El Palazzo dei Musei de Reggio Emilia, un museo radical. Recorrido por la instalación de Italo Rota


El Palazzo dei Musei de Reggio Emilia, con el nuevo diseño expositivo de Italo Rota, ha intentado reinventar la forma de visitar un museo, combinando didáctica, historia local y arte contemporáneo en un itinerario interactivo y atractivo. Artículo de Marta Santacatterina.

Si hay un aspecto por el que Reggio Emilia es mundialmente famosa, es el “Enfoque Reggio Emilia”, una filosofía educativa basada en el fuerte potencial de desarrollo de los niños y en su consideración como sujetos de derechos. Por ello, no es casualidad que los Museos Municipales de Reggio Emilia sean invadidos a diario y con alegría por multitudes de niños y jóvenes que, gracias a las actividades educativas que allí se desarrollan, pueden descubrir la historia de su ciudad, el arte que de ella ha surgido y los aspectos particulares que la caracterizan, como el nacimiento de la Tricolor, proclamada bandera de la República Cispadana en Reggio el 7 de enero de 1797. La frecuentación de los museos por parte de los adultos no es menos impresionante, y las cifras lo demuestran: en 2024, más de 200.000 visitantes (total de entradas a las salas permanentes, exposiciones, más la participación en eventos y visitas guiadas) visitaron los numerosos lugares de la red cívica, entre ellos el Palacio de los Museos (156.248 visitas), la Galería Parmeggiani (10.241), el Museo Tricolor (18.756), el Museo de Historia de la Psiquiatría (3.098) y el Museo Mauriciano (1.982). El vínculo entre los ciudadanos y los recintos culturales de Reggio Emilia es innegablemente fuerte (así lo atestigua también la inversión municipal, desde hace más de 20 años, en el festival Fotografia Europea), y precisamente de este vínculo surgió un profundo replanteamiento de la ubicación del Palacio de los Museos. Se presentó al público hace cuatro años con un nuevo aspecto, fruto del trabajo del arquitecto Italo Rota (arquitecto y diseñador milanés fallecido el 6 de abril de 2024) junto con el equipo interno y todos los habitantes de Reggio Emilia que participaron activamente en las distintas fases del diseño.

Centrémonos, pues, en el Palazzo dei Musei (cuya entrada, por cierto, es gratuita) porque representa un caso significativo en el panorama museístico italiano contemporáneo. Empecemos, sin embargo, por la historia: la primera colección que albergó el palacio desde 1830 fue la colección naturalista del biólogo y científico Lazzaro Spallanzani, adquirida por el Ayuntamiento de Reggio en 1799. Unos treinta años más tarde, el sacerdote y patriota Gaetano Chierici fundó en el mismo edificio el Gabinete de Antigüedades Nacionales, llamado “Museo di Storia Patria” (Museo de Historia Nacional) desde 1870, rebautizado posteriormente como Museo de Paletnología “Gaetano Chierici”. A estas dos exposiciones permanentes se accede tras pasar por el vestíbulo y el Atrio de los Museos donde, como en una pinacoteca, se colocan fragmentos de mosaicos de época romana y medieval hallados en excavaciones y descubrimientos realizados en la ciudad y sus alrededores (son estupendas las Dos rapaces con cuellos entrelazados de finales del siglo XI y el llamado Milio campanario del segundo cuarto del siglo XII). Conectando las colecciones Spallanzani y Chierici se encuentra también, en la zona opuesta a la entrada, el Pórtico dei Marmi, con objetos de piedra e inscripciones que datan desde la época romana hasta el siglo XVIII. La primera planta del museo se caracteriza, pues, por exposiciones históricas de sabor enciclopédico y gran fascinación: en los gabinetes de Spallanzani, del siglo XVIII, se despliega un breve compendio del reino animal, siguiendo la sistemática linneana: Destacan los enormes peces disecados suspendidos en medio de la galería, objetos preciosos como el juego de damas de ámbar o las cajas de ágata, curiosidades de la Wunderkammer e incluso criaturas lúdicamente ensambladas, mitad naturales y mitad artificiales. La colección Chierici, por su parte, incluye (entre una miríada de objetos procedentes de Reggio Emilia, Italia y todo el mundo) tumbas de la prehistoria con sus esqueletos a la vista y animales disecados en posiciones dramatizadas para evocar escenas de depredación (una leona atacando a una cebra, por ejemplo), para deleite y terror de los jóvenes visitantes.

El Palacio de los Museos de Reggio Emilia. Foto: Museos Municipales de Reggio Emilia
El Palacio de los Museos de Reggio Emilia. Foto: Museos Municipales de Reggio Emilia
Museo de Paletnología Gaetano Chierici. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia.
El Museo de Paletnología “Gaetano Chierici”. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
Museo de Paletnología Gaetano Chierici. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia.
Museo de Paletnología “Gaetano Chierici”. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
Museo de Paletnología Gaetano Chierici. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia.
Museo de Paletnología “Gaetano Chierici”. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
El Pórtico de Mármol. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
El Pórtico de Mármol. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
El Pórtico de Mármol. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
Pórtico de mármol. Foto: C. Vannini / Museos municipales de Reggio Emilia

Pero el golpe de efecto del museo tiene lugar en la segunda planta, corazón de la remodelación firmada por Italo Rota e inaugurada en 2021. La definición que ha guiado el proyecto ha sido la de “archivo de lo común” y el modelo que ha inspirado al arquitecto y al personal del museo (en su momento la dirección fue confiada a Elisabetta Farioli) es el teorizado por Claire Bishop en su estudio Radical Museology publicado en Londres en 2013. El resultado es una exposición que solicita un papel activo del visitante, al que se le pide que participe en la lectura de los recorridos y que cuestione y reinvente continuamente lo que ve. Un enfoque, por otra parte, coherente con la definición de museo elaborada recientemente por Icom International, que lo define como “un activador privilegiado de prácticas de democracia, inclusión, bienestar, creatividad, pensamiento crítico, en el diálogo continuo entre las memorias del pasado y las visiones de lo nuevo por venir”, como informa Elisabetta Farioli en su ensayo Una nueva vida. El “caso” del Museo de Reggio Emilia como laboratorio de una nueva museología (en Io sono museo, Forma Edizioni, 2021, p. 249). “El museo se convierte en un espacio dinámico, ya no es sólo una vitrina de exposición, sino un estímulo para comparar e incluso juzgar”, añade Rota, y así en Reggio Emilia la experiencia sensorial se vuelve útil para recordar el pasado e imaginar el futuro.

En la base de la escalera monumental se encuentra por primera vez la Venus de Chiozza, una de las Venus paleolíticas más antiguas hallada en 1940 en la localidad del mismo nombre y que se dejó en la antigua caja fuerte blindada, obviamente con las puertas abiertas, en la que siempre se ha conservado. Una impresionante apertura, junto a la cual hay una obra que obliga inmediatamente a un cortocircuito temporal: la Delocazione de 1998 de Claudio Parmiggiani, uno de los mayores artistas italianos vivos, nacido en Luzzara (Reggio Emilia) en 1943 y de quien la colección permanente cuenta con otras piezas notables, como la extraordinaria Croce di luce situada en la tercera planta.

En las cuatro galerías dispuestas en cuadrilátero, Rota ha diseñado grandes vitrinas en las que los objetos históricos, interactuando con continuas citas fotográficas y aparatos de vídeo (los creados ad hoc son de Francesca Grassi), proporcionan una narración continua y dinámica, creando así brechas en la línea del tiempo y entre diferentes culturas y revelando la identidad del territorio de Reggio Emilia desde puntos de vista inesperados. Los instrumentos didácticos son numerosos, profundos y dispuestos como en el escritorio de un hipotético erudito, donde se cruzan informaciones detalladas, cuadros y dibujos comparativos. La fotografía, además, es el conductor que guía todo el recorrido, “no como ayuda descriptiva, sino como expresión artística contemporánea capaz de redefinir los materiales del Museo y ponerlos en contacto con la contemporaneidad” (Farioli, cit., p. 247). Aquí, a lo largo del oscuro pasillo, se desarrolla la historia de la prehistoria con los restos de un taller de trabajo de la piedra yuxtapuestos al documental I grandi semplici, de Ermanno Olmi, que rinde homenaje a la capacidad del hombre para crear objetos útiles para la vida cotidiana en todas las épocas. En el dedicado a la revolución agrícola, además de artefactos antiguos y animales disecados similares a los que podrían haber encontrado nuestros antepasados, hay paquetes falsos de espelta, un cereal que aún hoy podemos comprar en los supermercados. Luego está la Edad del Cobre y la evocación de Ötzi mediante un juego de herramientas contemporáneo para excursiones de alta montaña, muy similar al que utilizaba el Hombre de Similaun, al igual que un hacha de cobre de la colección Chierici que se encuentra en la planta baja. También hay un apuesto lobo que asoma la cabeza por un agujero perforado en el cristal, como olfateando a los humanos que pasan por delante de él y anticipando el proceso de domesticación.

Arqueo-Logos, la muestra de algunos enterramientos de la necrópolis neolítica de Chiozza
Arqueo-Logos, la exposición de algunos enterramientos de la necrópolis neolítica de Chiozza
Arqueo-Logos, la sección dedicada a la Edad de Hierro y la civilización etrusca
Arqueo-Logos, la sección dedicada a la Edad de Hierro y la civilización etrusca
Archaeo-Logos, la reconstrucción del pretorio, en la sección de época romana
Arqueo-Logos, la reconstrucción del pretorio, en la sección dedicada a la época romana

Los “tesoros” del museo también hacen su aparición: la llamada Tazza d’oro, que marca el inicio de la Edad de Bronce, y más adelante algunos conjuntos de joyas femeninas que descansan sobre vitrinas translúcidas que dejan entrever las siluetas de las mujeres que las llevaban; en la misma sala se pueden observar las fotografías de Sarah Moon y el Sognatore de Claudio Parmiggiani, obras todas ellas que sugieren la atmósfera suspendida entre la vida y la muerte. La muerte vuelve a tener algo que ver con la muerte en la sección dedicada a Los Siete de Chiozza, esqueletos de hace unos 6.500 años encontrados con su ajuar funerario en la necrópolis cercana a Scandiano, uno de los mayores enterramientos neolíticos del norte de Italia: pueden observarse a través de un techo de espejos, respetando su reposo. No podía faltar el gran protagonista, aún hoy, de la dieta emiliana: en Porco fa comodo la carne seca y de larga conservación -alias prosciutto- introduce el tema del viaje a lo largo del río Po y por aquellas rutas que en época romana dieron lugar más tarde a la Via Emilia. Los temas de la muestra son muchos y terminan con el declive de la cultura etrusca tras la invasión de los galos en las llanuras(Achtung banditi, título de la muestra), mientras que los ligures se asentaron en las montañas y se opusieron al avance de los romanos: el final del “episodio” se confía entonces a Solar Monta (1969-70), de Fausto Melotti, una escultura que, con sus referencias a los mitos de la cultura occidental, cierra idealmente la fase más antigua de la historia del territorio y mira hacia el amanecer de una nueva era.

Bajo la reconstrucción de la tienda militar de Marco Emilio Lépido, fundador tanto de Reggio como de la Vía Emilia, comienza la historia de la romanización de una ciudad que siempre ha sido punto de encuentro y ejemplo de integración cultural, como revelan los rostros de los nuevos ciudadanos de Reggio proyectados en grandes pantallas. A continuación, en las salas siguientes, se instalan “pequeños teatros” que contextualizan los “fundamentos” de la civilización romana: la prospección y centuriazione del territorio, el foro, la casa, la taberna, hasta llegar al tesoro tardoantiguo de Reggio, testimonio de una nueva crisis cultural y demográfica, así como del auge del cristianismo. En las paredes, una larga secuencia fotográfica procede de Esplorazioni sulla via Emilia, un proyecto de 1986 en el que participaron Olivo Barbieri, Gabriele Basilico, Luigi Ghirri, Mimmo Iodice y muchos otros autores.

Otra sección muy singular es Io sono museo (Yo soy museo ), que se desenvuelve a través de un gran diorama de más de 20 metros de altura, en cuyas paredes aparecen coloridas instantáneas de la serie Ersatz Lights de Olivo Barbieri que inmortalizan los paisajes de los países civilizados, mientras que en la base hay una rica muestra de las colecciones del museo cívico donde se mezclan las obras de arte con las fotografías, la taxidermia, y elarte con fotografías, taxidermias, objetos cotidianos y de otras culturas, piezas de ropa, portadas de discos, que invitan al visitante a asimilar algunos de los imperativos del mundo contemporáneo: “úsame”, “sé responsable”, “acepta los retos”. Es, en esencia, la traducción concreta del archivo de lo común.

La copa de oro. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
La copa de oro. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
Claudio Parmiggiani, El soñador (1983; técnica mixta, 55 x 55 cm; Reggio Emilia, Musei Civici)
Claudio Parmiggiani, El soñador (1983; técnica mixta, 55 x 55 cm; Reggio Emilia, Musei Civici)
La sala del siglo XVI. Foto: C. Vannini / Museos Municipales de Reggio Emilia
La sala del siglo XVI. Foto: C. Vannini / Museos municipales de Reggio Emilia
Nosotros y el Este, vista de la sala dedicada al siglo XVII
Nosotros y la familia Este, vista de la sala dedicada al 1600

La Edad Moderna en Reggio Emilia está marcada por el reinado de la familia Este (señores de Ferrara, Módena y Reggio desde 1471) y la narración museística está introducida por un ilustre conciudadano, Ludovico Ariosto, que nació en la villa conocida como el Mauriziano en 1474 y cuya rara edición del siglo XVI deOrlando Furioso se conserva en la Biblioteca Panizzi: La combinación del episodio de Astolfo en la Luna con la foto “espacial” de la serie Afronauts (2011) de Cristina De Middel es muy apropiada. Entre las superficies cubiertas de papel pintado y boiserie diseñadas ad hoc, vitrinas y monitores ofrecen lecturas históricas y artísticas siempre originales. En torno al Mapa Cantino, encargado en 1502 por Ercole d’Este, la atención se centra en los grandes descubrimientos del siglo XV, que se completan con artefactos de “otros mundos”: la cabeza de un rinoceronte de África, loros del Amazonas, el hombre de la corte suntuosamente vestido con un traje del siglo XVI como emblema de los nuevos conquistadores. Entre las pinturas de época de las paredes, laAdoración de los pastores (La notte) de Correggio, evidentemente una copia, engaña por un momento a la vista. Pintada entre 1525-30 para la iglesia de San Próspero de Reggio Emilia, la obra maestra acabó más tarde en Dresde tras la vituperable “venta” decidida por Francesco III d’Este.

El siglo XVII se viste de mujer y rinde homenaje, por un lado, a la basílica de la Madonna della Ghiara, que sigue siendo un lugar de culto popular entre los habitantes de Reggio Emilia, y, por otro, al mecenazgo de las damas nobles de Reggio Emilia (con el boceto de la Deposición de Palma la Joven), centrándose también en la elaboración de la seda, actividad que continúa hasta nuestros días en la industria de la moda. Imágenes de época del Palacio Real de Rivalta, el desarrollo del teatro y de la ciencia, y vaciados en yeso de la Escuela de Bellas Artes acompañan el discurrir del siglo XVIII, mientras que el siglo siguiente está dedicado a las figuras de artistas, con la reconstrucción del taller del pintor Alfonso Clerici, luego retratos y autorretratos de artistas (un ejemplo, el de Carlo Zatti de 1840), elestudio en profundidad sobre la pintura de paisaje la espléndida Entrada a un templo japonés de Antonio Fontanesi (posterior a 1878), artista que durante su estancia en el Sol Naciente pudo transmitir los conocimientos occidentales sobre la pintura al óleo, mientras que de Oriente recibía enseñanzas sobre la relación pánica con la naturaleza; frente a la obra hay un gran biombo japonés pintado. A Fontanesi se le dedicó una bonita exposición en 2019, de nuevo en el Palacio de los Museos: sin embargo, el poco espacio que se le reserva en la exposición permanente hace lamentar la Galería Fontanesi, que existía en la antigua disposición y que permitía comprender el alcance de este artista, cuyas obras están ahora relegadas en su mayor parte al almacenamiento.

Noi e gli Este, el escaparate dedicado a Ludovico Ariosto
Nosotros y el Este, la vitrina dedicada a Ludovico Ariosto
Cristina De Middel, de la serie Afronauts (2021; fotografía; Reggio Emilia, Musei Civici)
Cristina De Middel, de la serie Afronautas (2021; fotografía; Reggio Emilia, Musei Civici)
Noi e gli Este, sala dedicada al siglo XVII: el arte de la seda dialoga con las industrias textiles modernas
Noi e gli Este, sala dedicada al siglo XVII: el arte de la seda dialoga con las industrias textiles modernas
Foto afecto, la sala dedicada a las obras de Luigi Ghirri
Photo affection, la sala dedicada a las obras de Luigi Ghirri

El último episodio se titula Fotoafecto y está dedicado a lo contemporáneo, declinado a través de la fotografía: una elección que ha suscitado diversas críticas en la ciudad, ya que los demás lenguajes artísticos han quedado prácticamente excluidos del museo y no han encontrado -todavía- espacio en la ciudad. De hecho, también falta este núcleo. "El método que nos hemos fijado de ocuparnos ante todo del patrimonio de los ciudadanos nos ha llevado a la idea de valorizar la colección de obras y relaciones adquiridas durante la larga experiencia del proyecto Fotografia Europea [nota del editor: ahora en su vigésima edición]", explica de nuevo Farioli en su ensayo (p. 248). El final está dedicado a Luigi Ghirri, a quien se han reservado grandes espacios para exposiciones temáticas cada año: ahora se expone, hasta el 1 de marzo de 2026, Luigi Ghirri. Lecciones de fotografía. Proyecto, ejercicios y variaciones. Luca Capuano y Stefano Graziani. Los proyectos se gestionan en colaboración con los muy activos herederos del fotógrafo y, si bien no cuestionan la profundidad de su investigación, amputar todas las demás expresiones de la contemporaneidad en favor de un único y engorroso exponente, le parece a quien esto escribe realmente demasiado “radical” (en el futuro, quién sabe, será posible reducir su peso en favor de un mayor equilibrio expositivo o de la creación de un sitio dedicado específicamente a Ghirri).

Mención aparte merece la tercera planta, reservada a talleres, didáctica y exposiciones temporales (la exposición Contro la guerra. Miradas e imaginarios, un proyecto de Emergency, comisariada por Cheap Street Poster Art). Mientras que una de las salas está ocupada por la mencionada Cruz de Luz de Parmiggiani, custodiando un largo pasillo se encuentra el cachalote gigante taxidermizado que llegó a la ciudad en 1938 tras un agitado viaje: es muy querido por los habitantes de Reggio Emilia, jóvenes y mayores. Pero esa es otra historia.


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