Quién es Nicola Bolla, el artista de la silla Swarovski destrozada por turistas cazadores de selfies


Tras los daños sufridos ayer en el Palazzo Maffei por la "silla Van Gogh", enteramente recubierta de cristales de Swarovski, volvemos a la obra de Nicola Bolla y al papel central que desempeña la materia en su poética de la vanitas.

Ayer, 12 de junio de 2025, enel Palazzo Maffei de Verona, un episodio reavivó el debate sobre el valor y la fragilidad del arte contemporáneo: dos visitantes aprovecharon la momentánea ausencia del personal de seguridad para fotografiarse sentados en la silla "Van Gogh" de Nicola Bolla cubierta de cientos de cristales de Swarovski (puedes leer sobre el tema aquí). El resultado es un daño masivo a una obra que encarna plenamente el contraste entre apariencia y sustancia.

El museo difundió imágenes de vídeo del incidente y subrayó la importancia de proteger las obras anunciando la recuperación del artefacto. El suceso, indicativo de la complicada relación que el público mantiene con ciertos objetos de arte contemporáneo, se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre el significado de las obras de Nicola Bolla(aquí un largo artículo de Federico Giannini sobre la práctica artística de Bolla), artista piamontés nacido en 1963, escultor conceptual y cirujano oftalmólogo de profesión.

La silla
La silla “Van Gogh” en el Palazzo Maffei de Verona

Bolla nació en Saluzzo, provincia de Cuneo, en un entorno familiar ya impregnado de arte. Su padre, Piero Bolla, es pintor; su madre, Silvia Aimone, escenógrafa. Así pues, su sensibilidad óptica y su interés por el dibujo se manifestaron desde muy temprana edad. En la década de 1980, siguió los pasos de su padre y empezó a dedicarse a la pintura, que desde 1984 ha desempeñado un papel constante en su carrera personal y profesional. Al mismo tiempo, prosigue sus estudios de medicina, especializándose en oftalmología (rama de la medicina que se ocupa de la prevención y el tratamiento del aparato visual): la doble identidad, la de médico y artista, sigue siendo una constante en su perfil y contribuye a consolidar una práctica autónoma, libre de la lógica del mercado. En este sentido, el arte para Bolla se presenta como un lenguaje estratificado, irónico, pop, que parte de la tradición figurativa para reinterpretarla a través de materiales inesperados. A partir de la década de 1990, empezó a crear obras inspiradas en las Wunderkammern, las cámaras de lasmaravillas de la tradición barroca, en las que coexistían objetos naturales y artificiales, reliquias, elementos exóticos y domésticos.

Nicola Bolla, Vanitas (1997; latón y cristales Swarovski, 18 x 22 x 14 cm)
Nicola Bolla, Vanitas (1997; latón y cristales de Swarovski, 18 x 22 x 14 cm)

En todo esto, su enfoque nunca es citacionista: en su práctica artística el elemento se reelabora, se desmonta y luego se reconfigura según una estética contemporánea que juega con el contraste entre forma y contenido. En 1997 creó una de sus obras más conocidas: una calavera completamente cubierta de cristales de Swarovski, titulada Skull. La obra se anticipa en diez años a For the Love of God de Damien Hirst, que se ha convertido en emblema de la relación entre el arte y el mercado. Pero si Hirst insiste en el valor económico y la ostentación del lujo, Bolla emplea el cristal en una interpretación más conceptual, decididamente diferente. El elemento cristal no es un símbolo de estatus. Se ve más bien como un medio de representar la ilusión de valor, la ambigüedad entre apariencia y sustancia. De hecho, Swarovski es vidrio molido, imita al diamante sin poseer sus propiedades. Es luz reflejada, por tanto efímera, inestable, nunca del todo asible. Su elección marca un punto de inflexión en la poética del artista: desde entonces se ha convertido en un material recurrente en instalaciones, esculturas y objetos. Es la herramienta perfecta para encarnar el memento mori, la vanitas contemporánea: brillante, seductora, pero al mismo tiempo vacía, como la promesa de un lujo que, en realidad, nunca es auténtico. Además, el cristal aporta una fisicidad ambigua: parece sólido pero se desmorona con facilidad, se impone a la vista pero no tiene peso.

Nicola Bolla, Sueño de Orfeo (2009; cristales de Swarovski engastados en malla de hierro, dimensiones variables). Vista de la instalación en el Pabellón de Italia, Bienal de Venecia 2009.
Nicola Bolla, Sueño de Orfeo (2009; cristales de Swarovski engastados en malla de hierro, dimensiones variables). Vista de la instalación en el Pabellón de Italia, Bienal de Venecia 2009

A través del uso del cristal Swarovski, Bolla persigue una reflexión sobre la fugacidad de la existencia. Sus obras se inscriben en la línea de las vanitas barrocas, pero actualizan su léxico. Ya no se refieren a calaveras, relojes de arena y flores marchitas pintadas al óleo, sino que son objetos cotidianos, herramientas de uso diario transfiguradas por una pátina de luz. La ironía es sutil pero central. Son elementos ligados al uso, a la función, que pierden peso y consistencia para convertirse en figuras estéticas, engañosas, inservibles. En este sentido, Bolla decide desestabilizar y jugar con la ambivalencia. Sus esculturas parecen preciosas pero son débiles, parecen monumentales pero son evanescentes. La luz, elemento constitutivo de su obra, es en sí misma un tema: atraviesa las superficies, las fragmenta, disuelve sus contornos. Como el tiempo y como la memoria. En la década de 2000, Bolla amplió su registro formal. Las instalaciones se hicieron más articuladas, a menudo site-specific. Una de las más conocidas es Sueño de Orfeo, de 2009. Paralelamente a la escultura, Bolla persigue una investigación pictórica menos expuesta pero igualmente consistente. Se trata de lasPigment Paintings, obras realizadas con pigmentos puros, a menudo manipulados directamente sobre la superficie, sin médiums ni soportes canónicos.

Nicola Bolla, Vanitas (2009; pigmentos y purpurina sobre papel, 200 x 150 cm)
Nicola Bolla, Vanitas (2009; pigmentos y purpurina sobre papel, 200 x 150 cm)

El color se convierte en materia viva y desencadena un vínculo con la luz que idealmente continúa el de las obras tridimensionales. En este sentido, podríamos definir la pintura de Bolla como un campo visual y conceptual en el que se abordan la profundidad y el artificio. La obra se produce así en relación con una necesidad interna, una urgencia expresiva que nace de una doble perspectiva, clínica y poética. La medicina le ha enseñado a observar, a medir, a operar el cuerpo con precisión. El arte, por su parte, le permite construir un discurso paralelo, hecho de alusiones y superposiciones. Sus obras quieren desactivar. Invocan la belleza para negarla, atraen la mirada para socavarla. En esta tensión constante reside la esencia de Bolla: una práctica artística coherente con su ser y autónoma.

Quién es Nicola Bolla, el artista de la silla Swarovski destrozada por turistas cazadores de selfies
Quién es Nicola Bolla, el artista de la silla Swarovski destrozada por turistas cazadores de selfies


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