Del 13 de diciembre de 2025 al 28 de marzo de 2026, la Galleria dello Scudo de Verona acoge una exposición dedicada a una selección de obras de Carla Accardi realizadas entre 1964 y 1965. La exposición Carlaaccardi oroargento dipinti 1964 - 1965, en colaboración con elArchivio Accardi Sanfilippo, reúne por primera vez un núcleo de lienzos caracterizados por el uso de pigmentos de oro y plata, que la artista utilizó para explorar la relación entre signo, luz y espacio pictórico en una fase particularmente intensa de su carrera creativa. Las obras, de grandes dimensiones, proceden de la colección de la artista e incluyen obras ya expuestas en Italia y en el extranjero en los años sesenta. El año 1964, en particular, marcó la invitación de Accardi a la XXXII Bienal de Venecia con una sala personal, momento documentado por algunos de los lienzos expuestos hoy. En un texto del catálogo, Carla Lonzi observa cómo Accardi se mueve a través de lo Informal sin identificarse completamente con él, pero percibiendo su presencia como un elemento preexistente.
El uso de pigmentos de oro y plata marca un cambio en la práctica del artista, que desplaza la pintura hacia una nueva dimensión de luminosidad. Las superficies de los lienzos dialogan con el espacio exterior, explotando las propiedades reflectantes de los metales y creando efectos visuales que cambian según el punto de observación y el ángulo de incidencia de la luz. En obras como Grigio scuro oro (1964), Argento oro 1 (1964) y Argento oro 2 (1964), la disposición del signo, bandas diagonales, rayas horizontales, rombos y paralelepípedos, recuerda las estructuras de los cuadros presentados ese mismo año en la Bienal de Venecia, entre ellos Omaggio al Presidente Kennedy y Oriente.
En el año siguiente, obras como Ororosso (Oriente nº 1), Oroblu (Oriente nº 2) y Scacchiera oroverde muestran una evolución en el tratamiento del signo: las formas se vuelven más regulares y secuenciales, mientras que pintura y fondo adquieren el mismo papel en la construcción de la imagen. En este periodo, Accardi continúa una investigación iniciada a mediados de la década de 1950 con las obras en blanco y negro, donde la tensión entre figura y fondo define el espacio, y en los años siguientes, en las obras fluorescentes y de colores complementarios, donde la luz y la percepción óptica del espectador se convierten en elementos centrales.
Scacchiera oroverde (1965), presentada en la Galerie Stadler de París, es comentada por Umbro Apollonio y Michel Tapié como ejemplo de la capacidad de Accardi para organizar el signo en grupos y bandas que, aunque definidos, generan un vitalismo palpitante extendido a toda la superficie. Las obras de estos años demuestran cómo el oro y la plata se convierten en vehículos de luz que interactúan con el espacio circundante, creando imágenes que actúan por reverberación y apertura. Críticos e historiadores del arte han observado la particular calidad de estas obras. Gillo Dorfles, ya en 1964, destacó los efectos de “brillantez” de los colores fluorescentes y plateados, capaces de producir admirables acentos cromáticos. En 1976, Anne Marie Sauzeau Boetti señaló el aspecto pulsional y antinatural de los colores bicolores utilizados por Accardi, obtenidos mediante pigmentos tecnológicos o metálicos. La propia artista, en una entrevista en Flash Art en 1989, recuerda cómo el uso del color fluorescente y transparente fue una elección destinada a intensificar la luz, madurada tras su visita al Mausoleo de Galla Placidia en Rávena y su participación en la Bienal de Venecia.
Otras perspectivas interpretativas surgen de la exposición antológica de 1989 en la Galleria Civica de Módena, donde Marianne Brouwer observa cómo las obras de Accardi recuerdan antiguas tradiciones de la luz, desde los mosaicos persas hasta las cúpulas de las mezquitas árabes, sugiriendo una dimensión filosófica de la percepción de la luz. La exposición de Verona incluye también una selección de obras sobre papel, creadas con pigmentos de oro y plata sobre soportes coloreados. Las obras, que nunca se han presentado en público en su totalidad, forman un núcleo cohesionado en el que el signo se mueve libremente en secuencias circulares o dilatadas hasta los bordes de la hoja. Germano Celant, en 1999, definió estas superficies como caracterizadas por una danza de reflejos, en la que los colores y los materiales flotan e interactúan con el entorno, generando continuas reverberaciones luminosas. Para acompañar la exposición, la Galleria dello Scudo publica un catálogo bilingüe con textos de Bruno Corà, Paola Bonani y Daniela Lancioni, acompañados de un rico aparato iconográfico.
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| Carla Accardi en Verona: exposición de pinturas en oro y plata de 1964-1965 |
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