En Tívoli, la Villa Gregoriana prosigue su camino de protección y valorización gracias a una serie de intervenciones que combinan tecnología, sostenibilidad, seguridad y accesibilidad. De hecho, en las últimas horas se han presentado las últimas obras dedicadas a la conservación y gestión de este lugar confiado al FAI - Fondo per l’Ambiente Italiano ETS por laAgenzia del Demanio en 2002. Se trata de un nuevo capítulo de un proyecto de cuidado que el Fondo lleva a cabo desde hace más de veinte años, combinando mantenimiento, intervenciones extraordinarias, investigación e innovación para preservar uno de los paisajes y patrimonios históricos más complejos y delicados de Italia.
Las obras recientemente finalizadas, ejecutadas con la contribución de la Región del Lacio en el marco de laIntervención de Convocatoria Pública 2 (DTC) para la investigación y el desarrollo de tecnologías aplicadas al patrimonio cultural, introdujeron herramientas avanzadas para la vigilancia de las laderas del parque, un innovador sistema de iluminación sostenible diseñado por Marionanni, un nuevo sendero accesible concebido para ampliar la usabilidad del lugar y una serie de contenidos digitales y multidisciplinares que enriquecen la experiencia del visitante. Elementos diferentes pero estrechamente conectados que responden a las necesidades de seguridad, conservación, inclusividad y narrativa, y que pretenden mejorar el acceso a un lugar cuya naturaleza kárstica y conformación morfológica requieren soluciones técnicas especializadas y una gestión constante. Por ello, a lo largo del tiempo ha sido necesario construir pilotes y mimbres para contener los taludes, así como redes de desprendimiento de rocas para controlar y estabilizar las zonas especialmente propensas a la erosión. Personal cualificado y altamente especializado con cuerdas interviene cíclicamente para inspeccionar los taludes de la Villa, comprobar la estabilidad de los árboles, realizar las podas necesarias para aligerar la vegetación y retirar las partes de roca con riesgo de desprendimiento.
En los últimos años, Villa Gregoriana ha tenido que hacer frente a las consecuencias de fenómenos climáticos cada vez más intensos y repentinos que han agravado la fragilidad de un contexto naturalmente expuesto a la inestabilidad hidrogeológica. El profundo desfiladero excavado por el Aniene, las pronunciadas pendientes y la presencia de monumentos históricos integrados en el paisaje crean un entorno extraordinario pero vulnerable que requiere una vigilancia continua y una intervención oportuna. Por ello, uno de los pilares del nuevo proyecto fue la inclusión de un avanzado sistema de vigilancia de riesgos para prevenir desprendimientos y corrimientos de tierra. En las laderas más expuestas, así como en el Templo de Sibila, el Templo de Tiburno y los restos de la Villa de Manlio Vopisco, se han instalado 67 sensores que registran movimientos milimétricos de las paredes rocosas y las estructuras arquitectónicas. La pared, de casi 5.000 metros cuadrados, se limpió de vegetación y material suelto gracias a equipos de cuerda especializados, capaces de operar en condiciones complejas y seguras.
El sistema se gestiona a distancia mediante un software específico que permite al personal de la FAI supervisar cada sensor en tiempo real, intervenir rápidamente en caso de anomalías y programar controles y mantenimientos cíclicos. Se trata de una medida fundamental, dada la experiencia de los últimos años: en 2021 la pared rocosa bajo el túnel de Miollis se derrumbó con más de setenta metros cúbicos de material, mientras que en 2022 se deslizó el talud bajo las subestructuras de la Villa de Manlio Vopisco. La dinámica climática, con la alternancia de largos periodos de sequía y lluvias intensas y repentinas, ha hecho más imprevisible el comportamiento de los taludes. En este contexto, la vigilancia tecnológica es una herramienta esencial para proteger la propiedad y garantizar la seguridad de los visitantes.
Junto a las medidas para proteger el parque del riesgo hidrogeológico, una de las intervenciones más significativas se refiere a la nueva iluminación diseñada por Marionanni, conocido por su capacidad para transformar espacios mediante una luz respetuosa con el medio ambiente y la arquitectura. El proyecto nace de un diálogo directo con el lugar y del deseo de realzar la dimensión nocturna del parque sin alterar su equilibrio natural. El objetivo es “escribir una luz capaz de preservar la oscuridad”, como se define en el proyecto, mediante valores de iluminancia contenidos, un control puntual de cada luminaria y un uso cuidadoso de las superficies naturales como elementos reflectantes.
La nueva luz da la bienvenida a los visitantes ya en la entrada, en la histórica taquilla, y los acompaña a lo largo del recorrido principal, pasando del mirador de la Gran Cascada a los Túneles Gregorianos, de la zona de cipreses a la de Vopisco, y hasta Ponte Lupo. Las cascadas, en particular, se iluminan teniendo en cuenta el movimiento del agua, los reflejos y la profundidad de los estanques y saltos del valle. La iluminación se concibe, pues, como un tejido luminoso inserto en el paisaje, capaz de sugerir recorridos y visiones sin imponerse nunca.
Se han introducido tres tipos principales de luz: la lámpara Neptuno, que aprovecha el follaje de los árboles para convertirlos en superficies reflectantes en movimiento; la campanilla, una lámpara de latón natural distribuida a lo largo de los senderos para guiar a los visitantes con pequeños puntos de luz no invasivos; y, por último, la linterna, diseñada específicamente para iluminar la zona de los restos de la Villa de Manlio Vopisco sin necesidad de excavaciones ni instalaciones permanentes. Esta última solución, totalmente alimentada por pilas, garantiza la protección de la integridad arqueológica y al mismo tiempo permite una iluminación respetuosa con el contexto. La flexibilidad del sistema permite ajustar cada punto de luz individual, creando un entorno nocturno evocador y seguro, en el que la experiencia del visitante se prolonga más allá de la puesta de sol, respetando al mismo tiempo la rica biodiversidad del parque.
Otra innovación significativa se refiere a la accesibilidad del lugar. El recorrido de visita de la Villa Gregoriana, de 3.800 metros de longitud y enclavado en un valle profundo y articulado, presenta un desnivel de unos noventa metros y numerosos tramos naturales que históricamente han dificultado la visita a las personas con discapacidad o movilidad reducida. Antes de esta intervención, la posibilidad de realizar la visita sin salvar importantes desniveles se limitaba casi exclusivamente a la zona de la Acrópolis, cerca de los templos de Sibilla y Tiburno. La construcción de un nuevo sendero en pendiente, accesible directamente desde la taquilla histórica de Via Quintilio Varo, amplía ahora la posibilidad de disfrutar de la Villa. La nueva rampa, integrada en el contexto paisajístico y arquitectónico de forma armoniosa, facilita el acceso a la zona de Manlio Vopisco y el disfrute de la vista desde el mirador sobre la Gran Cascada. La intervención representa un paso importante hacia un enfoque más integrador, respetuoso con la complejidad morfológica del lugar pero atento a las necesidades de todos los visitantes.
Por último, la FAI ha renovado y ampliado el contenido para visitantes, introduciendo una serie de herramientas digitales y narrativas para enriquecer la experiencia del público. Dado el creciente número de visitantes y el creciente interés por la ciudad de Tívoli, el objetivo es hacer de la visita a la Villa Gregoriana una oportunidad para aprender más sobre la historia del lugar y, al mismo tiempo, explorar toda la zona de Tívoli. El nuevo recorrido narrativo incluye podcasts accesibles mediante código QR, alojados en una plataforma digital, y producidos por Giovanni Carrada, que ofrece una visión general de la historia de la Villa pensada especialmente para quienes la visitan por primera vez. Otros podcasts están dedicados a temas más específicos, como la fauna y flora del parque o los aspectos menos visibles de la gestión diaria de la propiedad. Para completar el proyecto, una serie de carruseles fotográficos y videoclips recorren la historia del desfiladero de Aniene, el contexto tiburtino y sus acontecimientos más significativos, como catástrofes naturales, transformaciones históricas y primicias de la ingeniería.
En continuidad con el trabajo realizado por la FAI en sus otras propiedades, también se han creado itinerarios que invitan a los visitantes a continuar la experiencia más allá de los límites del parque, explorando los monumentos cercanos y el paisaje circundante a pie, en bicicleta o en coche. Es una forma de crear un vínculo entre la visita a la Villa Gregoriana y el descubrimiento de la identidad más amplia del territorio tiburtino.
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| Villa Gregoriana, nuevas tecnologías y accesibilidad para el parque gestionado por la FAI en Tívoli |
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