Del 17 de octubre de 2025 al 22 de febrero de 2026, los Musei Capitolini, Centrale Montemartini (Roma), acogerán la primera exposición monográfica dedicada a Maria Barosso (1879-1960), figura clave en el panorama cultural de principios del siglo XX en Italia. Pintora y arqueóloga, Barosso fue protagonista de una actividad que combinó precisión científica y sensibilidad artística, convirtiéndose en testigo de las profundas transformaciones urbanas de la capital. La exposición, titulada Maria Barosso, artista y arqueóloga en la transformación de Roma, saca a la luz un perfil poco conocido pero muy importante. Está organizada por Zètema Progetto Cultura, mientras que el catálogo ha sido publicado por De Luca Editori d’Arte. El comité curatorial incluye a Angela Maria D’Amelio, Maurizio Ficari, Manuela Gianandrea, Ilaria Miarelli Mariani y Domenico Palombi, con la colaboración de Andrea Grazian y Eleonora Tosti. A través de acuarelas, dibujos y reproducciones en color realizadas para la Soprintendenza di Roma e del Lazio, Barosso documentó demoliciones, obras y descubrimientos arqueológicos que marcaron irreversiblemente la faz de la ciudad. Barosso fue la primera mujer que ocupó el puesto de funcionaria en la Direzione Generale Antichità e Belle Arti de Roma, donde llegó en 1905 y comenzó a trabajar con Giacomo Boni, entonces director de las excavaciones en el Foro Romano. Su carrera la llevó a observar y registrar, con una mirada a la vez técnica y poética, los procesos que modificaron el paisaje urbano durante las primeras décadas del siglo y durante el periodo fascista.
La exposición está promovida por Roma Capitale, Assessorato alla Cultura - Sovrintendenza Capitolina ai Beni Culturali, y se realiza en colaboración con la Universidad Sapienza de Roma. El proyecto expositivo consta de 137 obras, de las que aproximadamente 100 son grabados, dibujos, acuarelas y pinturas de Barosso. Muchas de las obras proceden de los depósitos de la Superintendencia Capitolina, en particular del Museo de Roma en el Palacio Braschi, y se complementan con préstamos de colecciones privadas e instituciones como el Archivo Histórico del Museo Nacional Romano en el Palacio Altemps, el Parque Arqueológico del Coliseo, el Vicariato de Roma y la Fundación Camillo Caetani.
La exposición acompaña al visitante a lo largo de un recorrido dividido en secciones que corresponden a los lugares de Roma en transformación retratados por la artista. La primera sala presenta los hitos personales y profesionales de Barosso, para dar paso a continuación al análisis de las obras que relatan los años de las grandes intervenciones urbanas. Sus obras permiten reconstruir demoliciones radicales, descubrimientos arqueológicos inesperados e intervenciones escenográficas deseadas por el régimen fascista. Las láminas son documentos que conservan la memoria de una ciudad que, en el espacio de pocas décadas, cambió de fisonomía sacrificando barrios, edificios religiosos y palacios históricos para abrir espacios monumentales y nuevas vías de comunicación. Entre los lugares relatados figuran la basílica de Majencio y la zona de Largo Argentina, donde Barosso inmortalizó la excavación de la Velia, una loma que unía el Palatino y el Esquilino. Su eliminación, ordenada para permitir la construcción de la Via dell’Impero, hoy Via dei Fori Imperiali, fue celebrada como una obra de ingeniería comparable a las de la Antigüedad. Las acuarelas del artista muestran la magnitud de aquella intervención y la pérdida irreversible que supuso.
La zona sagrada de Largo Argentina es otro pasaje crucial. Aquí, entre los escombros, emergieron los cuatro templos republicanos y la Curia de Pompeyo, lugar vinculado al asesinato de Julio César. Barosso captó las etapas de su descubrimiento y restituyó con sus dibujos el momento de una revelación inesperada. Del mismo modo, registró la demolición de casas e iglesias medievales a lo largo de la nueva Via del Mare, que aisló los templos del Foro Boario y del Foro Olitorio, transformándolos en escenarios monumentales. Junto a episodios conocidos, la exposición recuerda también casos menos conocidos pero no menos emblemáticos. Entre ellos, el Compitum Acilium, un pequeño santuario dedicado a los Lari hallado durante los movimientos de tierra de la Velia en 1932. Destruido por la rapidez de la construcción, el monumento sobrevive hoy gracias a las representaciones de Barosso, que fijó sus formas y proporciones con precisión y sensibilidad.
Estas obras permiten conservar la memoria de un artefacto que, de otro modo, se perdería. La exposición se amplía a reproducciones de frescos y mosaicos localizados en diversas iglesias romanas, restaurados en los mismos años. También se presentan grabados y obras para encargos privados, así como colaboraciones con instituciones nacionales e internacionales que dan fe de la versatilidad del artista. La última sección sitúa las obras de Barosso junto a un grupo de pinturas de artistas contemporáneos como Mario Mafai, EvaQuagliotto y Tina Tommasini. Sus lienzos documentan la misma temporada de transformaciones, ofreciendo diferentes interpretaciones de una ciudad suspendida entre la memoria y la modernidad.
Entre las obras expuestas destacan las acuarelas y dibujos de la Fundación Caetani, que representan los frescos de las iglesias de San Biagio, Santa Maria Maggiore y la Gruta de San Michele Arcangelo en Ninfa. Este último se presenta junto al fragmento de un fresco conservado en el castillo Caetani de Sermoneta, creando un diálogo directo entre el dibujo y el material conservado. No menos significativas son las láminas realizadas durante la colaboración con Giacomo Boni, hoy propiedad del Parque Arqueológico del Coliseo, y el gran dibujo de los frescos de la Loggia del Priorato de Rodas, procedente de los archivos de la Superintendencia Capitolina y nunca antes expuesto. Además de la exposición, la muestra ofrece un programa de encuentros y visitas guiadas con conservadores y estudiosos. Las iniciativas profundizan en la figura de Maria Barosso, su contribución y el contexto histórico en el que trabajó. El objetivo es ofrecer al público la oportunidad de reflexionar sobre los procesos de transformación de la ciudad y el papel de la documentación artística en la preservación de la memoria.
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Maria Barosso, arqueóloga y pintora testigo de la transformación de Roma |
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