Entre las leyendas de la Toscana, ocupa un lugar especial la del Serpente Regolo, una criatura fantástica que ocupa un lugar destacado en las tradiciones populares que se extienden desde la Toscana hasta Umbría, los Abruzos, el Lacio y las Marcas. Esta entidad mitológica se describe generalmente como una gran serpiente, cuya cabeza se representa imponente, comparable a la de un niño. El apelativo “regulus” se traduce literalmente como “pequeño rey” y establece un vínculo directo con la figura de otro monstruo mitológico similar, el basilisco, también denominado “pequeño rey” en la tradición griega, encajando así en el imaginario mediterráneo más amplio de los reyes serpiente.
Su existencia y apariencia varían según las narraciones locales. Una versión muy extendida afirma que el Regulus nació de una víbora común que, tras ser partida por la mitad, no sucumbe sino que, por el contrario, crece desmesuradamente, convirtiéndose en un reptil extremadamente vengativo con quienes la hirieron o mutilaron y con cualquiera que ose pronunciar su nombre tras un encuentro. Otros relatos sugieren que una víbora puede convertirse en un Regulus tras alcanzar la edad de cien años, o simplemente si se le corta la cola, en cuyo caso crece a lo ancho.
En la tradición toscana, el Regulus se describe como un reptil imponente, caracterizado por sus escamas brillantes como el metal y la posesión de dos pequeños apéndices alados en la espalda. En Umbría y Sabina se le llama en dialecto con nombres como lu regulu, u regulu, lu regu o u regu. También existen variantes que la identifican como una serpiente bicéfala, figura transmitida en particular por los ancianos de Foligno. En el bajo Lacio y en Umbría, en el valle del Tíber, las historias sobre este animal mitológico se transmiten desde la posguerra.
La criatura está arraigada en el folclore de determinadas localidades toscanas. Por ejemplo, se asocia a las mazmorras de la fortaleza medicea de San Piero a Sieve, en Mugello. Cuenta la leyenda que aquí la serpiente Regulus causó estragos entre el ganado y los campesinos, hasta que, en el siglo XIX, las tropas de Napoleón consiguieron aprisionarla en el interior de la antigua fortaleza, donde supuestamente sigue confinada. Su importancia para la comunidad de San Piero a Sieve es tal que el Régulo está representado en el estandarte del tradicional Palio, una competición anual entre los cuatro distritos.
Otro lugar de gran resonancia para el mito del Regulus es elOrrido di Botri, un profundo desfiladero calcáreo en la provincia de Lucca. Aquí, la leyenda cuenta que un feroz espécimen se esconde entre las paredes rocosas, aprovechando sus crestas para planear y lanzarse sobre víctimas humanas o animales, sólo para despedazarlas una vez arrastradas por el precipicio. En el campo, padres y abuelos solían utilizar al Regulus como hombre del saco para mantener a raya a los niños durante la cosecha, advirtiéndoles de que el monstruo, conocido por tragarse a los díscolos, atraía a otras serpientes con sus silbidos.
La influencia del Regulus trasciende la oralidad y la tradición popular para fijarse en la piedra, proporcionando una de sus representaciones iconográficas históricas más conocidas y estudiadas. El ejemplo más significativo se encuentra en la Toscana, en la Pieve dei Santi Vito e Modesto de Corsignano, antiguo nombre de Pienza, cuyos orígenes se remontan al siglo VII, aunque su aspecto actual es predominantemente románico (siglos XII-XIII). Aunque el interior de la iglesia es sobrio y desnudo, un detalle llama la atención de los estudiosos: las dos serpientes esculpidas en uno de los capiteles de la nave izquierda. Esta figura se considera una de las pocas representaciones “originales” de la serpiente Régulo que han llegado hasta nosotros. El relieve muestra dos serpientes, una tendida a lo largo de todo el capitel y otra enroscada en el centro del cuerpo.
Esta representación podría interpretarse como el Regulus, aunque no es fácil entender la razón de la presencia de estos reptiles, que suelen asociarse con el mal en las iglesias. El historiador local Silvio Bernardini, por ejemplo, ha observado que estas dos serpientes, contrariamente a lo que suele ocurrir en representaciones similares en las que las serpientes son ahuyentadas o aplastadas, permanecen “solas y tranquilas”, lo que sugiere que podrían no simbolizar el mal, sino actuar como deidades tutelares (espíritus protectores) de la iglesia. Bernardini plantea la hipótesis de un vínculo con la figura mitológica de Melampo, que, según el mito griego, fue el primer mortal a quien los dioses habían concedido la facultad de adivinación, obtenida gracias a dos serpientes que le habían lamido las orejas.
La antigua figura del Serpente Regolo no ha quedado confinada a los libros de folclore o a la arquitectura románica, sino que se ha reinterpretado activamente en proyectos de arte contemporáneo y Land Art.
Uno de ellos es la obra La casa del Serpente Regolo, la historia de un río, un camino, un hilo, una serpiente, creada por la artista Chiara Camoni. La escultura ambiental se inauguró en 2025 en el Valico della Crocetta, en la carretera que une Montepiano, localidad de los Apeninos cercana a la frontera con Emilia, con Barberino del Mugello, y a la que se llega por una ruta de senderismo. La obra aparece como una gran serpiente extendida que se arrastra y se sumerge entre la vegetación.
Camoni optó por trabajar con materiales que reforzaran el vínculo con el entorno: utilizó piedras recogidas in situ y materiales recuperados, combinados con elementos de terracota creados especialmente. La escultura es el resultado de un proceso de taller que implicó a instituciones y familias locales, que participaron en la recogida de tierra, cortezas y plantas a lo largo de los bosques y cursos de agua de la Ruta de la Lana y la Seda, transformando estos elementos en pigmentos naturales utilizados para decorar las baldosas que componen el cuerpo de la serpiente. Mediante este gesto colectivo, la obra establece un vínculo material y emocional entre el arte y el paisaje. El artista buscó una inserción en el paisaje que no fuera monumental; la escultura, fijada en seco, está destinada a cambiar con el tiempo, entrelazándose con raíces, hierbas y plantas, reflejando la forma abierta y cambiante del Regulus, que emerge y desaparece en el suelo, convirtiéndose en narración y entorno. El “pequeño rey” evoca aquí un poder silencioso y oculto que se funde intrínsecamente con la tierra.
Otra reinterpretación artística significativa es la instalación Regulus de Cristiano Carotti, alojada en La Serpara - Giardino di Sculture, en la frontera entre Lacio y Umbría. Esta obra site-specific fue concebida como una instalación ambiental transitable, que invita a una experiencia inmersiva y meditativa. Carotti fusiona la leyenda local del Regulus con el simbolismo universal del Ourobòros, la serpiente que se muerde la cola. Esta linealidad que se convierte en círculo transforma el Regulus en un símbolo de su propia regeneración, representando un ciclo continuo de unidad e infinito, muerte y renacimiento.
Para hacer realidad su visión, Carotti utilizó materiales industriales “duros” como el acero inoxidable para la estructura interna, combinándolos con elementos más delicados e históricos como paraceras de colores, piezas de vidrio de alto valor histórico donadas por artesanos romanos. Este contraste entre los materiales industriales y el significado esotérico de la obra es típico de la obra de Carotti. La serpiente luminiscente de Carotti está estructurada como un umbral que el público debe atravesar para llegar a un punto de meditación sobre una piedra que emerge del río Chiaro, permitiendo así que arte y naturaleza se insinúen mutuamente. La obra, nacida de un acontecimiento violento (la mutilación de la víbora), trasciende esta violencia para convertirse en una maravilla regeneradora.
Además del arte visual, la imagen de la serpiente mitológica también ha encontrado un lugar en las tradiciones gastronómicas. En Pienza sigue vivo el dulce conocido como la "Serpe di Pienza“. Se trata de un pastel típico elaborado con almendras molidas, azúcar y claras de huevo batidas a punto de nieve, trabajado para que adopte la forma de una serpiente dormida, enrollada en espiral, con la cabeza vagamente triangular decorada con granos de café o uvas pasas a modo de ojos y un trozo de fruta confitada como lengua bífida. Aunque esta preparación puede recordar a otros dulces similares del centro de Italia, como el ”Torciglione" de Perugia, muchos creen que la Serpe di Pienza es una reproducción del Serpente Regolo.
La tradición vinculada a este dulce es profunda: su consumo iba más allá del mero placer gastronómico, adquiriendo un valor mágico y augural. Comer la serpiente significaba simbólicamente vencer y destruir el mal, pero también absorber todas las virtudes atribuidas a la criatura mágica: fuerza, prudencia y sabiduría. El vínculo con la almendra es fuerte en la zona de Pienza, históricamente rica en almendros, hasta el punto de que este fruto figuraba en el comercio y la producción locales en siglos pasados.
El Serpente Regolo, con su etimología regia y su compleja historia, se confirma así como un poderoso símbolo. Su persistencia en el folclore de Toscana y Umbría, traducida en antiguas esculturas sagradas y modernas instalaciones artísticas destinadas a fundirse con el entorno, demuestra su capacidad para representar un poder oculto y la constante transformación que une la tierra, el mito y la creatividad humana. Es un hilo narrativo que, como su forma sinuosa, serpentea desde la época romana hasta la contemporánea.
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| El Serpente Regolo, el pequeño rey reptante de la Toscana entre folclore y arte |
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