Tras seis años expuesto a la intemperie, Bambino Migrante, el mural creado por Banksy en mayo de 2019 en la fachada del Palazzo San Pantalon de Venecia, ha sido asegurado. El proyecto, financiado por Banca Ifis, ha permitido salvar la obra, deteriorada en un 30% por la humedad, la salinidad y el agua alta. Es una de las dos únicas obras del artista británico reconocidas oficialmente en territorio italiano. Los trabajos, supervisados por el restaurador Federico Borgogni, comenzaron el 3 de junio de 2025 y concluyeron en la noche del 23 al 24 de julio con el desprendimiento de la parte del muro en la que está representado el niño. Los trabajos comprendieron una fase preliminar de desempolvado, consolidación superficial y en profundidad, limpieza de la superficie y, por último, preparación del desprendimiento. El traslado al laboratorio ya se ha producido y ahora continúa la última fase de la restauración.
El mural, que apareció en 2019 sin ninguna autorización, representa a un niño náufrago sumergido en el agua de la laguna veneciana, que levanta una mano para pedir ayuda mientras sostiene una antorcha fucsia. Una imagen simbólica que recuerda el tema de la migración y la tragedia de los menores que mueren en el mar Mediterráneo. Con el tiempo, el gesto provocador del artista ha generado un acalorado debate sobre la conservación del arte callejero, que siempre se ha concebido como efímero y transitorio.
La decisión de proceder al desprendimiento del mural constituye una excepción a las prácticas habituales en restauración de muros. Las técnicas clásicas utilizadas para frescos u obras murales no han resultado adecuadas, debido a la naturaleza particular de la superficie y a la técnica empleada por Banksy. De hecho, se trata de una intervención sin precedentes en Italia y se ha considerado que el desprendimiento era la única forma de salvaguardar la obra, que se encuentra en un estado cada vez más crítico. La fase final de la restauración tendrá lugar en el laboratorio: la intervención consistirá en la retirada de las partes de mampostería comprometidas, la reubicación de la obra en un nuevo soporte alveolar más estable, el relleno de los huecos y una reintegración pictórica realizada de manera que la intervención siga siendo reconocible con respecto al original. Una vez finalizado el procedimiento, la obra volverá a exponerse al público en el marco de las iniciativas gratuitas promovidas por Ifis Art, en colaboración con las autoridades venecianas de conservación.
La propuesta de restauración se había presentado en Roma en octubre de 2023, en el Ministerio de Cultura, durante una rueda de prensa a la que asistió el subsecretario de Cultura, Vittorio Sgarbi. Fue el propio Sgarbi quien había promovido la operación, contactando directamente con la Banca Ifis para que asumiera la financiación. La restauración, ahora en fase avanzada, fue por tanto también el resultado de la intervención directa del subsecretario, que instó al banco a apoyar financieramente el proyecto. La elección del instituto se enmarca en su compromiso con el arte y el territorio, ya demostrado con la inauguración del Parque Internacional de Escultura de Villa Fürstenberg, en Mestre, donde se han reunido obras de artistas como Fernando Botero, Philip Colbert, Igor Mitoraj y Manolo Valdés.
Sin embargo, la recuperación de la obra no había estado exenta de polémica. De hecho, en los últimos años, el debate se ha desarrollado en torno a dos posturas contrapuestas: por un lado, quienes habían defendido que había que dejar que la obra se deteriorara, en consonancia con la poética efímera del arte callejero y el mensaje implícito del grafiti; por otro, quienes habían considerado que, una vez hecha pública, la obra debía protegerse como parte del patrimonio colectivo. Entre los detractores de la intervención se encontraba elColegio de Arquitectos de Venecia, que había expresado su disconformidad subrayando el valor simbólico de la desaparición de la obra, en analogía con el destino de los niños migrantes muertos en el Mediterráneo.
"La idea que subyace al graffito es que con el tiempo quedará sumergido por el agua y, por desgracia, tendrá el mismo final que los numerosos niños que han muerto en el Mediterráneo en los últimos diez años“, habían especificado los arquitectos. De hecho, las obras de Banksy ”han nacido para estar expuestas a la intemperie, con el consiguiente deterioro y destrucción natural“. Este es el sentido que también se desprende de esta obra de Banksy, que es un activista político que trabaja para despertar las conciencias, o quizás sería mejor decir las inconsciencias, del nuevo milenio”. Por ello, los arquitectos recordaron cómo Banksy concebía sus obras expuestas a la intemperie, destinadas a desaparecer de forma natural con el paso del tiempo.
Por otro lado, la necesidad de preservar en Italia un testimonio importante de un artista famoso. Y es en esta posición en la que se han orientado las intervenciones posteriores. De hecho, el Ministerio de Cultura consideró necesario intervenir, a pesar de la falta de requisitos reglamentarios que permitieran la actuación directa de la Superintendencia, que sólo es competente para las obras de más de setenta años.
El debate, por tanto, ha adquirido también una trascendencia jurídica. Bambino migrante estaba pintado en un edificio protegido, pero al tratarse de una obra de un artista vivo, la Soprintendenza no podía ocuparse directamente de ella. Además, el grafito había sido objeto de una denuncia de la entonces Superintendente de Venecia, Emanuela Carpani, que había denunciado la acción a la Fiscalía, asimilándola a un acto de vandalismo contra un edificio histórico. El asunto terminó, como era de esperar, con el archivo del caso, mientras que la propia Carpani firmaba una nota en la que reconocía el interés artístico de la obra. Desde su punto de vista, Sgarbi había dejado claro que, según su interpretación, la tarea del Ministerio consistía precisamente en indicar una visión.
En ese caso, había argumentado de hecho la necesidad de conservar una obra que, aunque no autorizada, había sido ejecutada en un inmueble protegido y, en consecuencia, había entrado a formar parte del patrimonio simbólico de la comunidad. Por ello, la restauración se encomendó al Banco Ifis, colmando así el vacío normativo que había impedido la intervención directa del Estado. “Quien actúa abusivamente sobre un edificio histórico protegido”, argumentó Sgarbi, “no puede esperar que alguien respete lo que él no ha respetado”.
El enfrentamiento se extendió también a la cuestión de los derechos de autor. La obra no fue comprada y, según algunas interpretaciones, Banksy podría haberse opuesto a la intervención. En realidad, la propiedad del edificio, representada por el abogado Jacopo Molina, ya había manifestado su plena disposición a proceder a la restauración. La posición del Ministerio, en consonancia con la declaración de Angelo Piero Cappello, Director General de Creatividad Contemporánea, había sido que Bambino migrante había adquirido un valor público y debía protegerse como parte de un proyecto de reintegración urbana y mejora arquitectónica.
Desde el punto de vista técnico, la restauración requería un planteamiento totalmente nuevo. El precario estado de conservación del edificio, unido a la presencia de sales en los muros y a la humedad típica del contexto lagunar, hizo necesario recurrir a soluciones a medida. El desprendimiento realizado, autorizado de conformidad con el Código del Patrimonio Cultural, había sido definido por el antiguo superintendente Magani como una oportunidad sin precedentes en la historia de la restauración de mampostería. De hecho, la operación se había valorado como extremadamente compleja, pero al mismo tiempo, según Magani, interesante de intentar. En cualquier caso, una vez concluida la restauración, el mural podría destinarse a una sede museística, Sgarbi mencionó Ca’ Pesaro en Venecia, mientras que se estudiaría la instalación de una reproducción en el edificio de Campo San Pantalon.
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Finaliza el rescate del mural de Banksy en Venecia |
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