El Gobierno peruano ha decidido reducir la zona protegida que rodea las famosas Líneas de Nazca, en el desierto peruano de Nazca, suscitando una oleada de críticas por parte de la comunidad científica y las organizaciones ecologistas. Según anunció el viernes el Ministerio de Cultura de Perú, el parque arqueológico se reducirá de unos 5.600 kilómetros cuadrados a poco más de 3.200. La decisión ha suscitado el temor generalizado de que la reducción pueda allanar el camino a una mayor explotación minera, sobre todo ilegal, en una zona de excepcional valor histórico y paisajístico.
La nueva delimitación excluye una porción de territorio de más de 2.000 kilómetros cuadrados, una superficie comparable a toda el área urbana de Lima, la capital del país. En esta zona se concentran unas 300 concesiones mineras, según Sidney Novoa, director tecnológico de la organización no gubernamental Conservación Amazónica, que realizó el mapeo de la región. La presencia de tales concesiones en la parte ahora excluida del parque protegido alimenta la preocupación de que la nueva configuración fomente, de hecho, la expansión de la minería informal e ilegal. El yacimiento arqueológico de las Líneas de Nazca es uno de los más conocidos del mundo y constituye la segunda atracción turística de Perú después de Machu Picchu. Situado en una zona desértica del sur del país, el yacimiento es famoso por sus gigantescos geoglifos trazados sobre la superficie del suelo, que representan animales, figuras humanas estilizadas y patrones geométricos. Las imágenes, que incluyen colibríes, monos y ballenas, sólo son visibles desde arriba y datan de hace unos 2.000 años. En 1994, el yacimiento fue declarado Patrimonio de la Humanidad porla Unesco.
“Están intentando borrar la historia”, afirma Ana María Cogorno Mendoza, presidenta de la Asociación Internacional María Reiche, una organización sin ánimo de lucro creada para proteger las Líneas de Nazca. “La zona que se está separando es exactamente donde tuvieron lugar algunos de los rituales más antiguos, según nuestras investigaciones”.
“No hay estudios suficientes para decir que no tiene valor cultural o arqueológico”, añadió también César Ipenza, abogado ambientalista. “Esta zona, que pertenece a nuestros antepasados, requiere una protección real y no sólo conveniencia política”.
En los últimos años, la investigación científica ha seguido avanzando en el conocimiento del yacimiento. En 2023, un equipo de arqueólogos utilizó herramientas de inteligencia artificial para identificar cientos de nuevos geoglifos, anteriores a los ya conocidos y que datan también de hace más de dos milenios. Estos descubrimientos han reforzado el interés internacional por proteger el yacimiento y la importancia de preservar la integridad de la zona que lo rodea. El Ministerio de Cultura justificó su decisión afirmando que era el resultado de un proceso de estudio y consulta de 20 años. Las autoridades también han señalado que la nueva delimitación no afecta directamente ni a la zona reconocida por la Unesco como patrimonio mundial ni a su zona tampón. Sin embargo, para muchos expertos, la reducción socava la eficacia de las medidas de protección y debilita los esfuerzos de conservación que se vienen realizando desde hace décadas. Entre las críticas más contundentes figura la de César Ipenza, experto en medio ambiente, quien afirmó que la supresión de la protección en una zona que se solapa con numerosas concesiones mineras corre el riesgo de fomentar la minería ilegal. Ipenza señaló que la minería informal se ha beneficiado durante años de un trato normativo favorable, gracias a herramientas como el Reinfo -el Registro Integral de Mineros Informales-, que permite a las empresas operar a la espera de su formalización, sin una verdadera supervisión estatal.
La medida “expone a la reserva a riesgos muy graves y a daños acumulativos”, argumenta Mariano Castro, ex ministro de Medio Ambiente. “El Ministerio de Cultura no está tomando en consideración la expansión de cientos de actividades extractivas mineras que tendrán un impacto acumulativo sobre las áreas arqueológicas sensibles existentes en Nazca”, afirma.
“Esta actualización responde a la necesidad de reflejar con mayor precisión la relación entre los geoglifos y los rasgos físicos registrados en la zona, garantizando su protección y preservación”, señala Fabricio Valencia, ministro de Cultura de Perú.
Según la interpretación de muchos observadores, la eliminación de limitaciones en una zona ya afectada por reclamaciones de tierras corre el riesgo de crear una vía rápida para la expansión minera, en un momento en que el precio internacional del oro ha alcanzado niveles especialmente altos. La combinación del aumento del valor del metal precioso y la relajación de las protecciones medioambientales y culturales podría, por tanto, constituir un poderoso incentivo para el desarrollo incontrolado de las explotaciones mineras, con consecuencias difícilmente reversibles en términos paisajísticos y arqueológicos. Algunas fuentes han señalado también la opacidad del proceso de toma de decisiones que ha llevado a la redefinición de los límites de la reserva. Aunque la versión oficial habla de un estudio iniciado hace 20 años, no existen consultas públicas recientes con participación activa de las comunidades locales ni de la comunidad científica. La ausencia de un diálogo transparente alimenta las sospechas de que la decisión estuvo influida por presiones económicas e intereses mineros privados. La presencia de concesiones en el territorio retirado de la protección arqueológica también ha sido documentada por cartografías independientes, que muestran un fuerte solapamiento entre las zonas ahora excluidas del parque y las áreas solicitadas por los operadores registrados en el Reinfo. Este registro, aunque creado con el objetivo de iniciar una vía de regularización de las actividades informales, ha sido criticado a menudo por su falta de controles eficaces y su tendencia a perpetuar, en lugar de resolver, la situación de ilegalidad generalizada. El país sudamericano cuenta con enormes recursos minerales, entre ellos oro, cobre y plata, que representan una gran parte de la economía nacional. A pesar de ello, el crecimiento del sector minero ha generado a menudo conflictos con las poblaciones locales y las organizaciones de protección del patrimonio cultural y natural.
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Perú, protestas por la reducción por el gobierno de la zona protegida en torno a las Líneas de Nazca. |
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