Lucca merece mucho más que los gritos de Stefano Cecchi y las ideas de Klaus Davi


En los últimos días, Lucca ha sido objeto de dos fuegos cruzados: los desplantes del periodista Stefano Cecchi y las ideas absurdas del personaje televisivo Klaus Davi.

Los Museos Nacionales de Lucca, que ya lo están pasando mal, se han visto sometidos en los últimos días al menos a dos fuegos cruzados: el de Stefano Cecchi, redactor jefe del periódico La Nazione, y el de Klaus Davi, que se ha propuesto (sin que nadie se lo haya pedido) elaborar estrategias de comunicación para los museos de Lucca (por cierto, inicialmente iban a ser sólo los dos museos nacionales, Palazzo Mansi y Villa Guinigi: ahora Davi querría ser el“guía” de todos los museos de la ciudad).

Los acontecimientos que afectan a la ciudad de las murallas son dignos de atención, ya que Cecchi y Davi interpretan mejor que nadie dos papeles que la cultura, aunque no se sienta necesaria, tiene que afrontar casi a diario. El primero encarna la figura del periodista que pontifica sobre cuestiones culturales, profiriendo epítetos poco amables hacia figuras que le desagradan y hablando habitualmente con tópicos. El segundo, en cambio, encarna el estereotipo del famoso que, investido por la televisión con el poder de soltar cualquier payasada que se le pase por la cabeza, se lanza a propuestas que cualquiera con un mínimo de confianza en la cultura (la de verdad) nunca podrá tomarse en serio.

Así, Stefano Cecchi, en un artículo aparecido en La Nazione el 20 de agosto, arremetía contra los “peces gordos de las Superintendencias”, culpables de “exorcizar al ministro Franceschini, culpables de querer introducir gestores para dirigir los museos estatales”, y recurriendo a la parafernalia clásica del periodista medio que se ocupa del patrimonio cultural, como los desplantes contra el aparato museístico (las hojas informativas se tildan de “menús de pizza”) y las típicas comparaciones con los museos de Estados Unidos. Entre otras cosas, es curioso que Cecchi, además de asignar un Rafael inexistente al Palazzo Mansi y cambiar el trabajo de Donatello hablando de sus improbables “lienzos”, se refiera al Instituto Smithsonian de Washington sin nombrarlo, sino simplemente desvirtuándolo como el “museo obra maestra de la tecnología y los servicios” construido "en Washington en torno a las zapatillas que Judy Garland llevaba en El mago de Oz". Querido Cecchi, ésta no es exactamente la razón por la que se fundó el Smithsonian, cuyos orígenes se remontan a unos cien años antes de que naciera Judy Garland.

Palazzo Mansi a Lucca
La entrada al Palazzo Mansi de Lucca

Y así, el 28 de agosto, Klaus Davi, movido por una inconmensurable pasión por la cultura que despertó en él la lectura del elevado lai de Cecchi, se declaró dispuesto a hacerse cargo “del relanzamiento de los museos Palazzo Mansi y Villa Guinigi de Lucca, incluso gratuitamente si no hubiera fondos para su promoción”. Aunque, en un artículo publicado hoy en la edición de Lucca de La Nazione, el generoso Davi dice que quiere un sueldo: ’durante los seis primeros meses me conformaré simbólicamente con un euro’. No está claro, sin embargo, si Davi quiere un euro repartido en seis meses, o un euro al mes: quizá habría que arrojar algo de luz sobre el asunto.

Sin embargo, la primera idea propuesta por Klaus Davi para el relanzamiento de los museos de Lucca queda muy lejos del valor económico de su colaboración: si el “massmediólogo y experto en comunicación” quiere ganarse sus seis ricos euros (o un euro por seis meses), sería conveniente que trabajara más. De hecho, la propuesta consiste en exponer “el icono de las dos Maròs italianas en la India” (¿acaso serán canonizadas por la Iglesia ortodoxa?) “a la entrada de todos los museos de la ciudad”. Y ya estamos anticipando no sólo las colas que se formarán ante las entradas de los museos de Lucca como consecuencia de esta hazaña, sino también a las autoridades indias que liberarán a los dos soldados, movidas a compasión por Davi y su infinita solidaridad. Sobre todo porque nuestro personaje está seguro de que su propuesta “será estudiada con atención”. Y piensa ponerse serio, porque este sábado se dirigirá al alcalde de Lucca: ’Pediré el puesto de director creativo de todos los museos de Lucca, tanto estatales como municipales’.

No sabía yo que de repente un ciudadano pudiera pedir cargos a sueldo público (el bueno de Davi sólo se conformará con un sueldo simbólico los seis primeros meses: ¿y después?) a una administración, aunque no está claro a cuál, porque Davi lo solicitará al ayuntamiento, pero dos de los museos de Lucca los gestiona el Ministerio. Quién sabe si, por amor incondicional al arte, se permitirá en el futuro obtener nombramientos públicos sin pasar por selecciones y concursos públicos, y reunir las competencias de las autoridades locales y las administraciones centrales para luego derribarlas de un plumazo.

Es cierto que los museos estatales de Lucca tienen muy pocos visitantes en comparación con su gran potencial. Dada nuestra proximidad geográfica, los hemos visitado varias veces (un par de ellas con dos visitas guiadas), y somos conscientes de su altísimo valor cultural. Es cierto que necesitamos nuevas ideas y sangre nueva para revivir estas dos instituciones tan importantes. Pero para ello necesitamos recursos y necesitamos un plan serio de mejora (que, por supuesto, nunca puede separarse de la protección). No basta con la farsa de la primera personalidad televisiva en busca de visibilidad fácil. La esperanza es que Lucca consiga, como siempre ha hecho, considerar la cultura como un asunto muy serio.


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