Después de más de tres siglos desde su desaparición, Sak-Bahlán, la última ciudad conocida de los lacandones-ch’olti’es (un antiguo grupo étnico de la civilización maya), puede haber sido finalmente localizada. El yacimiento arqueológico identificado en la Reserva de la Biosfera de Montes Azules, en Chiapas (sur de México), es considerado por un equipo internacional de estudiosos como la posible tierra del Jaguar Blanco, último bastión de los mayas rebeldes del sur de México.
Está registrada oficialmente como Sol y Paraíso. Probablemente Sak-Bahlán, está codirigido por los arqueólogos Brent Woodfill (Universidad de Winthrop, EE.UU.) y Yuko Shiratori (Universidad de Rissho, Japón), con el apoyo del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. Crucial fue la contribución del investigador Josuhé Lozada Toledo, del Centro INAH Chiapas, quien dirigió las operaciones mediante el desarrollo de un avanzado modelo predictivo basado en SIG (Sistema de Información Geográfica).
“Tomé datos de la crónica de Fray De Rivas de 1698; por ejemplo, relata que, ese año, él y una tropa de soldados partieron de Nuestra Señora de los Dolores (antes Sak-Bahlán) y caminaron cuatro días hasta el río Lacantún”, explica Toledo. "Navegaron dos días y llegaron a El encuentro de Cristo, lugar donde el afluente se une con el río Pasión, y dejaron sus canoas para caminar hasta el lago Petén Itzá, en Guatemala. A partir de esos lugares mencionados, que tenía georreferenciados, hice una conversión de cuatro días desde algún punto del río Lacantún hasta Sak-Bahlán. Juntando todas estas variables, pude hacer la propuesta en el mapa y obtener un rango aproximado de dónde podría estar el sitio de Sak-Bahlán. Fue el recorrido a campo traviesa más pesado que he hecho en mi vida, pero, al final, encontramos la evidencia arqueológica, justo en el lugar que había marcado.
Lozada ideó un complejo sistema de localización a partir de fuentes históricas y una serie de datos geoespaciales. Utilizando el software ArcGIS Pro, superpuso varias capas de información, incluyendo elevación, vegetación, presencia de cuerpos de agua y rutas de comunicación prehispánicas, incluso tomando en cuenta el peso promedio transportado por persona. Tal enfoque permitió identificar un área compatible con las descripciones de Sak-Bahlán del siglo XVII: una planicie encerrada por un recodo del río Lacantún, como se reporta en la carta de fray Diego de Rivas de 1695.
En todo caso, la existencia de Sak-Bahlán está documentada en los archivos coloniales. Fue avistado por primera vez por el misionero Pedro de la Concepción en ese mismo año, durante las campañas de sometimiento de los últimos grupos mayas independientes. Tras su conquista, el asentamiento pasó a llamarse Nuestra Señora de los Dolores, pero fue abandonado ya en 1721, engullido por la densa selva chiapaneca. Los lacandones-ch’olti’es resistieron durante más de un siglo, a partir de 1586, año de la caída de su capital Lacam-Tún, también conocida como Gran Peñón.
El proyecto arqueológico, apoyado también por Discovery Channel, ha realizado hasta ahora dos campañas de exploración de campo. Los arqueólogos Rubén Núñez Ocampo y Socorro del Pilar Jiménez Álvarez, junto con Lozada, han mapeado la zona y perforado varios pozos para establecer la cronología de ocupación. La ubicación del sitio, cerca de los ríos Jataté e Ixcán, sugiere un contexto de asentamiento compatible con las fuentes históricas coloniales. El trabajo se presentará en el próximo número de la revista científica Chicomoztoc y también constituye el eje narrativo del documental Descubriendo la ciudad maya oculta: Sac Balam, que relata la expedición y sus implicaciones históricas. Para Lozada, la experiencia sobre el terreno recordó el sentido de la aventura de las expediciones del siglo XIX, pero con la ventaja de la tecnología contemporánea, como la conexión por satélite.
En realidad, el yacimiento ya se había mostrado esquivo en el pasado. En 1999, una expedición organizada por la ONG Conservación Internacional, en la que también participó el historiador Jan de Vos, no logró localizarlo. De Vos, autor del ensayo La paz de Dios y del rey (1988), describió el campo español como un proceso de etnocidio que acabó con la cultura lacandona. Su investigación aportó así una imagen crítica de la colonización de la Selva Lacandona, convirtiéndose en un punto de referencia para estudios posteriores. En 1769, el alcalde de Suchitepéquez, Guatemala, inició una búsqueda para localizar el desaparecido pueblo de Dolores, nombre colonial dado a la ciudad rebelde. La investigación le condujo a un barrio abandonado de Santa Catarina Retalhuleu, donde localizó a los tres últimos supervivientes de la tribu, antaño temida por los indígenas cristianos y considerada una amenaza constante por las autoridades españolas. El yacimiento identificado podría representar, por tanto, un descubrimiento de gran trascendencia para el conocimiento de la historia colonial de Chiapas, y para entender la persistencia cultural de los grupos indígenas que se opusieron a la expansión española.
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Descubren en México un yacimiento que podría coincidir con la última ciudad rebelde maya |
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