Del 18 de octubre de 2025 al 11 de enero de 2026, el Conjunto Monumental de la Pilotta de Parma abrirá al público, en la sala 14 de la Galería Nacional, una exposición dossier que invita a una comparación directa entre dos obras raramente visibles conservadas en los depósitos del museo. De hecho, la exposición propone un estrecho diálogo entre el Retrato de hombre con gorro rojo y San Juan Bautista, dos pinturas que se presentan de nuevo al público en un itinerario crítico que investiga las afinidades y divergencias de dos protagonistas de la pintura parmesana del siglo XVI, Francesco Mazzola conocido como Parmigianino (Parma, 1503 - Casalmaggiore, 1540) y Michelangelo Anselmi (Lucca, 1491 - Parma, 1556).
La iniciativa nace del deseo de la Pilotta de devolver al público no sólo obras de arte habitualmente guardadas, sino también la complejidad de los acontecimientos atributivos que acompañan a muchas obras maestras del Renacimiento emiliano. Las dos pinturas elegidas, unidas por un entretejido de historias, dudas críticas y relaciones biográficas entre sus autores, se colocan por primera vez una al lado de la otra en una exposición que pone de relieve las sutiles afinidades estilísticas y las divergencias expresivas que caracterizan la producción artística de una de las épocas más fértiles de la escuela de Parma.
“Con esta pequeña pero valiosa exposición”, afirma Stefano L’Occaso, director del complejo museístico, "la Pilotta aborda una cuestión compleja: la autoría del famoso Retrato (o autorretrato) con boina roja. Los críticos se dividen a la hora de atribuirlo a Parmigianino o al sienés Michelangelo Anselmi; para nosotros, es prioritario ofrecer al público dos obras de calidad incuestionable que no se han podido ver en muchos años. La tarea de un museo es crear oportunidades para la reflexión, el debate y la investigación, y en este caso podemos hacerlo poniendo en valor obras que habitualmente se guardan en almacenes. El diálogo entre elHombre de la boina roja y San Juan Bautista se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre la extraordinaria vitalidad de la escuela parmesana del siglo XVI, en la que la lección de Parmigianino se entrelaza con la refinada personalidad de Anselmi. Las dos obras se exponen, con el necesario aparato crítico, en la sala 14, para completar el recorrido. Una ocasión para volver a la Pilotta y admirar la inmensidad de sus colecciones".
El Retrato de hombre con gorro rojo es una obra de enigmático encanto. Conservada en la Galería desde 1851, procede de la colección Dalla Rosa Prati, en cuyo inventario se atribuía a Francesco Mazzola, conocido como Parmigianino. Esta atribución, ampliamente aceptada por la crítica del siglo XX, se vio reforzada por la hipótesis de que se trataba de un autorretrato del propio pintor. Los estudiosos que apoyaban esta tesis recordaban el relato de Giorgio Vasari, según el cual Parmigianino, en los últimos años de su vida, se entregó obsesivamente a la alquimia, descuidando su propia apariencia hasta el punto de asumir un aire casi salvaje: “di continuo alla alchimia attendendo.... había tomado el aire de un medio tonto, y ya le había crecido la barba y el pelo, tenía más la cara de un hombre de salvación, que de una persona gentil como era él”.
En las últimas décadas, sin embargo, los críticos han reabierto el debate sobre la atribución de la obra. Hoy en día, cada vez más estudiosos tienden a reconocer la mano de Miguel Ángel Anselmi en el Retrato de hombre con gorro rojo, basándose en un análisis más profundo del dibujo visible en el reverso del cuadro, cuya reproducción se exhibe en la exposición que acompaña a las dos obras. Esta hipótesis, apoyada también por la afinidad de trazo y disposición compositiva con otras obras conocidas de Anselmi, abre nuevas perspectivas sobre la compleja red de influencias mutuas que unió a los artistas activos en Parma en la primera mitad del siglo XVI.
A Michelangelo Anselmi también se le atribuye con mayor consenso el San Juan Bautista, un fragmento de pintura mural de procedencia incierta, documentado por primera vez en 1928 en el monasterio capuchino de Parma. La obra, de intensa espiritualidad y refinada calidad pictórica, atestigua la asimilación de los modelos de Correggio y la evolución de la manera parmesana hacia formas más suaves y luminosas. Sin embargo, no faltan hipótesis alternativas: algunos estudiosos han propuesto asignar el cuadro al catálogo de Francesco Maria Rondani, colaborador de Correggio, mientras que otros siguen apoyando la atribución a Parmigianino.
La comparación entre los dos cuadros, y entre las diferentes lecturas críticas que los acompañan, se convierte así en el eje de la exposición. La Pilotta no pretende ofrecer una solución definitiva a la compleja maraña de atribuciones, sino más bien poner de relieve la vitalidad artística de la Parma del siglo XVI, donde maestros como Parmigianino, Anselmi, Rondani y Correggio operaron en un continuo intercambio de sugerencias e influencias, dando vida a una de las épocas más ricas del Renacimiento italiano. La exposición invita al visitante a cuestionarse la fluidez de las identidades artísticas y la imposibilidad, a veces, de separar claramente los estilos individuales en un contexto de intenso intercambio de lenguajes y técnicas.
El diálogo entre Parmigianino y Anselmi no se limita a una comparación visual, sino que se extiende a sus respectivas biografías, que comparten lazos artísticos y acontecimientos entrelazados en la Parma del siglo XVI. Francesco Mazzola, conocido como Parmigianino, nació en Parma en 1503 y demostró ser un talento precoz. Ya a principios de la década de 1520 recibió importantes encargos para la iglesia de San Giovanni Evangelista y la Rocca di Fontanellato. En 1524 se trasladó a Roma, donde se convirtió en uno de los intérpretes más refinados de la cultura figurativa de la corte de Clemente VII. Tras el saqueo de Roma en 1527, regresó a Emilia y se estableció también en el campo del retrato. Instalado en Parma en 1531, obtuvo el encargo de la decoración de la iglesia de Santa Maria della Steccata, empresa que marcaría la parte final de su carrera. El proyecto, sin embargo, no se llevó a término: en 1539, a raíz de disputas con el cliente, fue encarcelado y apartado de la obra. Finalmente se trasladó a Casalmaggiore, donde murió en 1540, con sólo treinta y siete años.
Michelangelo Anselmi, por su parte, nació en Lucca en 1491 y se instaló en Parma a principios de la década de 1520. Allí pasó toda su vida, hasta su muerte en 1555, contribuyendo decisivamente a la formación de la escuela local. Su pintura, influida por Correggio pero enriquecida por una búsqueda personal de equilibrio y armonía, se plasmó en ciclos de gran empeño como los frescos de San Juan Evangelista y la decoración del Oratorio de la Concepción, realizados junto a Francesco Maria Rondani. En 1522 fue llamado para trabajar en la catedral de Parma, encargo que atestigua el prestigio de que gozaba. En las décadas de 1530 y 1540 trabajó en varias iglesias de Emilia, entre ellas San Próspero en Reggio, San Bartolomeo en Busseto y la perdida Capilla de la Cruz de San Pietro Martire en Parma. Cuando, en la década de 1940, se le confió la tarea de hacerse cargo de las obras que Parmigianino había dejado inacabadas en la Steccata, se cerró simbólicamente el círculo entre ambos artistas: Anselmi recogió su legado, continuando una trayectoria que combinaba investigación formal y espiritualidad.
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Autorretrato de Parmigianino expuesto en la Pilotta de Parma (o quizá no) |
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