El milagro de Arnaldo Pomodoro en Pietrarubbia, cuando el arte cambia de lugar


Del retablo a la escuela TAM, Arnaldo Pomodoro ha transformado Pietrarubbia en un taller de arte único. Un profundo vínculo con su tierra, entre esculturas, educación y un museo que perdura gracias a su legado y a la energía de un pueblo renacido.

Arnaldo Pomodoro nos ha dejado recientemente y quizá, junto al catálogo de su producción, merezca recordarse un acontecimiento que durante toda su vida le vinculó a su tierra natal, Montefeltro. En efecto, en 1975, Pomodoro inició la obra que Argan calificó de “resumen y balance de todo un pasado”: Grupo Pietrarubbia (Fundación Pomodoro). Se trata de siete grandes esculturas (un conjunto de grandes paneles ajustables y en parte móviles) creadas a lo largo de cuarenta años y concluidas en 2015. De hecho, fue en el pueblo de Pietrarubbia, en la provincia de Pésaro y Urbino, una aldea enclavada en un fascinante entorno natural de bosques y barrancos, donde Pomodoro encontró por primera vez la inspiración para la primera de estas esculturas y luego la ocasión para un importante encargo, el del retablo para la pequeña iglesia del pueblo, en memoria de una niña fallecida, a petición de su familia, propietaria de la galería de arte Mancini de Pésaro.

El pueblo medieval (“el castillo”) quedó reducido al abandono y, en 1990, Pomodoro se dispuso a replantear la restitución de toda la pequeña iglesia: además del soberbio y refinadísimo retablo monumental, elaboró la estructura del altar y el mobiliario. Incluso pensó de manera especial en el suelo, para el que reutilizó las viejas piedras del pavimento de una plaza de Milán, que había sido recientemente decapado y renovado, porque quería que permaneciera viva la sustancia implícita, la materia misma, del lugar de encuentro y acogida.

Maria Assunta Paci, entonces alcaldesa de Pietrarubbia, que contaba y sigue contando con algunos centenares de habitantes, decidió pensar a lo grande y volvió a implicar al escultor en un proyecto que se convertiría en TAM - la Escuela para el Tratamiento Artístico de los Metales. En pocos años, el pueblo de Pietrarubbia fue adquirido progresivamente por el municipio, tanto los espacios naturales como los edificios, y restaurado para albergar un centro de formación de talla primero regional y luego internacional donde impartir cursos intensivos de tratamiento de metales.

Arnaldo Pomodoro y Maria Assunta Paci
Arnaldo Pomodoro y Maria Assunta Paci

La idea nació al entregar al escultor el hilo de una antigua tradición de herreros que habían trabajado durante siglos entre los muros de hierro de Pietrarubbia (= “piedra roja”, por la presencia de hierro). Pomodoro aceptó organizar los cursos: ideó su fisonomía, sus ramificaciones disciplinarias, prácticas y teóricas, convocó a los profesores (Gillo Dorfles, Colonnetti, Barilli...) y durante años él mismo desempeñó el papel de director y profesor. Los fondos europeos y regionales pudieron sostener durante más de veinte años una aventura de verdadera transformación y transferencia directa de conocimientos como ocurría en los antiguos talleres medievales. Los alumnos debían permanecer en el pueblo durante ocho meses, llevando a cabo aprendizajes y experimentaciones que llenaban los días y continuaban fuera de las aulas y los talleres, en una situación de fecundidad creativa que cuenta con pocos ejemplos similares.

Pomodoro siempre permaneció unido a Pietrarubbia y se aseguró de que después de él otros grandes artistas, con igual pasión, dirigieran y guiaran los cursos de TAM: Mattiacci sobre todo y Nunzio a continuación. La gran historia de esta fragua de obras y encuentros llegó a su fin en 2014, cuando se acabaron las financiaciones europeas y la Región tuvo dificultades para asumir todo el coste de la gestión: la profesionalidad que se profesionalizó dejó de apoyarse hasta el cierre (esperemos que no definitivo) del Centro. Pero Pomodoro quiso mantener vivo su vínculo con este lugar donando una serie de obras suyas, desde grandes esculturas como La Carroza con Obelisco, a dibujos, pasando por proyectos que resumen todas las fases principales de su carrera y que ahora forman el núcleo del Museo de Arte Contemporáneo de Pietrarubbia.

El carro con obelisco de Arnaldo Pomodoro
Carroza con obelisco de Arnaldo Pomodoro
El carro con obelisco de Arnaldo Pomodoro
Carroza con obelisco de Arnaldo Pomodoro
El retablo de la iglesia de Pietrarubbia
Retablo de la iglesia de Pietrarubbia
El retablo de la iglesia de Pietrarubbia
El retablo de la iglesia de Pietrarubbia
Arnaldo Pomodoro, Grupo Pietrarubbia, Universidad de Milán-Bicocca
Arnaldo Pomodoro, Grupo Pietrarubbia, Universidad de Milán-Bicocca

De hecho, el minúsculo municipio sigue desafiando a los gigantes y ha obtenido una serie de llamativas subvenciones que permitirán de aquí a 2026 una completa remodelación de las instalaciones, del sector de recepción (está prevista la reapertura de la hermosa Locanda del Vicariato), del equipo de gestión del museo y una ampliación de la colección que sigue recibiendo donaciones de obras de artistas que han pasado por los cursos o que han amado esta experiencia.

En una visión previsora de cómo puede declinarse hoy el mecenazgo público, de hecho, toda la producción de los alumnos del TAM había quedado en propiedad de la Región y bajo custodia del Ayuntamiento, que hoy rebosa de objetos, joyas y esculturas fruto de la imaginación y las elaboraciones nacidas en el seno de los cursos. La Fundación Pomodoro colaborará con sus propias iniciativas en la sección didáctica del Museo, que finalmente podrá abrirse al público para relatar la práctica transversal de inventar nuevas posibilidades.


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