Esa obra es nazi": Baselitz exige la retirada de un cuadro y el museo se niega


Georg Baselitz, uno de los más grandes artistas vivos, pidió a la Pinakothek der Moderne de Múnich que retirara del museo una obra del artista nazi Adolf Ziegler. Pero el museo rechazó la hipótesis: "ocultar arte problemático no ayuda al pensamiento crítico".

Georg Baselitz, uno de los más grandes artistas vivos y galardonado con el Praemium Imperiale en 2004, y la Pinakothek der Moderne de Múnich se enfrentaron por un cuadro de Adolf Ziegler (Bremen, 1892 - Varnhalt, 1959). El objeto del litigio es un cuadro, Vier Elemente (“Los cuatro elementos”) expuesto en una muestra del museo muniqués. Titulada Mix & Match, la muestra, que se podrá visitar del 15 de septiembre de 2022 al 14 de enero de 2024, compara unas 350 obras de la colección con yuxtaposiciones inéditas. Sin embargo, según Baselitz, la obra debería retirarse por ser “propaganda nazi”. El cuadro representa a cuatro mujeres blancas, rubias y desnudas, que simbolizan los cuatro elementos.

Ziegler fue uno de los artistas nazis más fervientes, y fue Presidente de la Cámara de Bellas Artes del Reich en la época de la infame Exposición de Arte Degenerado, de la que el propio Ziegler fue comisario. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, adoptó una postura crítica hacia la conducta de Adolf Hitler, lo que le costó la deportación al campo de concentración de Dachau en 1943, donde pasó un mes encarcelado, y la dimisión de su cargo de Presidente de la Academia de Bellas Artes. Después de la guerra, como su arte estaba inextricablemente ligado al régimen nazi, le fue imposible continuar su carrera, y vivió los últimos años de su vida recluido en Varnhalt.

Adolf Ziegler, Los cuatro elementos (antes de 1937; lienzo, 171,3 x 110,5 cm; Múnich, Pinakothek der Moderne)
Adolf Ziegler, Los cuatro elementos (antes de 1937; lienzo, 171,3 x 110,5 cm; Múnich, Pinakothek der Moderne)

Aunque el cuadro no evoca directamente temas políticos (aunque las mujeres encarnan el tipo somático ario querido por el régimen nazi), el tríptico es de hecho una de las obras más conocidas del arte nazi, y fue ampliamente reproducido en revistas y postales durante la época del Tercer Reich, y también se hizo un tapiz a partir de él que se llevó a la Exposición Universal de París en 1937. El artista, según consta en la ficha oficial del museo, “relacionó el antiguo tema cosmológico de los cuatro elementos con los conceptos nacionalsocialistas de raza y feminidad a través de las mujeres nórdicas de belleza ideal”. Baselitz exigió la retirada del cuadro escribiendo al director general de las Colecciones de Arte de Baviera, Bernhard Maaz, y al ministro de Arte de Baviera, Markus Blume. Ese tríptico -dice Baselitz- ofende a todo lo que le rodea. Es escandaloso que se permita la propaganda nazi de una forma tan sórdida en un museo de Múnich“. Baselitz, que calificó a Ziegler de ”secuaz de Adolf Hitler y Joseph Goebbels", considera insoportable la visión de la obra dentro del museo.

La respuesta del instituto no se ha hecho esperar: el propio Maaz, junto con el conservador de colecciones Oliver Kase, aunque declaran que respetan las opiniones de Baselitz, rechazan la idea de retirar la obra de la vista del público. “Creemos que las reacciones críticas y los debates son importantes y esenciales en el contexto del arte nazi”, explicaron. “Este intercambio supone que el arte nazi puede verse a través de los originales. La ocultación continuada de arte problemático nunca conduce al pensamiento crítico, sino sólo a la perpetuación de tabúes.” Según Maaz y Kase, “nuestra generación debe encontrar el camino hacia un compromiso históricamente objetivo con el arte nazi, más allá de las acusaciones moralistas, como el que felizmente ha comenzado hace unos años y es apreciado por expertos y amplios sectores del público”. El museo hace referencia al hecho de que el tríptico de Ziegler se comenta ampliamente en el recorrido. En particular, el objetivo de exponer el cuadro es precisamente mostrar la estandarización ideológica y manipuladora del cuerpo que el régimen nazi persiguió continuamente, y contra la cual el arte de las vanguardias, con su diversidad de puntos de vista, se erigió en baluarte de la tolerancia y la apertura.

La ministra Blume también respondió a la carta, afirmando que “las palabras de Georg Baselitz, uno de los artistas contemporáneos más importantes, tienen evidentemente peso”, y pidiendo al museo que abordara los argumentos del artista. Baselitz, que nació en 1938 en Deutschbaselitz (su verdadero nombre es Hans-Georg Kern), vivió de adolescente en una Alemania devastada por la destrucción de la Segunda Guerra Mundial y es muy sensible al tema, como atestigua también su arte, en el que el concepto de destrucción tiene importantes implicaciones.

Esa obra es nazi
Esa obra es nazi": Baselitz exige la retirada de un cuadro y el museo se niega


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