Del 25 de octubre de 2025 al 8 de febrero de 2026, las salas con frescos de los Chiostri di San Pietro de Reggio Emilia acogerán Margaret Bourke-White. The Work 1930-1960, una retrospectiva dedicada a Margaret Bourke-White (Nueva York, 1904 - Stamford, 1971), una de las figuras más relevantes de la fotografía del siglo XX. La iniciativa está promovida por la Fondazione Palazzo Magnani en colaboración con CAMERA - Centro Italiano per la Fotografia, y comisariada por Monica Poggi. La exposición presenta 150 imágenes que abarcan tres décadas de actividad del autor, incluyendo reportajes industriales, escenarios bélicos, transformaciones sociales y conflictos geopolíticos. Nacida en Nueva York en 1904 y fallecida en 1971, Bourke-White construyó una carrera internacional que se distinguió por su capacidad para abordar contextos extremos, tanto en términos de dificultades logísticas como de implicaciones políticas, erigiéndose en testigo directo de los acontecimientos que marcaron el siglo. La exposición se divide en seis secciones, siguiendo un criterio cronológico y temático.
“En los años en que había estado obsesionada con la belleza de la arquitectura industrial, las personas habían sido presencias puramente casuales en mis fotografías. [...] Ahora, sin embargo, sólo me interesa la gente”, dijo Bourke-White sobre sus reportajes de la vida estadounidense en los años posteriores al colapso económico. "Vi y fotografié montones de cuerpos desnudos sin vida, los trozos de piel tatuada utilizados como pantallas de lámparas, los esqueletos humanos en el horno, los esqueletos vivos que pronto morirían por esperar demasiado tiempo la liberación. En aquellos días la cámara era casi un alivio, interponía una delgada barrera entre yo y el horror que tenía delante.
El primer núcleo, titulado Los primeros reportajes de ’Life’, recorre la colaboración de la fotógrafa con la revista estadounidenseLife, que comenzó en 1936. Para el número inaugural, los editores eligieron como portada una de sus imágenes de la presa de Fort Peck, en Montana. Fue el comienzo de una larga colaboración que la llevaría a realizar crónicas de grandes obras públicas, procesos industriales y paisajes urbanos en transformación. Este periodo se explora en la sección El encanto de las fábricas y los rascacielos, donde afloran los intereses modernistas de la autora y su atracción por las geometrías monumentales de los grandes complejos fabriles.
Otro momento crucial lo representa Retratando la utopía en Rusia, en el que se exponen fotografías tomadas en la Unión Soviética: Bourke-White fue la primera fotógrafa estadounidense admitida en el país. Su trabajo en la URSS coincide con una fase histórica crucial, marcada por las ambiciones propagandísticas del régimen y el interés occidental por modelos económicos alternativos. Sus imágenes intentan plasmar el alcance de una transformación industrial y social aún en curso, manteniendo una mirada suspendida entre la documentación y la retórica visual.
La sección Sky and Mud, Photographs of War recoge reportajes realizados durante la Segunda Guerra Mundial, en los frentes africano, europeo y soviético. Las imágenes muestran la crudeza del conflicto, pero también la dimensión cotidiana de la vida en el frente, centrándose en los rostros, los cuerpos y los espacios de la resistencia civil. En estos contextos, la autora no renuncia a un enfoque técnico exigente, y sigue utilizando equipos de medio y gran formato, a pesar de las dificultades medioambientales. Esta elección le permite conseguir una nitidez y una composición que confieren monumentalidad a sus temas.
La historia continúa con El mundo sin fronteras: reportajes en India, Pakistán y Corea, que documenta las misiones emprendidas a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta. En India, la fotógrafa retrata también a Mahatma Gandhi, es testigo del proceso de descolonización y de los primeros conflictos ligados al nacimiento de los nuevos Estados-nación. Incluso en estos reportajes, Bourke-White prefiere la pose al disparo directo, distinguiéndose así de otros fotoperiodistas contemporáneos como Robert Capa o Henri Cartier-Bresson. Su elección estilística pretende devolver la dignidad a sus sujetos, a menudo pertenecientes a clases sociales marginadas, convertidos en emblemas universales del sufrimiento y las transformaciones en curso.
Margaret Bourke-White, soldado estadounidense charla con una niña alemana que toma el sol en el Berlín de la posguerra. Alemania (1945; Margaret Bourke-White/The LIFE Picture Collection/Shutterstock)
La última sección, Oro, diamantes y Coca-Cola, aborda un tema recurrente en la obra de la fotógrafa: la desigualdad social. El título alude a la coexistencia de riqueza ostentosa y condiciones de vida precarias que Bourke-White documenta durante sus viajes por África y Estados Unidos. Las fotografías, tomadas en contextos urbanos y rurales, ponen de relieve los crecientes contrastes económicos y plantean cuestiones aún de actualidad sobre la dinámica de la globalización y la extensión de los modelos consumistas. Además del análisis de su trayectoria profesional, la exposición dedica también atención a la personalidad de la fotógrafa. Bourke-White emerge como una figura poco convencional y decidida, capaz de superar las barreras de género en un entorno predominantemente masculino. En la década de 1930 alcanzó tal fama que fue considerada una de las mujeres más influyentes de Estados Unidos. Entre las anécdotas que recoge la exposición destaca la presencia de dos caimanes en su estudio del edificio Chrysler, símbolo de una existencia poco convencional.
Su carrera se desarrolló en dos líneas: primero como intérprete de las políticas del New Deal, transmitidas a través de un lenguaje visual cercano a la propaganda y la reivindicación social; después como fotoperiodista orientada hacia un realismo más seco, destinado a retratar a individuos y comunidades envueltos en crisis históricas. En ambos casos, sus investigaciones se distinguen por una coherencia estilística y una atención continua a los dispositivos narrativos de la fotografía. Un episodio de 1955 ofrece una clave singular de su visión: aquejada por la enfermedad de Parkinson, dolencia que la acompañaría hasta su muerte, escribió a su editor Henry Luce solicitando ser enviada en el primer vuelo espacial a la Luna. “Por supuesto, tendría que resolver el problema del medio de transporte”, ironizaba en la carta. “Quizá dentro de unos años encuentre la solución. Quizá saltando a la comba no pueda ir a la Luna, pero la ciencia corre tan deprisa que quién sabe”.
En el transcurso de la exposición, la Fondazione Palazzo Magnani propone una serie de encuentros públicos dedicados al llamado “siglo americano”, expresión que engloba las estructuras históricas, culturales, ideológicas, económicas y sociales que caracterizaron el siglo XX y que aún hoy influyen en la vida contemporánea. La iniciativa pretende ahondar en el contexto en el que se formó y asentó la figura de Bourke-White, ofreciendo herramientas para interpretar su obra a la luz de las transformaciones del presente.
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En Reggio Emilia, la retrospectiva de Margaret Bourke-White con 150 instantáneas sobre la guerra, la industria y la sociedad |
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