Por fin llega a su fin bellezza@governo.it: otra herramienta de marketing renziana


La sórdida iniciativa bellezza@governo.it, que envió la difusión del patrimonio al televoto, llega por fin a su fin. Una reflexión sobre el tema.

Una de las iniciativas más sombrías de la mente del actual Primer Ministro ha llegado por fin a su fin: bellezza@governo.it. Es decir, una dirección de correo electrónico a la que enviar informes de proyectos culturales a financiar, o de sitios culturales necesitados de restauración: los que se consideren más interesantes, o más necesitados, se repartirán los 150 millones de euros que el Gobierno ha destinado a la operación. Los proyectos “ganadores” serán seleccionados, según se lee en la página web de la iniciativa, por una “comisión ad hoc”: sin embargo, aún no se sabe quién la compondrá. Los fondos se asignarán mediante un decreto que se publicará el 10 de agosto.

Parece que los italianos han estado ocupados: hasta el 31 de mayo, habían llegado a la dirección mencionada la friolera de 139.759 correos electrónicos, con un total de 2.782 lugares denunciados. La lista figuraba en un vergonzoso mapa al estilo de Google Maps (con marcadores de colores para señalar los distintos lugares), aunque no ampliado y sin posibilidad de hacer clic. Una brillante obra maestra de la inutilidad, en resumen. Sin embargo, más allá de esta nota de color, la pregunta que surge espontáneamente a cualquier ciudadano que aún no esté completamente cegado por el marketing renziano suena más o menos así: pero ¿es éste realmente el modelo que necesitamos para gestionar nuestro patrimonio cultural?



El espectacular mapa no clicable del sitio de la iniciativa
El espectacular mapa no clicable de la web de la iniciativa

Hay varios aspectos cuestionables en este asunto, por no decir ninguno. El primero: no está claro qué sentido tiene este extraño televoto que supuestamente premiará a unos lugares en lugar de a otros. Es, en esencia, el modelo del Festival de Sanremo aplicado a la gestión de los bienes culturales públicos. Es una idea atroz cuya utilidad no se entiende: al final, los lugares nominados serán en cualquier caso examinados por una comisión (cuya composición, repetimos, desconocemos por el momento) cuya misión será decidir a quién se asignan los fondos. ¿Piensa, pues, el Gobierno que los funcionarios del Ministerio de Cultura (porque esperamos que los miembros de la comisión procedan de ese departamento) no saben en qué lugares trabajar? ¿O se trata simplemente de un torpe intento de hacer creer que la dirección electrónica del Gobierno es una verdadera herramienta de participación? Se puso el ejemplo de los Lugares del Corazón de la FAI, en los que supuestamente se inspira la iniciativa gubernamental. Pero los Lugares del Corazón asignan fondos a los proyectos que obtienen el mayor número de recomendaciones (o al menos un número mínimo de votos), así que al menos en este caso son realmente los votantes quienes deciden. Sin embargo, se trata de un modelo que no puede aplic arse a la gestión del patrimonio público: el Estado, cuyos deberes en materia de protección y conservación del patrimonio están consagrados en la Constitución, dispone de una plantilla especial de técnicos que se ocupan del patrimonio cultural por profesión. En otras palabras, no tiene que ser la tele la que decida: el Ministerio ya dispone tanto de las herramientas para intervenir como de las personas con capacidad para discernir cuáles son las prioridades. La FAI, en cambio, es una fundación privada, sin ánimo de lucro, que persigue unos fines, y que no tiene en su seno la profesionalidad con la que puede contar el Ministerio: es, en definitiva, una organización que no está obligada a saber cuáles son las prioridades, y que por tanto hace aportaciones a partir de los informes de los ciudadanos, trabajando en todo caso en contacto con los organismos que se ocupan de la protección. Digamos que, en el mejor de los casos, si queremos verlo de una determinada manera, bellezza@governo.it no es más que una especie de institucionalización (con sabor propagandístico) de lo que ya hacen muchos ciudadanos: denunciar ante las superintendencias las cuestiones críticas relativas al patrimonio cultural.

Una vez comprobada, por tanto, la total inutilidad de la dirección de correo electrónico y, por ende, de la propia estructura de la iniciativa, surge otra duda sobre la seriedad de la operación. Como se mencionaba al principio, el correo electrónico bellezza@governo.it podría utilizarse para informar no sólo de los edificios que necesitan restauración, sino también de los proyectos culturales que deben financiarse. En resumen, si el informe ciudadano parece tener poco sentido para las restauraciones (dado que, si hay fondos extraordinarios, los funcionarios del ministerio deberían tener claras las prioridades), podría no ser del todo descabellado para los “proyectos culturales”. Sin embargo, no está claro qué características debe reunir un proyecto para recibir una subvención, porque no hay ninguna convocatoria en la que se indiquen las especificaciones. Y si la hay, debe de estar bien escondida, ya que en la página dedicada a la iniciativa, en las dos escuetas fa qs que aparecían hasta ayer (y que hoy se han retirado precipitadamente, al expirar el plazo) no había ninguna referencia a convocatorias de propuestas. En uno de los dos faq se preguntaba específicamente “dónde está la convocatoria de candidaturas”: como no se daba respuesta, cabe suponer que la convocatoria de candidaturas, de hecho, no existe. ¡Vaya transparencia! En resumen: no hay convocatorias (o no están fácilmente disponibles), no hay listas de pliegos de condiciones, no se sabe quién compondrá la comisión, que, si será única, tendrá que decidir sobre operaciones muy diferentes, como restaurar una iglesia o, citando el ejemplo dado por el propio Matteo Renzi en laentrevista en la que lanzó bellezza@governo.it, apoyar “el teatro que está montando un grupo de jóvenes”. Se necesitarán restauradores, arquitectos, historiadores del arte para saber cómo trabajar en la iglesia (y si la contribución asignada será suficiente), se necesitarán otros profesionales para saber cómo montar la empresa teatral. ¿Será la comisión tan inclusiva?

El faq tal y como aparecía hasta ayer
El faq tal y como aparecía hasta ayer

Y de nuevo: ¿cómo se las arreglaron los funcionarios para evaluar la enorme cantidad de correos declarados en el sitio en tan poco tiempo? Los lugares declarados se actualizaban día a día, y tenemos en cuenta que sólo el 31 de mayo llegaron nada menos que 50.081 correos. Esto significa que, para actualizar los informes, era necesario leer 35 correos por minuto: por lo tanto, en el espacio de sólo dos segundos, suponiendo que los encargados de leer el correo trabajasen las 24 horas del día, era necesario abrir la carta, leerla junto con cualquier archivo adjunto (el gobierno ha establecido un límite de 3 megabytes para los archivos adjuntos al correo: Renzi debía de querer ahorrar tiempo en la descarga), introducir (suponemos) el informe en una base de datos con todos los datos (o, al menos, los mínimos: la dirección de procedencia), actualizar el recuento. Si realmente fuera posible, en tan poco tiempo, leer todos y cada uno de los correos electrónicos y actualizar el recuento en tiempo real, día a día, el gobierno tendrá que contarnos cómo ha ocurrido: sería, dicho sin ironía, un admirable ejemplo de eficacia, rapidez y precisión.

En esencia: podemos considerar bellezza@governo.it como una operación de marketing más de este gobierno. Y por todo ello, en Finestre sull’ Arte no hemos enviado ningún informe: no lo ocultamos. También porque, para concluir, hay una enorme disparidad entre los pocos proyectos(treinta y tres en total) que recibirán el 85% de los mil millones puestos a disposición de la cultura, y el resto del patrimonio generalizado (cientos de sitios: después de todo, había 2.782 sitios denunciados) que tendrán que compartir lo que quede. Así que, por desgracia, bellezza@governo.it también parece ser la enésima herramienta de propaganda de un gobierno cuya acción se parece cada vez más a una campaña electoral masiva a favor de la actual mayoría: es una pena que sea el patrimonio cultural el que una vez más esté a expensas, tratado como una canción para triunfar en el televoto.


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