Enrico Amici, cuando la fotografía es resonancia y relación con lo que nos rodea


La fotografía de Enrico Amici (La Spezia, 1963) no es sólo poesía de lo ordinario, no es sólo experiencia del tiempo. Es también relación con lo que nos rodea, espiritualidad, conocimiento de lo cotidiano. Un perfil crítico del fotógrafo ligur, por Ilaria Baratta.

Lo esencial es invisible a los ojos", escribió Antoine de Saint-Exupéry. Este es el secreto que el zorro revela al Principito, una invitación a ir más allá de lo que se ve en la superficie, que puede parecer insignificante a primera vista, y a ver con el corazón, descubriendo así que un detalle que parecía insignificante puede adquirir en realidad un significado, un valor, si se siente con emoción, si se vive profundamente. Una invitación, por tanto, a dar importancia a las pequeñas cosas, a todo lo que es sencillo, porque es ahí donde se puede encontrar la verdadera belleza y es ahí donde se esconde la esencia de la vida, es decir, la sustancia que más importa, lo verdaderamente importante. El zorro, por supuesto, se refiere al afecto, a la amistad, a los vínculos que se crean a lo largo de la existencia de cada individuo, a la necesidad del ser humano de relacionarse con los demás y con el mundo, animal y vegetal (fue a una rosa a la que el Principito dedicó sus cuidados y amó), pero su invitación se refiere también a la capacidad de emocionarse y de mirar dentro de uno mismo. Un tema que hoy está más de actualidad que nunca, en un mundo que parece cada vez más entregado a lo espectacular, al sensacionalismo, a la ostentación, a la superficialidad, a la visibilidad a toda costa, creando siempre esos efectos destinados a suscitar el asombro, y cada vez menos inclinado a la sencillez, a la espontaneidad, a laesencialidad precisamente, porque tal vez se la considera de escaso valor. Sin darse cuenta de que, en la mayoría de los casos, lo llamativo no tiene ningún valor, porque hasta el detalle más pequeño, más insignificante, más cotidiano, puede esconder todo un mundo. En este sentido, llama la atención la fotografía de Enrico Amici (La Spezia, 1963), alejada de la fotografía espectacular y del virtuosismo como fin en sí mismo. Detrás de su fotografía está la poesía de lo ordinario, de lo cotidiano, está la capacidad de ver lo extraordinario incluso en cosas que aparentemente no despiertan curiosidad, está la investigación. Hay una sensibilidad para ver y mirar las cosas que hoy parece insólita, porque probablemente se ha perdido en una sociedad demasiado acostumbrada a la inmediatez, a todo y a todo ya, una sociedad que demasiado a menudo considera una pérdida de tiempo ser una pérdida de tiempo. una sociedad que demasiado a menudo considera una pérdida de tiempo detenerse y reflexionar, en la que la atención que se dedica a una imagen no dura más que el tiempo de un scroll en el smartphone.

Para Enrico Amici, “la experiencia del tiempo es espiritual, sagrada”: fotografiar lugares y arquitectura, para él, tiene que ver “con el tiempo y el silencio, con la espiritualidad de los espacios, con la naturaleza de la materia”. El acto mismo de fotografiar le relaciona tanto con el espacio como con el tiempo: “Encuadrar es una búsqueda de mi posición en el tiempo y en el espacio. Cuando utilizo exposiciones largas, de unos segundos, se me hace aún más evidente cómo esa fracción de tiempo es un presente extendido que conecta con el antes y el después, con la historia y el futuro, de lo que está delante del objetivo y de todo lo demás”. Definiendo el concepto de “espesor del tiempo”, título también de su exposición individual homónima en la Galleria Ricci Arte Contemporanea de Carrara en el verano de 2020, el fotógrafo explica que “cuando entramos en un espacio o lugar que por alguna razón es un poco sagrado”, donde sagrado no significa necesariamente un lugar religioso como una iglesia, “sucede, si escuchamos, si nos predisponemos, que percibimos el tiempo como si estuviera dispuesto en una estructura de acordeón que se expande. Aumenta nuestra experiencia, la conciencia del futuro, del presente, del pasado. Los percibimos simultáneamente, encerrados en el instante que vivimos”.

Enrico Amici
Enrico Amici
Montaje de la exposición Luoghi e volti del lavoro (Santo Stefano di Magra, Spazio Cardelli y Fontana Ex Opificio Vaccari, 2019)
Montaje de la exposición Luoghi e volti del lavoro (Santo Stefano di Magra, Spazio Cardelli y Fontana Ex Opificio Vaccari, 2019)
Montaje de la exposición Transformación del sistema bibliotecario urbano (La Spezia, Ex Fitram Depot, 2019)
Montaje de la exposición Trasformazione del sistema bibliotecario urbano (La Spezia, Ex Deposito Fitram, 2019)

Sus investigaciones abordan constantemente estos temas, desde las más recientes como las dedicadas a Ego-Virgo, el Observatorio Gravitacional Europeo de Cascina (2020) o a las tres corrientes deaguas del territorio donde vive, entre Massa, Carrara y Luni, a saber, el Carrione, el Frigido y el Canale Lunense (de 2017 a 2020), hasta los menos recientes, dedicados a la identidad y las transformaciones de los lugares y el territorio, como la serie dedicada a la transformación de las tres principales bibliotecas de La Spezia (de 2013 a 2019).

Tiempo y espacio, dos conceptos fundamentales para Enrico Amici. El tiempo como presente extendido que vincula pasado, presente y futuro, pero también el propio acto de fotografiar requiere tiempo; la inmediatez, el frenesí, la superficialidad son enemigos de la fotografía. Para Amici, fotografiar es “cuidar, dilatar el tiempo de nuestra relación con lo que nos rodea; es entrar en resonancia con todo, relacionarnos y abandonarnos al infinito. Es conocer y conocerse. Es buscar la paz interior”. Por tanto, tiene que ver con la introspección, con la espiritualidad de nosotros mismos y de lo que nos rodea: en este sentido es sagrado. “Fotografiar es en sí mismo un logro interior, independientemente del resultado visual”, porque significa “dar rienda suelta a una intuición que no sabemos exactamente adónde nos llevará, pero la captamos, la reconocemos y la seguimos”. Y las imágenes “de las que seremos los primeros descubridores y usuarios” son el resultado de todo ello: de entrar en sintonía con el todo, de abandonarnos a esa intuición, pero también de la sensibilidad, el esfuerzo y la cultura que requiere fotografiar. Pero para Amici, fotografiar también significa “sacudirse una especie de narcosis, de costumbre”, captar lo extraordinario en lo ordinario. Sólo viendo las cosas de un modo extraordinario, es decir, rompiendo con la costumbre, es posible encontrar el justo equilibrio con la realidad, y así no se sentirá la necesidad de hacer tomas atrevidas o elaboraciones sensacionales, y las imágenes serán tan aparentemente sencillas como la mirada de un niño. Las imágenes de Enrico Amici son esenciales y mínimas, pero revelan composiciones geométricas, simetrías, paralelismos, repeticiones, líneas rectas o sinuosas, sólidos y vacíos que se combinan y contrastan en la naturaleza o la arquitectura, y que él supo captar en lo ordinario observando con una mirada diferente.

“Llevo fotografiando toda mi vida”, explica, “pero cada nueva toma me parece cada vez más un misterio. Es lo contrario de acostumbrarse a hacer algo. Cada vez, en lugar de tener las ideas más claras, es como si aumentara algo desconocido. No aumenta la costumbre. Aumenta la inquietud, quizá el asombro. Es como si cada disparo abriera un pequeño agujero, una pequeña puerta a alguna forma de trascendencia, de infinito. Aumenta la conciencia del misterio de la acción que vengo realizando desde hace tiempo, en el tiempo”. Así que para él siempre hay un componente de misterio en la fotografía porque, según sus propias palabras, “con la fotografía nos adentramos en un terreno desconocido, misterioso; con la fotografía hacemos algo que aún no hemos pensado. Contiene más de lo que concebimos”.

El espacio como lugares con los que relacionarse, como lugares que cuentan la identidad del territorio o lugares transformados urbanística y arquitectónicamente, como en Ego-Virgo, donde Amici se enfrenta a uno de los centros más avanzados de la ciencia contemporánea: uno de los tres observatorios del mundo, situado en Cascina, Toscana, capaz de captar ondas gravitacionales, ondulaciones en la estructura del espacio-tiempo que se propagan a la velocidad de la luz. Un centro de excelencia que se esconde dentro de una estructura de líneas limpias, elementales, esenciales. Entre campos cultivados, canales de riego, arboledas de encinas, casas de campo aisladas. En el silencio semanal de la campiña pisana. Gracias a una sofisticada estructura interferométrica con brazos de tres kilómetros de longitud, Virgo es capaz de medir minúsculas variaciones espaciales provocadas por el paso de ondas gravitatorias. Una revolución científica comparable a la revolución galileana, que ha inaugurado una nueva era en la observación del universo. La mirada del fotógrafo capta la extrema precisión de las formas del observatorio y la dimensión metafísica del paisaje en el que se inscribe, la campiña toscana. Virgo es una arquitectura suspendida entre la tierra y el universo, un punto de escucha del cosmos, y las fotografías de Amici revelan precisamente cómo el propio lugar, aunque vinculado a una función técnica y científica, está impregnado de significado y poesía.

Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Europeo de Gravitación, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Europeo de Gravitación, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Europeo de Gravitación, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Europeo de Gravitación, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Gravitacional Europeo, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Ego-Virgo, Observatorio Europeo de Gravitación, Cascina (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Biblioteca Civica, La Spezia (2014; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)

Esta sensibilidad por el paisaje se encuentra en una serie de imágenes nacidas de una investigación sobre la relación entre espacio e identidad. El territorio, para Amici, nunca es un dato estático, sino un entramado vivo de relaciones y recuerdos. Como en la investigación dedicada al río Carrione, “un curso de agua que contiene historia, fuerza, fragilidad, identidad; la principal arteria natural por la que circula la energía vital de la ciudad de Carrara”, como lo define Enrico Amici. “El río está vivo. Responde a nuestras acciones, a nuestros sentimientos y comportamientos hacia él”, explica. “Fotografiarlo se convierte en una oportunidad para sentirlo latir y reconocer su amistad, su cercanía, su sufrimiento. Sé que contiene algo sagrado y trato de buscarlo, aunque no sepa exactamente dónde: el agua, el cauce, las orillas, el manantial, las adyacencias, la gente, el cielo, el mar, etc.”. El fotógrafo sigue el curso del Carrione, desde su nacimiento hasta su desembocadura, y cada vez es como si, según sus propias palabras, “volvieras y encontraras a alguien esperándote”; es un acercamiento respetuoso, cauteloso, consciente de la complejidad del río, y siempre con una mirada atenta a relacionarse con su energía y a celebrar su belleza, sus heridas y sus contradicciones.

La transformación de las tres principales bibliotecas de La Spezia, a saber, la Biblioteca Civica “Ubaldo Mazzini”, la Biblioteca Civica “Pietro Mario Beghi” y la Mediateca Regionale Ligure “Sergio Fregoso” fueron en cambio las protagonistas de otro proyecto de investigación que dio lugar a la exposición Trasformazione del Sistema bibliotecario Urbano. La Spezia, 2013-2019, montada en el antiguo depósito de Fitram en La Spezia en 2019. Aquí Amici relató no solo las zonas, los edificios y los contenidos de las bibliotecas antes, durante y después de las obras, sino también cómo era posible que una ciudad, y en particular los suburbios, cambiasen su fisonomía a lo largo de los años y a través de proyectos urbanísticos.

Estos proyectos pueden parecer muy distantes entre sí: van desde la documentación de un sofisticado observatorio astrofísico como Virgo hasta una investigación sobre la transformación de las bibliotecas de la ciudad y una reflexión sobre la relación entre fotografía, lugares e identidad territorial. Pero lo que estas obras tienen profundamente en común es su capacidad para plasmar la complejidad de la realidad a través de una mirada atenta, nunca superficial, que hace de la fotografía un instrumento de conocimiento y escucha. Estos proyectos, aunque se mueven en planos diferentes, convergen en una invitación común: profundizar en lo que nos rodea, captar el significado profundo de los lugares, las estructuras, la arquitectura y los espacios en los que vivimos o por los que pasamos. La fotografía de Amici no se limita a registrar lo visible, sino que busca las huellas ocultas, los signos del tiempo, las conexiones invisibles que vinculan un lugar a su historia. En este sentido, la imagen nunca es un punto de llegada, sino una apertura: una forma de interrogarse, de explorar, de relacionarse. Sus fotografías se proponen escuchar los lugares, ya sea una instalación científica inmersa en la campiña toscana, un edificio cultural en el corazón de una ciudad o un paisaje que puede parecer anónimo; cada disparo se convierte en una forma de establecer contacto, de abrir un espacio para la reflexión. Las fotografías de Amici nos recuerdan que el espacio nunca es neutro: y es precisamente en el reconocimiento de esta no neutralidad de los lugares y en la capacidad de ver tanto el conjunto como el detalle donde reside la fuerza y la poesía de su obra.

Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle).
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Canale Lunense (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2018; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Carrione (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2020; impresión artística sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)
Enrico Amici, Frigido (2019; impresión fine art sobre papel Hahnemuehle)

Su lenguaje fotográfico se distingue por su esencialidad y sobriedad formal, avanzando hacia una síntesis visual mínima que huye de cualquier redundancia. Esta elección estilística forma parte de un planteamiento artístico que encuentra inspiración no sólo en las enseñanzas de su maestro Sergio Fregoso, que también le guió en su aproximación al tema de la transformación de los lugares, sino también en las obras de grandes intérpretes de la fotografía paisajística italiana, como Guido Guidi y Luigi Ghirri. Guidi sostenía que lo realmente interesante se encuentra siempre en los márgenes, y que la composición fotográfica, según él, no parte del centro sino de los bordes, y de hecho la mirada de Amici también se posa en situaciones marginales, alejadas del centro de atención. En cuanto a la luz, la que prefiere no es la de un día plenamente soleado, sino una luz difusa, más natural, capaz de ofrecer una legibilidad completa de la escena, libre de sombras nítidas. Este enfoque es una clara referencia a Gabriele Basilico, otro importante referente suyo, que en sus retratos de fábricas utilizaba una luz uniforme y nítida, capaz de realzar la plasticidad de la arquitectura.

Otro de los fotógrafos que más le influyó y le enseñó algo fue Renzo Chini, autor de El lenguaje de la fotografía, que le transmitió la búsqueda de la sinceridad: reconocía si una toma era honesta o no, es decir, si sólo seguía las modas del momento en términos fotográficos o si realmente había una investigación, una conciencia detrás de esa imagen. Un enfoque que influyó profundamente en Amici: para él, la fotografía no es sólo un medio de expresión, sino también una práctica cognitiva y reflexiva, a través de la cual puede explorar y ampliar sus propios horizontes culturales y existenciales, a la escucha del mundo y de sus transformaciones.

Otro elemento fundamental en la visión fotográfica de Enrico Amici es la idea, que le transmitió su maestro Sergio Fregoso, de que la fotografía debe ser ante todo útil. No un mero pasatiempo, ni una práctica que deba cultivarse por pasión o puro interés técnico: ámbitos que, si se ven privados de una conciencia crítica y ética más profunda, corren el riesgo de permanecer estériles. La fotografía, según Amici, debe representar una herramienta activa y consciente, capaz de contribuir al crecimiento del individuo en múltiples aspectos: humano, profesional, espiritual y cultural. Un medio a través del cual cuestionarse el mundo, reflexionar sobre uno mismo y ampliar los límites de la propia comprensión. Guido Guidi hablaba de la fotografía como un “objeto para pensar”, subrayando su capacidad para estimular procesos mentales complejos y profundos. En esta perspectiva, las imágenes de Amici se proponen como herramientas capaces de activar un diálogo entre visión y pensamiento, entre observación y conciencia, contribuyendo a hacer de la fotografía un medio verdaderamente incisivo para la mente de las personas y la lectura del mundo que nos rodea. En este sentido, lo que importa, la utilidad de la fotografía, no tiene que ver con cómo surgió la fotografía desde un punto de vista técnico, sino con la propia experiencia de hacer una fotografía: “la inquietud, la relación, la maravilla, el asombro, la aprensión, el esfuerzo por el tipo de ’conexión’ que se produce justo antes, durante la realización de una toma, durante la toma, inmediatamente después, con lo que estoy a punto de fotografiar y con todo lo demás”, explica Amici. Siento que estoy viviendo una experiencia privilegiada, plena, misteriosa. Un crecimiento continuo. Un avanzar, explorar, por nuevos (y viejos) caminos". Una experiencia lenta en la que abandonarse plenamente, con los ojos, pero sobre todo con el corazón.


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