Génova, hallado un precioso fresco de Giovanni Andrea Carlone: el único superviviente de una espectacular bóveda


Se ha encontrado en Génova un precioso fragmento de un fresco de Giovanni Andrea Carlone que fue destruido en el siglo XIX: es el único superviviente de una espectacular bóveda que decoraba el Salone degli Esercizi letterari (Salón de los Ejercicios Literarios) del Colegio de los Jesuitas, hoy Aula Magna de la Universidad de Génova. El descubrimiento se debe al historiador del arte Giacomo Montana

Se ha redescubierto en Génova un importante fragmento de un fresco que representa a San Ignacio, obra de Giovanni Andrea Carlone (Génova, 1639 - 1697). Este valioso hallazgo representa un avance significativo en los estudios sobre la pintura barroca genovesa de finales del siglo XVII. La obra, que perteneció a un particular, se encuentra actualmente en la galería de Bellas Artes Jilguero , donde fue estudiada por el historiador de arte genovés Giacomo Montanari , que la reconoció como autógrafa. El estudio se publicó en la revista científica Storia dell’Arte e identifica este fragmento como el único testimonio conservado de una de las obras más importantes de Carlone, un fresco monumental perdido en el Colegio de los Jesuitas de Génova. Esta identificación no sólo enriquece nuestro conocimiento del artista, sino que reconfirma su talla y su papel de puente entre el ambiente artístico romano y genovés en la segunda mitad del siglo XVII.

La obra de la que procede el fragmento es la Gloria de San Ignacio, un vasto fresco que Giovanni Andrea Carlone pintó para la bóveda del Salone degli Esercizi letterari del Colegio de los Jesuitas de Génova en 1683. Este fresco fue la culminación narrativa y compositiva de un ambicioso programa iconográfico, concebido por el propio Carlone tras su regreso definitivo a su ciudad natal en 1677, después de una intensa y fructífera experiencia en Perusa y Roma. La compleja iconografía, según Montanari, tuvo en cuenta los textos de los sermones de Giovanni Paolo Oliva, jesuita genovés que había sido general de la Compañía de Jesús hasta su muerte en 1681. No tenemos imágenes que muestren cómo era la Gloria de San Ignacio, pero sí descripciones escritas: sabemos, por tanto, que del fresco “irradiaba esa fuerza”, escribe Montanari, “y esa luz capaz de construir -a través de las disciplinas del estudio- el camino por el que los jóvenes podían llegar a recibir los dones del Espíritu Santo, efectivamente representados y ’jesutizados’ en los monumentales monocromos que marcan rítmicamente las paredes de la sala, en cuyos lados cortos hacen su aparición -en el lado del altar- Ignacio y Francisco Javier y -al fondo- el rey Salomón, que tuvo la clarividencia de pedir a Dios como único don la capacidad de discernir con justicia”.

Giovanni Andrea Carlone, San Ignacio (1683; fresco aislado, 55 x 73 cm; Génova, colección particular)
Giovanni Andrea Carlone, San Ignacio (1683; fresco desprendido, 55 x 73 cm; Génova, Colección particular)

Las fuentes históricas, incluida la edición de las Vidas de Raffaele Soprani actualizada posteriormente por Carlo Giuseppe Ratti, atribuyen explícitamente el fresco a Carlone, describiéndolo como una representación del “Santísimo Nombre de Jesús, la Santísima Virgen, San Ignacio y varias imágenes alusivas al Instituto de la Compañía”. Un manuscrito de 1683 documenta también el encargo de pintar el frontal del altar y la gran bóveda de la sala, que se terminó antes del bombardeo francés de Génova en 1684. Aunque gran parte del aparato decorativo, aunque repintado, se conservó, el vértice figurativo de la bóveda quedó, como ya se ha dicho, sin ninguna evidencia visual.

La destrucción del fresco de Carlone fue, de hecho, el resultado de una secuencia de acontecimientos dramáticos que afectaron al edificio, hoy Aula Magna de la Universidad de Génova. El Colegio estaba situado en Via Balbi, una posición expuesta que lo convirtió en objetivo del bombardeo de las tropas de Saboya en 1849. Esta acción, ordenada por el general Alfonso La Marmora para reprimir los levantamientos de la ciudad contra la hegemonía piamontesa, causó graves daños en los alrededores. Sin embargo, las consecuencias sobre el edificio no fueron evidentes de inmediato. Sólo diecinueve años más tarde, el 29 de diciembre de 1868, la Gazzetta di Genova informaba del desastroso derrumbe del techo de la gran Aula Magna, causado por daños estructurales que nunca habían sido reparados por el bombardeo de 1849. Afortunadamente, el desplome del techo no causó heridos, pero hizo necesaria su restauración, encomendada a Giuseppe Isola, que en 1871 realizó el Trionfo della Scienza dei Liguri (Triunfo de la Ciencia de los Ligures). Esta obra de Isola, destruida a su vez durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y sustituida en 1959 por laAllegoria sacra, el fresco de Francesco Menzio aún visible hoy, no representaba la finalización original del programa iconográfico, sino una solución tras el derrumbe.

Palacio del Ateneo, Aula Magna de la Universidad de Génova - Ex Colegio de la Compañía de Jesús
Palacio del Ateneo, Aula Magna de la Universidad de Génova - Antiguo Colegio de la Compañía de Jesús
Francesco Menzio (oculus central), Allegoria sacra (1959); Giovanni Andrea Carlone, Allegorie delle discipline insegnate presso il Collegio (1683), Génova, Palazzo dell'Ateneo, Aula Magna
Francesco Menzio (óculo central), Alegoría sacra (1959); Giovanni Andrea Carlone, Alegorías de las disciplinas enseñadas en el Colegio (1683), Génova, Palazzo dell’Ateneo, Aula Magna
Giuseppe Isola, Allegoria della Scienza dei Liguri (1871, destruida), Génova, Centro DocSAI, neg. nº 19327, Regia Università, Aula Magna techo
Giuseppe Isola, Alegoría de la Ciencia de los Ligures (1871, destruida), Génova, Centro DocSAI, neg. nº 19327, Regia Università, Aula Magna techo

El fragmento de fresco objeto de la investigación de Montanari, que representa una cabeza y mide 55x73 cm, ha resurgido tras un largo olvido, aportando una nueva perspectiva al estudio de las obras perdidas de Carlone. Su tamaño sugiere que formaba parte de ese ciclo pictórico a gran escala, con figuras de tamaño superior al natural, típico de una decoración mural o de bóveda. La iconografía es claramente la de San Ignacio de Loyola, identificable tanto por sus rasgos fisonómicos como por su hábito sacerdotal. Aunque desconocido para los estudios especializados contemporáneos, el fragmento no es completamente inédito, ya que apareció en un artículo del Corriere della Liguria el 1 de diciembre de 1954. En aquella ocasión, el entonces propietario, el ingeniero Edoardo Montagna, contó la historia.

Según el relato de Edoardo Montagna de 1954, el fragmento procedía del coro de la demolida iglesia de la Paz. Según el relato, el padre del ingeniero, Carlo Montagna, que, según él, se encargó de la demolición “setenta años antes” de que se contara el relato, vio el cuadro entre los fragmentos derrumbados y se lo llevó a casa, identificándolo con la efigie de su santo epónimo, San Carlos Borromeo. Sin embargo, Giacomo Montanari señala dos incoherencias significativas en este relato. La primera es cronológica: la demolición del coro de la iglesia de Santa Maria della Pace no tuvo lugar setenta años antes de 1954, sino mucho más tarde, concretamente a partir de 1906. Esto implica que la memoria del padre de Montagna debería haber sido más aguda, teniendo en cuenta además que Edoardo Montagna, nacido en 1877, encargó un estudio del fragmento en 1935. La segunda incoherencia se refiere a la iconografía: el hábito que lleva el santo del fragmento no corresponde al de San Carlos Borromeo, como supuso erróneamente Montagna (en realidad debería llevar un hábito cardenalicio: evidentemente se le confundió con San Carlos por los rasgos pronunciados, que también son típicos del santo milanés), sino al de San Ignacio, como demuestran los rasgos evidentes. Por otra parte, las campañas fotográficas anteriores a la destrucción de la iglesia de Santa Maria della Pace no documentan ningún fresco de Carlone en esa sede franciscana.

El análisis estilístico y técnico realizado por Giacomo Montanari permitió atribuir con certeza el fragmento a Giovanni Andrea Carlone. Este resultado se obtuvo mediante una comparación en profundidad con otras obras pintadas al fresco por el artista, en particular la Capilla Negrone del Gesù de Roma. En el medallón que ilustra la Predicación de San Francisco Javier en dicha capilla, el rostro hacia arriba de una figura vestida con un paño rojo presenta una superposición casi exacta con el fragmento. El perfil de los labios, la representación en escorzo del ojo y de la nariz, alargados y agrandados según el estilo característico de Carlone, son similares. Detalles técnicos como las pinceladas cruzadas que dan color a la mejilla, la prolongación del “día” que delimita la cabeza y los grabados de arrastre de la caricatura confirman aún más la autoría de la obra, aportando pruebas tangibles que corroboran los datos estilísticos.

El artículo de 1954
El artículo de 1954
Giovanni Andrea Carlone, Historias de San Francisco Javier (1674; frescos; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla del Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, Historias de San Francisco Javier (1674; frescos; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla del Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, La Trinidad corona a San Francisco Javier (1674; fresco; Roma, Chiesa del Gesù, Capilla del Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, La Trinidad corona a San Francisco Javier (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, Predicación de San Francisco Javier, detalle (1674; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla del Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, Predicación de San Francisco Javier, detalle (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, Predicación de San Francisco Javier (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla del Negrone)
Giovanni Andrea Carlone, Predicación de San Francisco Javier (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla Negrone)
Giovanni Battista Gaulli, Gloria de San Ignacio de Loyola (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla de San Ignacio)
Giovanni Battista Gaulli, Gloria de San Ignacio de Loyola (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla de San Ignacio)
Giovanni Battista Gaulli, Gloria de San Ignacio de Loyola, detalle (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Capilla de San Ignacio)
Giovanni Battista Gaulli, Gloria de San Ignacio de Loyola, detalle (1674; fresco; Roma, Iglesia del Gesù, Cappellone di Sant’Ignazio)

La atribución a Carlone y la irrefutable iconografía ignaciana del fragmento abren un escenario muy interesante en cuanto a su procedencia, como señala Montanari. En Génova, las fuentes documentales y los testimonios históricos sólo registran un fresco monumental que representa a San Ignacio, obra de Carlone, que se ha perdido. Las dimensiones del fragmento (una cabeza de unos 40 cm de altura en un fragmento de 55x73 cm) son compatibles con una obra de esta envergadura. Las imprecisas indicaciones cronológicas proporcionadas por la familia Montagna sobre la retirada del fragmento en torno a la década de 1870 coinciden con el periodo del inesperado derrumbe de la parte central de la bóveda del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús en 1868. Montanari plantea la hipótesis de que el San Ignacio de Carlone, hasta ahora desaparecido sin dejar rastro, pudo encontrarse entre las partes dañadas y desmoronadas retiradas para permitir la integración del óvalo central por Giuseppe Isola entre 1868 y 1871. El relato de que el padre de Montagna se llevó un “recuerdo” de su compromiso profesional se considera en este punto verosímil en el contexto de un conjunto decorativo dañado. Aunque es difícil asegurar la presencia de Carlo Montagna en la obra del Aula Magna entre 1868 y 1871, la indiscutible paternidad artística reconocida en Carlone, la iconografía ignaciana (directamente comparable con la representación del santo por Giovanni Battista Gaulli conocido como Baciccio, artista de origen genovés pero de cultura romana, en el Gesù de Roma) y la correspondencia con las fuentes disponibles hacen muy probable que este fragmento sea hoy reconocible como el único elemento superviviente de aquel trágico derrumbe.

El redescubrimiento de este fragmento, aunque parcial, constituye una importante compensación para el estudio de la decoración más significativa, tanto artística como iconográficamente, realizada por Carlone para el Colegio genovés. Este fragmento confirma además la altísima calidad de la obra de Carlone, calidad que en las porciones aún conservadas in situ queda desgraciadamente oscurecida por numerosas reelaboraciones posteriores, consecuencia de los profundos trastornos que sufrió el espacio monumental. La adquisición de este testimonio perdido reaviva, pues, una huella de gran interés para la pintura barroca genovesa y, más en general, para el arte del último cuarto del siglo XVII. Giovanni Andrea Carlone se establece en este contexto como una sólida referencia pictórica de la Compañía de Jesús, sólo superada por Andrea Pozzo. El fragmento permite reconocer la calidad de los frescos genoveses de Carlone, en continuidad con sus ensayos en el Gesù de Perugia, donde se distinguió como maestro autónomo, y su realización autorizada de la capilla Negrone de Roma, síntesis de la herencia cortonesca y respuesta al berninismo de Gaulli. Así pues, este descubrimiento arroja luz sobre el papel decisivo del último gran pintor al fresco de la estirpe de Carlone di Rovio, artista genovés de la segunda mitad del siglo XVII, quizá el más apreciado fuera de la región, y hoy merecedor de una atenta recuperación cognoscitiva por parte de los estudios especializados y más allá.

Génova, hallado un precioso fresco de Giovanni Andrea Carlone: el único superviviente de una espectacular bóveda
Génova, hallado un precioso fresco de Giovanni Andrea Carlone: el único superviviente de una espectacular bóveda


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