El Palazzo Blu de Pisa acoge Razza Umana, el proyecto fotográfico firmado por Oliviero Toscani Studio, en una exposición que celebra por primera vez en Italia uno de los proyectos más famosos del gran maestro de la fotografía Oliviero Toscani (Milán, 1942 - Cecina, 2025), pocos meses después de su muerte. Abierta al público del 17 de abril al 29 de junio de 2025, la exposición es un homenaje a la visión de un artista que recorrió la historia de la imagen con una poderosa fuerza comunicativa.
Se exponen más de 500 fotografías, en diferentes formatos, seleccionadas de un impresionante archivo de unas 100.000 instantáneas, fruto del trabajo colectivo realizado por Toscani junto a su equipo de colaboradores y alumnos. Un archivo que a lo largo de los años ha contado la historia de la humanidad en su multiplicidad y singularidad, tocando todas las latitudes del planeta: de las plazas italianas a las aldeas de Namibia, de las calles de Japón a las playas de Colombia, de los rostros encontrados en la Polonia poscomunista a los descubiertos en los carnavales italianos, siempre con la misma intención: observar, acoger, devolver. Razza Umanaes un proyecto visual y antropológico que rompe los límites del retrato fotográfico tradicional para convertirse en una investigación cultural y social de la condición humana. El propio Toscani lo define como “un estudio sociopolítico, cultural y antropológico que retrata la morfología de las personas para observar sus peculiaridades y características, captando diferencias y similitudes”.
Pisa no es una parada cualquiera en el viaje de Razza Umana. La ciudad toscana ha tenido un vínculo directo con el proyecto desde sus inicios. Entre 2007 y 2008, durante los años en que la sede de la exposición del Palazzo Blu estaba tomando forma, Oliviero Toscani había montado uno de sus sets fotográficos justo dentro del palacio. En aquella ocasión, había retratado a decenas de personas que se habían ofrecido espontáneamente a su objetivo. Hoy, esos rostros forman parte del recorrido de la exposición y se unen a los recogidos en otros rincones del mundo. Rostros locales que se funden con otros globales, componiendo una galería humana de extraordinaria fuerza expresiva.
“Todos sabemos”, dijo el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Pisa, Paolo Pesciatini, “del vínculo de Olviero Toscani con nuestra tierra, el Parque de San Rossore, y este mismo lugar, el Palazzo Blu, que lleva su nombre, quien también creó el logotipo, que desde hoy acoge una exposición que es también expresión de un gran sentimiento de gratitud (la gratitud está ligada a la memoria, que si la pierdes, te pierdes a ti mismo...). y la pérdida de ambos suele ser la causa de muchos de nuestros males). Así que, como decía, el Palazzo Blu acoge este proyecto, este ”baúl lleno de gente", por utilizar un título de Tabucchi dedicado a Pessoa: Razza Umana (Raza Humana ) con el que Oliviero Toscani sigue enviando “mensajes claros contra el racismo y la discriminación, empezando por los niños que no tienen prejuicios ni ideas preconcebidas”. Son palabras de otro grande, fallecido pocos días después que Toscani, al que estaba sinceramente unido, Luca Beatrice. Y precisamente con sus palabras sobre Oliviero Toscani, que cambió radicalmente la historia de una lengua, como tan bien entendió Pasolini en su tiempo, concluyo: es precisamente su “deseo de libertad, de no tener amos, lo que hace de Oliviero Toscani uno de los maestros de la cultura de nuestro país, si por ”maestro“ se entiende sobre todo aquel que no teme subvertir las reglas, aquel que lo intenta cada vez y casi siempre lo consigue”.
El recorrido expositivo se enriquece también con algunas de las imágenes más icónicas de la larga carrera de Toscani, en un recorrido ideal por su producción. Fotografías que han marcado el mundo de la comunicación y del arte visual, y que siguen generando reflexiones sobre el papel del fotógrafo como testigo, intérprete, provocador. No es casualidad que las imágenes de Human Race hayan sido definidas por el diplomático Zeid Ra’ad Al Hussein, ex Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, como “imágenes que son una celebración de la individualidad y la diversidad de nuestros semejantes. Son cariñosos, alegres, curiosos, frágiles, dubitativos, atribulados, serenos. Y cuando me detengo en estos rostros, parece que me devuelven la mirada, impasibles, con ojos brillantes. Casi hablan. Son nuestra gente. Les pertenecemos. Cada individuo de estas fotografías es diferente, pero todos se parecen a nosotros. Fotografías que nos instan a actuar. Nos piden que defendamos y promovamos los derechos de cada ser humano, que luchemos contra la discriminación, la violencia y la explotación; que defendamos la dignidad de cada mujer, hombre y niño”.
Nacido como una experiencia colectiva, Razza Umana es un proyecto que se ha abierto camino a través del tiempo y el espacio, atravesando continentes y contextos sociales, sin perder nunca su espíritu original. Se ha presentado en lugares distantes y simbólicos, desde la Galería Uffizi de Florencia hasta Palestina, desde Israel hasta Nicaragua, pasando por Bélgica, Suiza, Franciacorta, Viareggio, Génova y México. Cada etapa añadió nuevos rostros, nuevas historias, nuevos matices al mosaico humano imaginado por Toscani. Cada disparo ha conservado la misma urgencia: devolver la dignidad a la mirada del otro, romper el muro de la indiferencia. El proyecto continúa incluso después de la muerte del fotógrafo, gracias a un equipo que continúa la visión. El día de la inauguración de la exposición, el 17 de abril, el set fotográfico de Razza Umana se instaló de nuevo en el Palazzo Blu y se abrió al público a partir de las 14.00 horas, bajo la dirección de Rocco Toscani. Una nueva oportunidad de entrar en el gran archivo de la humanidad. Cada visitante tuvo la oportunidad de retratar su rostro y contribuir a este archivo colectivo.
“Me conmueve la singularidad de cada individuo y por eso fotografío a los seres humanos en sus múltiples expresiones”, con estas palabras resumía Oliviero Toscani el corazón de Razza Umana. Un proyecto que, más allá de la fotografía, toma la forma de una declaración ética y política, una invitación a reconocer la complejidad del otro, a defender su existencia, a proteger sus derechos.
La exposición, organizada por la Fondazione Palazzo Blu en colaboración con el Estudio Oliviero Toscani y con el apoyo de la Fondazione Pisa, puede visitarse de lunes a viernes de 10.00 a 19.00 horas (última entrada a las 18.00 horas), sábados, domingos y festivos de 10.00 a 20.00 horas (última entrada a las 19.00 horas).
Para más información: palazzoblu.it
Oliviero Toscani nació en Milán en el seno de una familia inmersa en el mundo de la imagen: su padre Fedele fue el primer fotorreportero del Corriere della Sera. Creció entre rollos de película y cuartos oscuros, respirando la pasión por la fotografía gracias a su hermana Marirosa y a su cuñado Aldo Ballo, director del estudio fotográfico italiano más influyente dedicado al diseño. Tras ser admitido en la Universidad de las Artes de Zúrich, dirigida por Johannes Itten, figura clave de la Bauhaus y teórico del color, Toscani se trasladó a Suiza. Allí estudió fotografía, dibujo y composición, y se graduó en 1965. Nada más terminar sus estudios, se marchó a Estados Unidos. En Nueva York descubrió la efervescencia cultural de la ciudad y vivió en el Hotel Chelsea, punto de encuentro de músicos, artistas y escritores. En aquellos años su vida cotidiana se cruza con la de Bob Dylan, Leonard Cohen, Patti Smith, Tom Waits, Andy Warhol, Lou Reed y Mick Jagger. Frecuenta la Factory, Studio 54, Elio Fiorucci. Es el corazón palpitante de una generación en plena revolución cultural. Sus temas son la calle, la gente, la moda, los rostros afroamericanos, el cielo. Entre Milán, París y Nueva York, su carrera despega.
En 1973 llega la primera gran polémica: la campaña “Chi mi ama, mi segua” (“Los que me aman, me siguen”), con la modelo Donna Jordan, su compañera de entonces, vistiendo vaqueros de Jesús, acaba en la prensa, defendida públicamente por Pier Paolo Pasolini en el Corriere della Sera. Toscani se convirtió en un nombre mundial. Paz y guerra, amor y violencia, sida, pobreza, pena de muerte, derechos civiles, inmigración, religión, medio ambiente, anorexia, racismo, deporte, homosexualidad, política, trabajo: a través de sus imágenes, transformó estos temas en instrumentos de debate colectivo. De 1982 a 2000 vinculó su nombre a la marca United Colors of Benetton, ocupándose de su imagen, estrategia e identidad visual. Convirtió la marca en un icono mundial. En 1990 fundó Colors, la primera revista con ediciones idénticas en todo el mundo. Tres años más tarde fundó Fabrica, un centro de investigación sobre la comunicación moderna. En 2004 inauguró La Sterpaia - Bottega della Comunicazione, y en 2007 lanzó Razza Umana, un proyecto fotográfico y audiovisual dedicado a las infinitas variaciones del ser humano, en su forma, condición e identidad.
Al mismo tiempo, dirige Nuovo Paesaggio Italiano, una iniciativa contra la degradación medioambiental y urbana del país. Cofundador de la Academia de Arquitectura de Mendrisio, ha impartido clases de comunicación visual en universidades italianas e internacionales. Sus obras se han expuesto en lugares tan prestigiosos como la Bienal de Venecia, el Palazzo Reale de Milán, el Museum für Gestaltung de Zúrich y Sao Paulo (Brasil). Autor traducido a numerosos idiomas, ha recibido premios y honores en todo el mundo. Es académico honorario de la Accademia di Belle Arti de Florencia y ha sido presidente honorario de la asociación Nessuno tocchi Caino, comprometida contra la pena de muerte. Toscani nunca se ha detenido: ha cruzado idiomas y medios, de la fotografía a la radio, del vídeo al grafismo, del cine a la publicidad, e incluso ha abrazado la agricultura y la ganadería.
Foto: RAZZA UMANA / ESTUDIO OLIVIERO TOSCANI
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Pisa, en el Palazzo Blu, primera gran exposición italiana dedicada al proyecto Razza Umana de Oliviero Toscani. |
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