Frida Kahlo. Vida y obra entre el arte naif, el surrealismo y el muralismo


Frida Kahlo, artista mexicana, es una de las mujeres artistas más conocidas. Su arte, a menudo categorizado como naïf, es complejo y mezcla elementos del surrealismo, el realismo mágico y el muralismo.

Frida Kahlo (Coyoacán, 1907 - 1954) fue una de las artistas más importantes del arte mexicano del siglo XX. Ella y su marido Diego Rivera (Guanajuato, 1986 - Ciudad de México, 1957) formaron una de las parejas más emblemáticas del siglo XX: su historia de amor fue tan apasionada como atormentada e infiel. A la tierna edad de dieciocho años, Kahlo fue víctima de un terrible accidente que le causó fracturas en la columna vertebral, las costillas y el pie, y a lo largo de su vida se sometió a unas treinta y dos operaciones con la esperanza de reducir el dolor. Sin embargo, a pesar de su débil salud, Frida Kahlo fue descrita por quienes la conocieron como una mujer muy apasionada, independiente y rebelde: de adolescente le gustaba vestirse como las soldaderas (mujeres que lucharon durante la revolución mexicana), se afilió al Partido Comunista y tuvo numerosos amantes, tanto hombres como mujeres.

Sus lienzos fueron muy apreciados por Diego Rivera, pero también por el poeta surrealista André Breton y artistas como Pablo Picasso, Joan Miró, Vasilij Kandinsky y muchos otros que reconocieron su talento. Muchos la consideraron una artista atribuible a la corriente del Surrealismo, pero Frida nunca aceptó que la etiquetaran dentro de esta categoría. Su pintura, aunque tenía características comunes al movimiento surrealista, siempre fue original y autónoma, lo que le permitió convertirse en una de las artistas más importantes de México.



Aunque se la considera una artista ingenua , ya que pintó sin ninguna formación tradicional (aprendió algunos rudimentos de un grabador, Fernando Fernández, amigo de la familia, y no tuvo más maestros) y guiada exclusivamente por sus sentimientos, su arte aborda un amplio abanico de temas (desde la representación del yo a las cuestiones de género, de la identidad al poscolonialismo), con un enfoque que mezcla lo fantástico y lo real (a la manera del surrealismo y el realismo mágico y con la inmediatez del muralismo), lo que le ha valido la atención internacional, en cierta medida facilitada por su historia biográfica.

Frida Kahlo
Frida Kahlo

Vida de Frida Kahlo

FridaKahlo nació el 6 de julio de 1907 (su nombre completo es Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón) en Coyoacán, un suburbio de Ciudad de México. El padre de Frida, Guillermo Kahlo Kaufmann (nacido Carl Wilhelm Kahlo), era un fotógrafo alemán que emigró a México en 1891. Su madre, Matilde Calderón y González, era una rica mexicana de ascendencia española. La pareja tuvo cuatro hijos, pero Frida fue la más rebelde y apasionada, mostrando un carácter independiente y fuerte. Sintiéndose hija de la Revolución Mexicana, dijo durante mucho tiempo que había nacido en 1910, el año en que comenzó la revolución. Cuando sólo tenía trece años, militó en la Juventud Comunista y en sus años de instituto formó parte de un grupo de chicos que apoyaban las ideas socialistas-nacionalistas. Durante este periodo, a Frida le gustaba vestirse como las soldaderas , es decir, las legendarias mujeres que lucharon en las primeras filas durante la revolución mexicana.

El primer encuentro con su futuro marido, Diego Rivera, tuvo lugar en 1922 en el anfiteatro Simón Bolívar de Ciudad de México (inaugurado en 1910), mientras el pintor pintaba el primer mural de su carrera artística, La Creación. Rivera y Frida se casaron siete años después, en 1929, sin saber que estaban a punto de convertirse en una de las parejas más emblemáticas del siglo XX.

En 1925 se produjo un episodio traumático: Frida, mientras regresaba de la escuela en autobús, sufrió un terrible accidente. Sufrió gravísimas lesiones en la espalda, las piernas y el hombro, y el periodo de enfermedad fue para ella una larga y silenciosa tortura. Durante este periodo de convalecencia, sus padres le regalaron pinceles y lienzos para pasar mejor el tiempo, así que Frida empezó a pintar y a desarrollar un lenguaje artístico influenciado por su soledad. Se utilizó a sí misma como modelo: su propio cuerpo, sus heridas y sus emociones. Durante este periodo realizó un autorretrato, el primero de una larga serie(lea más sobre los autorretratos de Frida Kahlo aquí), que regaló a Alejandro, su novio por aquel entonces. Gracias a las cartas que la joven pintora enviaba a su novio, es posible comprender la melancolía y la desesperación que la aquejaban. Poco a poco, comenzó para Frida una lenta recuperación que le permitió recobrar su antigua alegría: empezó a buscar trabajo, siguió cultivando su pasión por el arte y se implicó en la lucha comunista. Hacia finales de los años veinte, Frida conoció a la fotógrafa Tina Modotti(lea más sobre el arte de Tina Modotti aquí), con la que entabló una estrecha amistad.

Durante una cena en casa de su amiga, Frida vio a Diego Rivera, que había regresado a México tras pasar muchos años en Europa. Ambos comenzaron a salir y en 1929 se casaron en el ayuntamiento de Coyoacán, a pesar de que Frida era consciente de las constantes traiciones que iba a sufrir. Los recién casados tomaron una casa en el centro de Ciudad de México, que pronto se convirtió en un destino popular para artistas, intelectuales, poetas y revolucionarios. En 1930 se trasladaron a Estados Unidos, donde Rivera fue invitada a pintar el muro interior del Rockefeller Center de Nueva York y algunos frescos en San Francisco. Durante su estancia en Estados Unidos, Frida se quedó embarazada, pero debido al accidente nunca pudo llevar a término el embarazo. Nunca tuvo hijos, y éste fue uno de sus mayores pesares, también expresado varias veces en sus obras. Frida tuvo muchos amantes, tanto hombres como mujeres, entre ellos el revolucionario ruso Lev Trockij, a quien concedió asilo político en México en 1929. Así pues, la pareja Frida-Rivera podría considerarse “abierta”, aunque en realidad Frida sufrió mucho por las constantes traiciones de su marido, especialmente cuando descubrió que Rivera la había engañado con su hermana menor, Cristina.

En 1937, el poeta e intelectual surrealista André Breton llegó a México para conocer a Trockij e impartir una serie de conferencias sobre el nuevo movimiento surrealista. Breton apreció inmediatamente los lienzos de la pintora mexicana, la describió como “surrealista” y le sugirió que organizara una exposición individual en París. La exposición sólo se llevó a cabo gracias a la decisiva intervención de Marcel Duchamp y, aunque no tuvo especial éxito comercial, Frida obtuvo el reconocimiento de artistas de la talla de Pablo Picasso, Vasily Kandinsky, Joan Miró e Yves Tanguy. En 1939 Diego Rivera y Frida Kahlo se divorciaron, pero los acontecimientos políticos se cruzaron con la vida privada de la pareja, por lo que ambos volvieron a casarse al año siguiente. Frida impuso dos restricciones a este segundo pacto matrimonial: la artista se mantendría a sí misma y dejaría de mantener relaciones sexuales con su marido. La última década de Frida se caracterizó por un creciente deterioro de su salud y se vio obligada a llevar dolorosos aparatos ortopédicos. El sufrimiento físico también fue acompañado por la completa afirmación pública de su obra como pintora, que se tradujo en numerosas exposiciones internacionales. En 1950, la artista fue hospitalizada durante siete meses, en los que fue sometida a siete operaciones, sin que, no obstante, se produjera ninguna mejoría notable. En 1953, México rinde homenaje a su mayor artista con una exposición individual en la capital, consciente de que no vivirá mucho más. Tras la amputación de su pierna derecha en 1953, Frida intentó suicidarse varias veces, con la esperanza de poner fin a la tortura y el dolor que la acompañaron durante toda su vida. Su muerte se produjo el 13 de julio de 1954 a consecuencia de una embolia pulmonar a la que no se prestó atención.

Frida Kahlo, Hospital Henry Ford (La cama voladora) (1932; óleo sobre lienzo, 38 x 30,5 cm; Ciudad de México, Colección Dolores Olmedo)
Frida Kahlo, Hospital Henry Ford (La cama voladora) (1932; óleo sobre lienzo, 38 x 30,5 cm; Ciudad de México, Museo Dolores Olmedo)


Frida Kahlo, Unas puñaladas (1935; óleo sobre masonita, 48,5 x 38 cm; Ciudad de México, Museo Dolores Olmedo)
Frida Kahlo, Unos disparos con un puñal (1935; óleo sobre metal, 48,5 x 38 cm; Ciudad de México, Museo Dolores Olmedo)


Frida Kahlo, Mis abuelos, mis padres y yo (1936; óleo y temple sobre metal, 30 x 34 cm; Nueva York, MoMA)
Frida Kahlo, Mis abuelos, mis padres y yo (1936; óleo y temple sobre metal, 30 x 34 cm; Nueva York, MoMA)


Frida Kahlo, Las dos Fridas (1939; óleo sobre lienzo, 173,5 x 173 cm; Ciudad de México, Museo de Arte Moderno)
Frida Kahlo, Las dos Fridas (1939; óleo sobre lienzo, 173,5 x 173 cm; Ciudad de México, Museo de Arte Moderno)

El estilo y las principales obras de Frida Kahlo

La trayectoria artística de Frida Kahlo fue completamente original e independiente. Sus obras estaban muy alejadas tanto del muralismo mexicano como del surrealismo, pero al mismo tiempo tomaban prestados ciertos aspectos de estas corrientes (como, por ejemplo, su interés por los colores fuertes y brillantes y las referencias a imágenes oníricas). Kahlo realizó numerosos autorretratos que reflejaban su estado de sufrimiento físico y mental. Los aspectos clave de sus obras fueron: el enfoque en el cuerpo femenino, liberado de la visión estereotipada y machista, y la capacidad de expresar la identidad cultural de México.

En la obra Hospital Henry Ford (The Turning Bed) (1932), Frida está tumbada en una cama de hospital con sábanas manchadas de sangre. Los objetos elegidos aluden a un suceso dramático que marcó a Frida en aquella época: el aborto espontáneo ocurrido en Detroit durante una de las estancias de Frida y Rivera en Estados Unidos. Del vientre de la mujer parten seis hilos que conducen a objetos con un fuerte valor simbólico. En la parte inferior del cuadro aparecen los huesos de una pelvis, una orquídea marchita que Rivera regaló a su mujer durante la operación y una máquina quirúrgica que fácilmente puede remontarse a la operación que acababa de sufrir. En la parte superior, en cambio, los tres filamentos conducen a un caracol, que alude al ciclo femenino o a la concepción, un feto y un modelo anatómico del aparato reproductor femenino. Todos estos símbolos se enmarcan en un paisaje gris e inhóspito con rascacielos de Detroit al fondo.

Otra obra relacionada con su vida personal es A Few Shots of a Dagger (1935). La obra se inspiró en un artículo de periódico que la conmocionó, convirtiendo una terrorífica historia criminal en un motivo figurativo. El artículo relataba cómo un hombre, por celos, irrumpió en el dormitorio de la mujer que amaba, apuñalándola con numerosos cuchillos. Cuando el hombre fue juzgado, declaró que “sólo habían sido unas cuantas puñaladas”. Fue también la época en que la pintora descubrió que Rivera había iniciado una relación amorosa con la hermana de Frida, Cristina, y aunque la pintora estaba al corriente de la infidelidad habitual de su marido, el hecho de que esta vez la traición tuviera lugar con su hermana añadía un rasgo doloroso y humillante. Es posible entonces vislumbrar en el cuerpo desnudo y devastado de la mujer, vestida sólo con una media y un zapato, el cuerpo de Frida, mientras que en el rostro del hombre, junto al cadáver que sostiene un cuchillo, es fácil reconocer algunos rasgos somáticos de Diego Rivera.

El tema de la genealogía y el autorreconocimiento fue abordado por Kahlo en 1936 con la obra Mis abuelos, mis padres y yo. El cuadro representa a la pequeña Frida, de unos tres años, de pie en el centro del patio de la casa familiar, que se convertiría en la famosa Casa Azul. Con la mano derecha, la niña sostiene cintas que fluyen hacia las imágenes de sus abuelos maternos y paternos, mientras sus padres posan en el centro. El tema de la ascendencia y la identidad era muy importante para el artista, probablemente también debido a su incapacidad para tener hijos. Esta imposibilidad pesaba mucho sobre el artista, que arrastraba un sentimiento de culpa y la carga de ser de los últimos de su familia. En 1939, tras viajar a París y divorciarse de su marido Rivera, Frida regresó a vivir a la casa familiar, Casa Azul.

Durante este periodo, la artista realizó numerosos autorretratos, entre ellos la famosa obra maestra Las dos Fr idas (1939). El lienzo representa a dos Fridas sentadas en un banco y casi idénticas, tanto en peinado como en pose, pero con ropas muy diferentes. La Frida de la derecha lleva ropa europea, mientras que la de la izquierda viste ropa tradicional mexicana. Las dos mujeres están unidas por un apretón de manos y, sobre todo, por una vena que une los dos corazones. La Frida vestida con el traje tradicional tiene el corazón apoyado en la camisa, por lo que está totalmente expuesta, sobre todo al amor. En la mano sostiene un camafeo con la imagen de su marido Diego Rivera. En cambio, la Frida europea tiene el corazón protegido en la caja torácica y sostiene en la mano una tijera con la que corta la vena que alimenta el corazón. Queda claro, pues, el fuerte valor simbólico de este cuadro: Frida quiere renacer a través de una profunda ruptura con su pasado sentimental y anhela una nueva vida. Para la artista, la obra se convirtió en la compensación de un profundo dolor.

Otra obra estrechamente vinculada al divorcio con su marido fue Autorretrato con collar de espinas (1940). En el lienzo, Frida se retrataba a sí misma de forma perfectamente frontal e inmóvil, recordando a ciertos iconos medievales o a obras de Piero della Francesca por la geometría de su rostro casi perfecto. El carácter casi sacro que rodea al cuadro es necesario para una descripción de sí misma como mártir: Frida, de hecho, lleva una especie de corona de espinas en el cuello. Sobre sus hombros descansa un mono, en alusión al afecto familiar, y un gato de ojos amenazadores, que nos recuerda la vitalidad y sensualidad de la artista. La obra es sin duda la autorrepresentación de una mujer herida y ofendida.

La columna rota (1944) fue creada para mostrar, presumiblemente, su propio martirio. En ella, la artista se representa a sí misma llorando, desnuda y con el cuerpo atravesado por los clavos. En el centro del cuerpo, la caja torácica se abre para revelar una columna jónica, dañada por grietas visibles. Al igual que la columna arquitectónica debe estar intacta para sostener el edificio, la columna vertebral de Frida, dañada por el accidente de coche, no puede sostener ni sostener su postura. Subrayando esta sensación de malestar y dolor está también el inhóspito paisaje del fondo. En 1946, Frida fue operada de la espalda. La pintora esperaba que tras la operación el dolor desapareciera, pero no fue así: los dolores volvieron a ser los de antes y la artista cayó en la depresión. Testimonio de este profundo malestar es la obra El ciervo herido (1946), en la que Frida pintó un ciervo con la cara herida por las flechas de los cazadores. La tortura de las flechas alude a los dolores que Frida tuvo que soportar tras su última operación, que no salió como ella esperaba, pero el ciervo-mujer herido no puede dejar de recordar el martirio de San Sebastián. Al fondo, un cielo nublado pero vagamente soleado deja entrever una débil esperanza de un futuro mejor. En Autorretrato (1948), Frida se pintó a sí misma con el rostro completamente rodeado por los pliegues escénicos y los exuberantes adornos de los tocados típicos de la zona de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca. El rostro surcado de lágrimas indica el sufrimiento físico que atormentaba a Frida. Las flores del fondo se han interpretado como una alusión a la fertilidad y a la imposibilidad de Frida de tener hijos. Esta interpretación confiere a la obra un carácter melancólico adicional. En sus obras se percibe la relación casi obsesiva con su cuerpo torturado y el gran interés por defender la cultura y la tradición de su pueblo a través de su arte.

Frida Kahlo, Autorretrato con collar de espinas y colibríes (1940; óleo sobre lámina metálica, 63,5 x 49,5 cm; Austin, Harry Ranson Center)
Frida Kahlo, Autorretrato con collar de espinas y colibríes (1940; óleo sobre lámina, 63,5 x 49,5 cm; Austin, Harry Ranson Center)


Frida Kahlo, El ciervo herido (1946; óleo sobre masonita, 22,4 x 30 cm; Colección particular)
Frida Kahlo, El ciervo herido (1946; óleo sobre masonita, 22,4 x 30 cm; Colección privada)


Frida Kahlo, La columna rota (1944; óleo sobre lienzo pegado sobre masonita, 30,5 x 40 cm; Ciudad de México, Museo Dolores Olmedo)
Frida Kahlo, La columna rota (1944; óleo sobre lienzo pegado sobre masonita, 30,5 x 40 cm; Ciudad de México, Museo Dolores Olmedo)


Frida Kahlo, Autorretrato (1948; óleo sobre masonita, 50 x 39,5 cm; Ciudad de México, Colección Samuel Fastlicht)
Frida Kahlo, Autorretrato (1948; óleo sobre masonita, 50 x 39,5 cm; Ciudad de México, Colección Samuel Fastlicht)

Dónde ver las obras de Frida Kahlo

Para conocer a fondo la vida y obra de Frida Kahlo, puede visitar el Museo Frida Kahlo de Ciudad de México. El museo se encuentra en la Casa Azul, vivienda familiar de la artista, y contiene numerosas obras (aunque en su mayoría son obras menores) y también permite conocer la actividad artística de Diego Rivera y las cartas que intercambiaba con Frida.

Otro importante núcleo de obras de Frida Kahlo es el del Museo Dolores Olmedo, creado gracias a la actividad coleccionista de Dolore Olmedo, empresaria mexicana, que reunió nada menos que 25 obras de Frida Kahlo. En México, el Museo de Arte Moderno alberga la obra maestra de la artista, Las dos Fridas (1946). En Estados Unidos, en cambio, no hay que perderse el MoMa, que alberga obras fundamentales en la actividad artística de Frida Kahlo.

Frida Kahlo. Vida y obra entre el arte naif, el surrealismo y el muralismo
Frida Kahlo. Vida y obra entre el arte naif, el surrealismo y el muralismo


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