retiraron las cortinas y se instalaron filtros en las ventanas para restablecer la relación visual con la luz natural. La iluminación artificial se rediseñó por completo, en particular para realzar los frescos del techo, decorados con grotescos por Giulio Parigi entre 1599 y 1600.
La reapertura forma parte de una visión museológica más amplia que pretende relatar la evolución de los Uffizi a lo largo de los siglos, relacionando las diferentes estratificaciones históricas y culturales del edificio. En este sentido, el Stanzino delle Matematiche es un ejemplo emblemático: nacido como espacio dedicado a la ciencia en pleno Renacimiento, se transformó en una pequeña sala de estatuaria antigua y renacentista en el siglo XVIII, durante la gran reordenación de la Tribuna entre 1780 y 1782, dirigida por el abad Luigi Lanzi.
En efecto, el gran duque Ferdinando I de Médicis había querido habilitar el Stanzino para albergar la colección de instrumentos científicos iniciada por su padre Cosme I. Albergaba tratados, equipos “tecnológicos”, maquetas de madera de máquinas de guerra y fortificaciones, mapas y planos de ciudades. No se trataba sólo de una colección de objetos, sino de un verdadero proyecto intelectual, coherente con la visión de los Médicis como mecenas no sólo de las artes, sino también de las ciencias.
La relación entre la familia Médicis y la ciencia alcanzó su punto álgido con el apoyo a Galileo Galilei, que dedicó su famoso Sidereus Nuncius a Cosme II. Galileo también fue celebrado en los frescos del Corredor Occidental de los Uffizi como el “nuevo Arquímedes”, y la figura del científico entró así en la narrativa visual de los Medici.
El Stanzino delle Matematiche, aunque de pequeñas dimensiones, era el nodo simbólico y arquitectónico de esta narrativa, directamente conectado con la Terrazza delle Carte Geografiche -también recientemente restaurada-, que albergaba representaciones cartográficas y ofrecía una panorámica del mundo entonces conocido. Con el paso del tiempo, sin embargo, la función del Stanzino cambió. Con la reorganización del siglo XVIII, sus paredes se adaptaron para albergar pequeños nichos, en cuyo interior se colocaron algunas de las obras más preciadas de la colección de los Médicis. Entre ellas había estatuillas antiguas y renacentistas, algunas procedentes de las estanterías de la Sala Ottagona, pero también bronces del siglo XVI de gran valor, como los realizados por Willem Tetrode.
Tetrode, escultor holandés activo en la Roma del siglo XVI, había realizado una serie de pequeños bronces inspirados en las estatuas antiguas más famosas conocidas en la época. Estas obras fueron concebidas originalmente para adornar un suntuoso medagliere, donado en 1562 a Cosme I por Gianfrancesco Orsini. Sin embargo, a lo largo de los siglos siguientes, los nichos del Stanzino se fueron vaciando y cerrando progresivamente. Sólo en la década de 1960 fueron redescubiertos y parcialmente repoblados, pero nunca plenamente valorizados como en la actualidad.
Con la intervención actual, se devuelve al Stanzino una fruición completa, capaz de narrar su doble alma: por un lado, lugar de celebración de la ciencia renacentista, por otro, cofre del tesoro dieciochesco de obras de arte menores en tamaño, y ciertamente no en valor histórico o artístico.
La restauración forma parte del proyecto más amplio del Director Verde de recuperar y reinterpretar toda la identidad museística de los Uffizi. El objetivo declarado es transformar la Galería de un museo dinástico -como era originalmente- en una pinacoteca moderna consciente de su propia y compleja evolución.
“Desde que se impidió el acceso a la Tribuna por motivos de conservación”, comenta el director Simone Verde, “durante muchos años la sala ha quedó sustancialmente relegada a la función de mirador de la Tribuna y el gran público ya no tuvo ocasión de apreciar su originalidad y su valor ni de comprender su importante papel dentro del universo del coleccionismo mediceo. En su nueva disposición, que además valoriza sus tesoros, el Stanzino da testimonio ejemplar de cómo el árbol de todos los museos europeos surgió de los Uffizi y del estrecho vínculo existente entre este espacio pintado con los instrumentos de la ciencia, el cercano Terrazzo delle Carte Geografiche y la Sala delle Carte Geografiche del Palazzo Vecchio. En su transformación en el siglo XVIII en espacio de exposición de antigüedades, atestigua también la transición de un modelo del siglo XVI-XVII a un baluarte del anticuariado europeo”.
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Uffizi, el Stanzino delle Matematiche restaurado: un tesoro de ciencia, arte e historia redescubierto |
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