El ex ministro de Cultura Gennaro Sangiuliano pasa al contraataque tras su dimisión por el escándalo Boccia y decide denunciar a la empresaria Maria Rosaria Boccia por “presiones indebidas”: una expresión utilizada para indicar la situación por la que atravesó el ex propietario del Colegio Romano durante su relación con la mujer, y que se convertirá en objeto de la investigación de los fiscales de Roma, que deberán decidir entonces si abren un expediente por los delitos de tentativa de extorsión y violación de la intimidad. En la denuncia de Sangiuliano, presentada ante la Fiscalía de Roma, el ex ministro, a través de su abogado Silverio Sica, relató detalladamente su versión del asunto. Se abre, por tanto, un nuevo frente en el caso, en el que Sangiuliano también está siendo investigado: el Tribunal de Cuentas está comprobando, de hecho, si la actuación del ex ministro provocó algún perjuicio económico. Sangiuliano también está siendo investigado por posible revelación y difusión de secretos de despacho.
“También adjuntaremos a la querella”, dijo el abogado Sica, “una serie de documentos que demuestran la absoluta corrección de la conducta de mi cliente, aportando además una reconstrucción cronológica de los hechos”. La denuncia iba acompañada de chats, según reveló el diario La Verità, que atestiguarían una relación decididamente turbulenta entre Sangiuliano y Boccia: incluso el llamativo arañazo en la frente que el ex ministro sufrió a finales de julio, y que aún era visible en la entrevista que concedió a TG1 poco antes de dimitir en septiembre, se lo habría infligido el hombre de 41 años durante una discusión durante un viaje institucional a Liguria. El Corriere della Sera habla hoy de relaciones tensas entre ambos, “hasta el punto de que ella”, escribe Fulvio Fiano en su artículo, “se habría apoderado incluso de su anillo de boda en el colmo de unos ’celos’ por los que también habría querido tener libre acceso a su teléfono, amenazándole incluso con espiarle con un ’troyano’”. Esto explicaría las referencias de la mujer en las últimas semanas al supuesto conocimiento de conversaciones, incluso institucionales, del ministro (agravando su posición delictiva) y sería una confirmación indirecta de acceso a las conversaciones del ministro, no sólo a las privadas entre ellos’.
También habría un acuerdo de confidencialidad que la mujer habría pedido a Sangiuliano para no revelar la historia, y que al parecer habría sido la causa del enfrentamiento entre ambos. Ahora los fiscales tendrán que recoger la versión de Maria Rosaria Boccia. Los contornos de un asunto que provocó el cambio de la cúpula del Ministerio de Cultura se aclararán, por tanto, en los tribunales: Sangiuliano dimitió a raíz del caso del no nombramiento de la mujer con la que había mantenido una aventura y para la que se vislumbraba un puesto de asesora del ministro para grandes eventos. El nombramiento nunca se formalizó, pero entretanto la mujer, durante unas semanas, acompañó continuamente al ministro en sus misiones institucionales aunque no tenía ningún cargo, y queda por establecer si tuvo o no acceso a documentos confidenciales.
El ex ministro Sangiuliano denuncia a Maria Rosaria Boccia. La presión, el informe, el arañazo |
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