En Turín se han cambiado las tornas y se han invertido los papeles. Los rostros de los usuarios de la página social ’Mi mujer’, que acabó en el centro de la polémica por compartir imágenes de mujeres sin su consentimiento, aparecieron en ropa interior en las paredes de la capital piamontesa con un nuevo y burlón hashtag: ’Mi marido’ (#miomarito). Esta es la provocación lanzada por Andrea Villa, artista callejero turinés conocido por sus acciones irónicas y políticas, que decidió abordar de frente la cuestión de la desigualdad de trato entre hombres y mujeres.
En la mañana del jueves 4 de septiembre, los turineses que cruzaban Lungo Dora Siena y Corso Regina Margherita se encontraron frente a una serie de carteles insólitos. En lugar de los habituales anuncios o carteles institucionales, aparecían imágenes de hombres en ropa interior, con rasgos y contextos ligeramente alterados para proteger su identidad, pero claramente reconocibles, como una “inversión” de la dinámica que había caracterizado a la página “Mi mujer”. Debajo de las imágenes, el hashtag #mywife subrayaba la voluntad de invertir la perspectiva y devolver un mensaje político y social.
En un post publicado en su perfil de Facebook, Andrea Villa explicaba la naturaleza del proyecto: “’Mi marido’ es una serie de carteles que da la vuelta a la mirada patriarcal subyacente en espacios como el grupo ’Mi mujer’, donde los hombres comparten fotos privadas de sus parejas sin consentimiento. En esta obra, los protagonistas se convierten en ellos: los maridos, expuestos en la plaza pública sin permiso, con rostros y contextos ligeramente alterados. La obra cuestiona el concepto de posesión y la doble moral social, recordando el caso de la profesora despedida por su actividad en OnlyFans: mientras las mujeres son castigadas y estigmatizadas, los hombres rara vez sufren consecuencias. Mi marido” se convierte así en un acto de resistencia y de reequilibrio simbólico".
Esta acción forma parte de una reflexión que Villa viene realizando desde hace años, a través de intervenciones urbanas que combinan ironía, irreverencia y denuncia social. En este caso, la referencia no es sólo a la página “Mi Esposa”, símbolo de una comunidad digital masculina que utiliza imágenes de mujeres como mercancía de intercambio y entretenimiento, sino también a episodios más amplios que han marcado a la opinión pública. El artista recuerda en particular el caso de la maestra de escuela despedida por su actividad en OnlyFans, un suceso que suscitó polémica sobre el juicio moral reservado a las mujeres y las consecuencias desproporcionadas en comparación con los hombres.
Villa subraya cómo, en la sociedad contemporánea, el cuerpo femenino sigue percibiéndose como objeto de control, juicio y propiedad, mientras que las transgresiones masculinas rara vez generan reacciones comparables. Con “Mi marido” pretende hacer visible esta doble moral.
El proyecto no dejó de provocar reacciones. En pocas horas, las fotos de los carteles se difundieron por las redes sociales, recogiendo comentarios que iban desde la aprobación entusiasta a la crítica. De hecho, hay quien se pregunta si ésta es realmente la forma de responder a la maleza de la que nació el grupo “Mi mujer”: entre ellos, por ejemplo, la periodista Clara Latorraca que, desde las columnas de La Nazione , comentó la idea de Andrea Villa, definiéndola como “una acción que quizá pueda aportar una satisfacción momentánea, pero que también suscita cierta perplejidad”. En efecto, “si por un lado la operación de Villa trastoca la mirada patriarcal, por otro corre el riesgo de reproducir su lógica”, escribe Latorraca. “De hecho, el artista utiliza la misma dinámica que los perpetradores: toma imágenes de cuerpos sin consentimiento y las muestra públicamente, aunque con los rostros parcialmente oscurecidos y con una intención declaradamente política. Este gesto, aunque animado por una voluntad de denuncia, plantea la cuestión de si es posible combatir la violencia simbólica reproduciendo las mismas modalidades, simplemente invirtiendo los sujetos. Otro punto potencialmente problemático se refiere a la posición del autor de la acción. Andrea Villa es un hombre que interviene en un espacio que concierne principalmente al cuerpo y a la experiencia de las mujeres. Cabe preguntarse si el hecho de que sea él quien ”da voz“ a la denuncia no acaba reproduciendo, aunque de forma diferente, un mecanismo de centralidad masculina: una vez más, es un hombre quien ocupa el centro del escenario, mientras que las mujeres quedan relegadas al papel de víctimas indirectas o símbolos. La operación de Andrea Villa pone de manifiesto una tensión no resuelta: por un lado, la urgencia de denunciar y visibilizar la violencia simbólica y material que atraviesa espacios como el grupo ”Mi mujer", y por otro, el riesgo de que la modalidad elegida acabe replicando la misma lógica que querría desmontar.
No es la primera vez que Andrea Villa sale a la calle con provocaciones capaces de catalizar la atención mediática. A lo largo de los años ha firmado numerosos discursos que han jugado con la actualidad política, la cultura pop y las cuestiones sociales. Su firma estilística es la de un “artista de guerrilla” que utiliza el espacio urbano como escenario y la sorpresa como palanca comunicativa. Una vez más, los muros de Turín se convierten en el lienzo sobre el que escribir un mensaje que, aunque efímero en su materialidad, deja huella en el debate colectivo.
Ni siquiera la elección de los lugares es aleatoria. A lo largo de Dora Siena y Corso Regina Margherita son zonas atravesadas a diario por un flujo constante de personas, estudiantes y trabajadores, barrios en los que el arte callejero ha encontrado a menudo un terreno fértil. Llevar allí a los “maridos” en ropa interior significa situar la provocación en el corazón palpitante de la ciudad, obligando a los transeúntes a detenerse, mirar y reaccionar.
La página “Mi mujer”, que desde hace tiempo está en el centro de las críticas, se convierte así en el pretexto de una operación que amplía la mirada sobre el sistema cultural que la hace posible. El grupo, creado para compartir fotos íntimas de compañeras sin autorización, había atraído la atención de la prensa y de los investigadores, pero la intervención de Villa desplaza el discurso del plano judicial al simbólico, transformando la violación privada en un acto público de denuncia que ahora se convierte él mismo en objeto de debate.
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Turín, para vengar al grupo "Mi mujer", aquí están los carteles "Mi marido". ¿Es esta la respuesta correcta? |
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