Un fragmento de la historia ha vuelto a la vida en el Museo Cívico Arqueológico de Bolonia: se trata del taburete plegable de marfil de la “Tumba 173” de la antigua Felsina, uno de los hallazgos más raros y fascinantes de todo el patrimonio etrusco. Tras un cuidadoso trabajo de conservación que ha durado ocho meses, el objeto ha sido devuelto a la comunidad científica y al público en general con una nueva exposición multimedia interactiva y totalmente accesible.
La restitución del artefacto forma parte del proyecto Nelle terre dei Rasna (En las tierras de los Rasna), promovido por el Departamento de Museos Cívicos de Bolonia en colaboración con el Rotary Club de Bolonia Este, que apoyó el proyecto con motivo de su 60 aniversario. Los trabajos fueron supervisados por las arqueólogas Federica Guidi y Marinella Marchesi y encomendados a la empresa de restauración Kriterion.
El taburete plegable de marfil, datable entre finales del siglo VI y principios del V a.C., es un artefacto de extraordinario refinamiento. El mueble consta de dos pares de patas dispuestas en forma de X, unidas por pernos metálicos y travesaños laterales: un sistema que recuerda a las curules sellæ, asientos plegables de tradición oriental que se convirtieron en la antigua Roma en símbolo del poder civil y magisterial. La hipotética reconstrucción incluye un asiento de cuero, hoy perdido. El detalle más sorprendente es el material: todo el taburete estaba recubierto de placas de marfil trabajadas, una elección que lo convierte en un objeto fuera de escala para los estándares habituales de la Etruria septentrional. El marfil era un bien de lujo, a menudo importado de África o Asia, utilizado para pequeños objetos de culto u ornamentos personales. Utilizarlo para un mueble, y además de uso cotidiano, sugiere el estatus excepcional del difunto.
La hipótesis planteada por los estudiosos es que el propietario de la tumba pudo ser un alto magistrado de la comunidad etrusca de Bolonia, cuya autoridad se manifestaba también a través de símbolos materiales como éste. No se excluye una influencia mediterránea, tal vez griega o anatolia, en la elección de la forma y los materiales.
La tumba de la que procede el taburete fue descubierta en 1887 por Edoardo Brizio, entonces director del museo, durante las excavaciones preparatorias de la Exposición Emiliana de 1888. El descubrimiento tuvo lugar en la zona que hoy ocupan los Giardini Margherita, que en aquella época albergaban numerosas tumbas etruscas. La “tumba 173” destacó inmediatamente por la riqueza de su mobiliario: junto al taburete había figurados vasos áticos, objetos de metal y otros valiosos artefactos, algunos de los cuales se conservan actualmente en los almacenes del museo.
En su momento, el mobiliario sólo se reconstruyó parcialmente y, ya en el siglo XX, se sometió a una primera restauración, lamentablemente con materiales y técnicas anticuados. Las colas y juntas utilizadas entonces habían comprometido el equilibrio estructural del artefacto, por lo que fue necesaria una revisión completa y una intervención de seguridad.
La restauración llevada a cabo por Kriterion afectó a todos los fragmentos existentes: desmontaje, limpieza mecánica, documentación fotográfica y microscópica, consolidación selectiva con productos compatibles y reensamblaje final sobre un nuevo soporte invisible de plexiglás. Este sistema permite ahora al museo desplazar el objeto sin poner en peligro su estabilidad, garantizando su visibilidad por todos los lados.
Paralelamente a los trabajos de conservación, el proyecto también ha producido importantes resultados científicos. Los análisis arqueozoológicos realizados por Fabio Fiori, del Centro ArcheoLaBio de la Universidad de Bolonia, confirmaron el origen animal del marfil, atribuyéndolo con alta probabilidad a un colmillo de elefante. El análisis LC-MS/MS que se está llevando a cabo en la Universidad de Turín debería proporcionar pronto detalles sobre el origen geográfico del hallazgo, ayudando a reconstruir las rutas comerciales y culturales que trajeron materiales tan exóticos al valle del Po. También resultó especialmente interesante el estudio de los casquillos y los pasadores de metal, decorados con láminas de plata: elementos que hablan no sólo de estética, sino también de conocimientos técnicos avanzados, fruto de una tradición artesanal muy especializada.
Una vez concluida la restauración, el taburete ha sido reubicado en la Sala X del museo, dentro de una exposición renovada diseñada para potenciar el disfrute del público. La nueva exposición consta de una vitrina climatizada, flanqueada por una estación táctil multimedia, realizada por Genera, que acompaña al visitante en un recorrido interactivo en tres secciones.
La primera narra las etapas de la restauración con un vídeo subtitulado y traducido al SIL y al inglés, lo que hace el contenido accesible también a las personas sordas o con dificultades auditivas. La segunda reconstruye la tumba 173 en 3D, mostrando la ubicación original del taburete y otros objetos del ajuar. La tercera, actualmente en fase de finalización, ofrecerá contenidos históricos, técnicos y simbólicos en profundidad. El nuevo método de narración museística pretende ir más allá del simple concepto de “exposición”, ofreciendo al público una experiencia participativa, en la que el objeto antiguo se narra, se comprende y se experimenta.
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Un precioso taburete etrusco de marfil restaurado en Bolonia |
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