Situado en el paisaje de la región de Las Marcas, el pueblo de Gradara-famoso por el castillo donde Dante ambientó la trágica historia de amor de Paolo y Francesca- acoge en el MARV - Museo d’Arte Rubini Vesin, la primera gran exposición individual en Italia del artista japonés Keita Miyazaki. La exposición, titulada Post-Apocalyptic Bloom, comisariada por Riccardo Freddo y Luca Baroni en colaboración con la Galería Rosenfeld, se abrirá al público el 6 de junio y permanecerá abierta hasta el 6 de julio de 2025.
Posteriormente, del 7 de julio al 6 de septiembre de 2025, la exposición se trasladará a la Rocca, continuando un itinerario que entrelaza historia y contemporaneidad. Gradara, en los últimos años, ha sabido transformarse en un taller de renacimiento cultural, al igual que las obras de Miyazaki. Las esculturas seleccionadas para esta exposición ponen de relieve su lenguaje escultórico, en el que destrucción y regeneración se dan la mano, mezclando mecánica y naturaleza, y dando forma a un jardín postapocalíptico.
El artista japonés trabaja combinando materiales industriales, como motores, metales y engranajes desechados, con materiales delicados y artesanales, como papel plegado a mano, fieltro y textiles, evocando la estética wabi-sabi, que celebra la belleza de la imperfección y lo efímero. Sus obras hablan de un mundo que, aunque devastado, encuentra la fuerza para florecer de nuevo, transformando los restos en símbolos de renacimiento.
“Con el papel, quiero que mis obras florezcan”, dice Miyazaki. Y este verbo, “florecer”, enlaza perfectamente con la magia narrativa de Gradara, que se convierte en el telón de fondo ideal para un proyecto artístico capaz de redescubrir la belleza de la reutilización, la fragmentación y el cambio. Como las flores que surgen de sus esculturas, el arte contemporáneo florece entre las antiguas murallas de este pueblo. Post-Apocalyptic Bloom pretende transformar el espacio expositivo en un fascinante jardín mecánico y poético, donde se entrecruzan la memoria de la industria y la delicadeza de la naturaleza.
Keita Miyazaki, que ya ha expuesto en importantes instituciones como el Victoria and Albert Museum, el Centre Pompidou, el Jameel Arts Centre y el Palais de Tokyo, y cuyas obras forman parte de prestigiosas colecciones internacionales de Europa, Asia y Estados Unidos, trae su lenguaje escultórico a las murallas medievales de Gradara.
“Las obras de Keita Miyazaki me llaman profundamente la atención por su armonía melancólica”, afirma el comisario Riccardo Freddo. “Hay en ellas una belleza frágil e imperfecta que recuerda la filosofía japonesa del wabi-sabi: una belleza triste e incompleta que acepta el tiempo, la asimetría y la decadencia como elementos esenciales. Sus esculturas no buscan un equilibrio clásico o una forma lograda como en las tradiciones escultóricas europeas, sino que se arraigan precisamente en la idea de que la belleza también puede nacer del defecto, del error, de la imperfección Es en esta tensión donde se libera la fuerza poética de su obra”.
Nacido en Tokio en 1983, Miyazaki es un artista visual que vive y trabaja entre la capital japonesa y Londres. Sus esculturas híbridas, que combinan materiales industriales y técnicas artesanales, conforman un lenguaje único en el que fragmentos mecánicos y motivos naturales dialogan y se contaminan mutuamente. Licenciado por la Universidad de las Artes de Tokio y el Royal College of Art de Londres, ha expuesto sus obras en instituciones y galerías de todo el mundo.
Fotografías por cortesía de Gallery Rosenfeld
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En Gradara, la primera exposición individual italiana de Keita Miyazaki evoca la filosofía del wabi-sabi |
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