El Banksy de Venecia será restaurado. El caso explicado


El Niño Migrante que Banksy pintó en la pared de un edificio de Venecia será restaurado. A pesar de las muchas opiniones en contra. Esta es la razón por la que se ha decidido la restauración: el caso explicado.

El Niño Migrante , la obra de Banksy que decora la fachada de un palacio de Venecia, situado cerca de Campo San Pantalon, en el sestiere de Dorsoduro, con vistas al río Novo, será finalmente restaurada. Banksy había creado la obra entre el 8 y el 9 de mayo de 2019, confirmando su autoría unos días más tarde (para ver la obra, es necesario llegar a Campo San Pantalon y subir por el puente frente a la iglesia). El proyecto de restauración será financiado por la Banca Ifis, que ha hecho suyo el llamamiento del subsecretario de Cultura, Vittorio Sgarbi, para restaurar y asegurar la obra: Sgarbi, hace unos días, ya había hecho saber que se había puesto en contacto con el banco, cuyo nombre se ha revelado hoy.

El proyecto se ha presentado hoy en una rueda de prensa en el Ministerio de Cultura de Roma, y con esta restauración Banca Ifis pretende reforzar también su compromiso con el arte y el territorio, ya confirmado con la inauguración del Parque Escultórico Internacional de Villa Fürstenberg en Mestre (el Parque, que estará abierto al público de forma gratuita a partir de la primavera de 2024, reúne las obras de diez maestros del arte contemporáneo que se exponen en las más de 22 hectáreas de vegetación de valor histórico que conforman los espacios exteriores de Villa Fürstenberg: Entre los artistas figuran Fernando Botero, Annie Morris, Park Eun Sun, Igor Mitoraj, Manolo Valdés, Pablo Atchugarry, Pietro Consagra, Roberto Barni, Julio Larraz y Philip Colbert). “La conservación y restauración de una obra de arte público, tan importante a nivel mundial”, ha declarado Ernesto Fürstenberg Fassio, Presidente de Banca Ifis, “adquiere una importancia aún mayor para la conservación del contenido comunicativo que el artista quiere transmitir a través de su obra de arte. Del mismo modo que Banksy ha creado un nuevo lenguaje que va directo al corazón y a la mente de los jóvenes y de todos nosotros, con metáforas sobre el mundo en que vivimos que son fuertes y desorientadoras, a través de la expresión de este extraordinario arte en suelo público, tenemos la responsabilidad en la colaboración entre instituciones públicas y privadas de preservar el arte y la cultura en Venecia”.

Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Marialaura Gionfriddo
Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Marialaura Gionfriddo

El Niño Migrante es una de las dos únicas obras de Banksy en Italia y se está deteriorando debido a lahumedad, elagua alta y la salinidad. En los cuatro años transcurridos desde su creación, ya ha perdido detalle y ha perdido color. De ahí que haya surgido un vivo debate en torno a la conveniencia o no de restaurar la obra, ya que el proyecto suscita divisiones: Por un lado, están los partidarios de los deseos del artista, que prefieren que la obra se deje a la intemperie, ya que está destinada a desaparecer; por otro, están los que están a favor de la conservación y argumentan que laobra de Banksy, una vez fuera de las manos del artista, ya no estaría en su poder (aunque la cuestión de los derechos de autor es en realidad compleja, como se verá más adelante).

De hecho, toda la cuestión es bastante compleja. Un resumen de las posturas de quienes se oponen a la restauración lo ha expresado en los últimos días elColegio de Arquitectos de Venecia, que ha manifestado su oposición al proyecto de restauración, oponiéndose alargumento de que la idea que subyace tras los graffiti “es que con el tiempo quedarán sumergidos por el agua y, por desgracia, tendrán el mismo final que los muchos niños que han muerto en el Mediterráneo en los últimos diez años” (así lo afirman los arquitectos). De hecho, las obras de Banksy “han nacido para estar expuestas a la intemperie, con el consiguiente deterioro y destrucción natural”, añaden los arquitectos. “Este es el significado que se desprende también de esta obra de Banksy, que es un activista político que trabaja para despertar las conciencias, o quizá sería mejor decir las inconsciencias, del nuevo milenio”. Quienes se oponen a la restauración insisten, por tanto, en la necesidad de respetar el significado de la obra , así como su transitoriedad , que coincide con el mensaje original del Niño emigrante.

Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Elisaveta Bunduche
Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Elisaveta Bunduche

Hoy, en rueda de prensa, el subsecretario Sgarbi ha ilustrado la postura de quienes, por el contrario, apoyan la necesidad de intervenir. La discusión también surgió por el hecho de que la Superintendencia de Venecia no puede hacerse cargo de la restauración, ya que se trata de la obra de un artista vivo (la ley, de hecho, sólo protege las obras de más de setenta años). De hecho, el código del patrimonio cultural asigna a la superintendencia competente la protección de las obras de más de setenta años. Y ello con independencia de que la obra, como en este caso, decore el muro de un edificio catalogado, cuya restauración, por tanto, es competencia de la superintendencia. “Ese límite de setenta años en realidad no pone a la Superintendencia en condiciones de actuar directamente, y mucho menos con recursos públicos”, explicó el superintendente de Venecia, Fabrizio Magani. “Sería importante”, añadió, “que se pusiera en marcha una iniciativa para corregir el Código del Patrimonio Cultural y del Paisaje sobre esta cuestión en particular. Lo paradójico es que obras como ésta sólo se convierten en patrimonio cultural cuando se conservan en un museo público”. En aquel momento, sin embargo, el cuadro de Banksy fue objeto de una denuncia por parte de la entonces superintendente de Venecia, Emanuela Carpani, que informó a la Fiscalía de lo que en realidad era un delito por parte de Banksy, a la altura del vandalismo de quienes pintarrajean las fachadas de edificios históricos: fue una actuación debida por parte de la Superintendencia de Venecia, que terminó con elarchivo del caso, considerado una conclusión positiva tanto por Sgarbi como por Magani. De hecho, Carpani había firmado una nota en la que indicaba el interés por la obra y, por tanto, implícitamente, la necesidad de protección, ajena a la limitación del edificio (limitación que, para Sgarbi, se convierte en una especie de elemento protector de la obra, ya que la limitación “abraza y engloba el cuadro”).

Según el Subsecretario Sgarbi, la tarea del Ministerio consiste en indicar una visión y una dirección: en este caso, la dirección indicada por el Subsecretario es la de la conservación, a pesar de que la superintendencia competente no puede intervenir realmente. Esto hizo necesario interceder ante un privado dispuesto a hacerse cargo de la restauración (que Sgarbi, como había previsto, encontró: se trata de Banca IFIS). Según Sgarbi, nos encontramos ante un caso de obra no autorizada en un edificio privado que, sin embargo, está catalogado como bien arquitectónico valioso y, por tanto, tiene un interés público. En casos como éste, según Sgarbi, si la propiedad decide restaurar el cuadro, hay que valorar el hecho de que estamos ante un edificio que tiene una larga y compleja historia, y ante una intervención de un artista contemporáneo que, en opinión del subsecretario, ya no tiene ninguna relación con los derechos de autor. Quien actúa de manera abusiva en un edificio histórico protegido -dijo Sgarbi- no puede esperar que alguien respete lo que él no ha respetado.

Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Aria Rastegar
Banksy, Niño migrante (2019). Foto: Aria Rastegar

La cuestión, como se ha dicho, se complica aquí: Magani, de hecho, cree que Banksy puede oponerse al rescate, ya que no se trata de una obra adquirida por la propiedad del edificio. Sgarbi, por su parte, trae a colación el ejemplo de los recientes grafitis dejados en el orillo de la Galleria Vittorio Emanuele de Milán, embadurnados el pasado agosto por unos escritores y limpiados inmediatamente. “Estamos trabajando en un inmueble no autorizado, que podemos plantearnos borrar”, explica Sgarbi, "así que el hecho es sencillo: no hay ningún título de resistencia, salvo el de los propietarios de la casa, que podrían decir que no les interesa la restauración, pero incluso en ese caso la Superintendencia podría imponer la restauración porque el edificio está en ruinas o tiene alguna necesidad. En este caso, sin embargo, al menos es un problema que no se presenta porque el propietario, representado por el abogado Jacopo Molina, quiere restaurar la obra.

Hay entonces otro nivel de interpretación: en la conciencia colectiva, según los partidarios de la restauración, Banksy es propiedad de todos, y como propiedad de todos, según Sgarbi, el Ministerio de Cultura tiene el deber de cuidarlo, en el sentido de que debe mostrar atención a esa obra por tener un interés evidente en términos de importancia histórica en relación con la creatividad contemporánea. La obligación del Ministerio, dice el subsecretario, es salvar lo que se pueda salvar y no pensar que el destino filosófico o teórico de la obra es consumirse porque fue ejecutada con ese fin (’son problemas que atañen al maltrato de Banksy, pero no a nuestra necesidad de protección“, dijo Sgarbi, añadiendo que ”el ensañamiento terapéutico es perfectamente legítimo si se piensa que se está salvando algo que corre peligro de perecer").

Así lo confirmó también Angelo Piero Cappello, Director General para la Creatividad Contemporánea del Ministerio de Cultura, según el cual la obra, al haber adquirido una dimensión pública, ha pasado a formar parte del sistema, con el objetivo de la recuperación arquitectónica, la reintegración urbana y la puesta en valor. En este punto, por tanto, desaparece la perecedera preprogramación de la obra, ya que es interés de la parte pública intervenir para poner en valor un bien público, o en todo caso para poner en valor una zona de la ciudad. Se plantea entonces un problema más general, según Cappello: “Ante este cambio en el marco de una expresión artística que antes llamábamos arte de la calle, hay que ver el papel de la Dirección General de la Creatividad Contemporánea, hay que tomar nota de que el arte de la calle, tal como nació, ya no puede definirse como tal: es una forma de arte como cualquier otra, y por tanto se le ha admitido en la legalidad, se le ha enviado a apoyar proyectos de regeneración urbana, se le ha invitado incluso a contribuir a la puesta en valor del patrimonio arquitectónico, y por tanto todo ese contexto que permitía considerar marginal y marginada una expresión artística que surgía de un contexto abusivo e ilegal, ha desaparecido”.

Si por tanto la indicación del Ministerio es salvar la obra de Banksy, queda la duda de cómo se hará la restauración. No se trata sólo de un caso “límite” desde el punto de vista jurídico, sino también desde un punto de vista puramente técnico. Magani calificó de “desastroso” el estado de conservación del edificio en el que se encuentra el mural de Banksy. Hasta la fecha, el Código del Patrimonio Cultural estipula que en determinadas situaciones especiales, como en el caso de la obra en cuestión, debe existir una autorización para un posible desprendimiento. Esto, explicó Magani, “no convierte en bien cultural el grafiti, el fresco, la placa o la inscripción que se quiera desprender, pero desde el principio nuestra administración ha previsto un cierto grado de protección para cualquier operación de desprendimiento”. Sin embargo, en este caso, las condiciones ambientales de Venecia (presencia de agua y sales que también están presentes en los muros del edificio), así como las condiciones materiales del edificio, requieren una proeza técnica sin precedentes en la historia para desprender una obra de un muro, según la valoración del superintendente: se trata, en efecto, de un tipo de pintura que, además de estar presente en un edificio en precario estado de conservación, no prevé una vía clásica a la hora del desprendimiento, aunque, dijo Magani, “es interesante intentarlo”.

En el caso del inmueble, “la voluntad es mantener el activo en su sitio, potenciándolo en la medida de lo posible”, dijo el abogado Molina. “Es una labor que creemos que va más allá de mi empresa. Creemos que intervenciones como ésta también traen Venecia a la contemporaneidad, en este caso garantizando la usabilidad del bien a todos los que pasen por Rio Novo, por Campo San Pantalon, por zonas más periféricas de la ciudad que ahora son visitadas por gente interesada en ver a Banksy”. Sin embargo, no es seguro que esto se consiga: hacer el mantenimiento in situ puede ser extremadamente difícil y no producir los resultados deseados. Las posturas, de momento, se inclinan por el desprendimiento, aunque la operación, como explicó Magani, no será nada fácil. El mural podría entonces conservarse en un museo (Sgarbi mencionó Ca’ Pesaro, en Venecia), y podría ser sustituido por una reproducción en el edificio del Campo San Pantalon.


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