Consejo italiano: mejor pocos pero buenos


El Consejo Italiano es un instrumento importante para la promoción del arte contemporáneo italiano. Pero para apoyar y financiar mejor los proyectos que lo merezcan, sería deseable reducir el número de ganadores.

El Consejo Italiano, un proyecto de la Dirección General para la Creatividad Contemporánea del Ministerio de Cultura, tiene como objetivo promover el arte contemporáneo italiano desde 2017. A lo largo de los años, su misión se ha renovado y ampliado, logrando apoyar y financiar diferentes actividades y producciones culturales con una oferta cada vez más amplia y redefinida que permite apoyar y promover un amplio abanico de proyectos también y sobre todo en el extranjero; los ámbitos van ahora de la investigación a las residencias, de la promoción internacional a la publicación de proyectos editoriales.

Que Italia se haya dotado, al igual que otras naciones europeas, de una planificación gratificante para el arte contemporáneo es sin duda una excelente noticia. Por otra parte, durante demasiado tiempo el arte contemporáneo ha estado relegado, en el imaginario colectivo nacional, a una actividad abstrusa y autorreferencial, confinada exclusivamente a la atención de iniciados (y quizá siga siendo así en parte). El Consejo Italiano, en este sentido, parece socavar esta distorsión perceptiva, pero al mismo tiempo se erige como una verdadera plataforma en actualización que busca recalibrar su modo de apoyo y respaldo, y ciertamente este modus operandi es signo de un dinamismo y atención a las necesidades de quienes trabajan en el campo del arte contemporáneo en Italia, proponiéndose en un sistema perennemente cambiante como es el de la producción cultural internacional.

Foto: Remy Gieling
Foto: Remy Gieling

Por supuesto, se trata de un sistema que puede mejorarse aún más. Por ejemplo, una de las cuestiones que en cierto modo resulta un poco engorrosa (así me lo han hecho saber muchos participantes en ediciones pasadas) es probablemente la articulación burocrática que ya desde la convocatoria y el reglamento tiende a generar una serie de incertidumbres sobre cómo participar y realizar los trámites posteriores, aunque la posibilidad de pedir aclaraciones y más información al correo electrónico oficial de contacto intenta suplir este rasgo típico de la burocracia italiana. El área más interesante, en mi opinión, es el desarrollo del talento. Sin embargo, en mi humilde opinión, para apoyar y financiar mejor los proyectos que lo merezcan, sería deseable una reducción del número de ganadores, de modo que los recursos y la atención pudieran centrarse en una selección más reducida de “talentos” con mayor presupuesto.

Apuntar a 5 propuestas en lugar de 29, como fue el caso en la última edición, podría permitir que los seleccionados tuvieran más financiación y potencial (quizás incluso responsabilidad) en la producción y realización de los proyectos propuestos. Por otra parte, a menudo leemos en las revistas especializadas que en los eventos internacionales de los últimos años los artistas italianos están en su mayoría ausentes o son marginales. Apuntar a unos pocos (pero buenos) proyectos prometedores podría, quién sabe, invertir esta tendencia, siempre teniendo en cuenta que no estaría mal hacer un seguimiento a posteriori del proceso real de crecimiento y éxito de los talentos financiados, para poder tener una retroalimentación con respecto a las selecciones realizadas y a la financiación pública invertida.

Esta contribución se publicó originalmente en el nº 25 de nuestra revista impresa Finestre sull’Arte en papel, erróneamente de forma abreviada. Haga clic aquí para suscribirse.


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