En Taupō, una localidad de la Isla Norte situada a orillas del lago del mismo nombre en Nueva Zelanda, una enorme escultura de un dinosaurio de casi diez metros de altura sentado sobre una gran roca geométrica se ha convertido en pocos días en la atracción más comentada de la ciudad.
La obra del artista de origen esloveno Gregor Kregar, apodada Boom Boom, es la primera instalación de un nuevo parque escultórico promovido por el Taupō Sculpture Trust. Inaugurada el pasado viernes, sin embargo, la escultura suscitó de inmediato un acalorado debate entre los residentes, en particular sobre el apoyo financiero que recibió del consejo del distrito. De hecho, el Consejo de Distrito de Taupō concedió una subvención extraordinaria de 100.000 dólares para el proyecto, justo cuando los ciudadanos se enfrentan a una subida de los impuestos municipales de más del 8%. Una coincidencia que ha generado no pocas críticas. La obra es fruto de una larga colaboración entre artistas y agentes económicos locales, pero el contexto económico amplificó las reacciones. El alcalde de Taupō, David Trevis, defendió públicamente la iniciativa. Entrevistado por la emisora de radio Morning Report, dijo que no le sorprendía la polémica.
’Las obras públicas siempre generan cierta discusión en todas las comunidades’, afirmó. Según Trevis, la idea de dar más visibilidad al arte local viene de lejos. “Hace unos quince años, un grupo de artistas y empresarios nos propusieron dar un poco de color a la ciudad. Ellos se encargarían de recaudar la mitad de los fondos, y a nosotros nos pidieron que cubriéramos el resto. Nos pareció una idea razonable”. El alcalde siguió insistiendo en la importancia de las asociaciones comunitarias y en el objetivo de hacer de Taupō un lugar más atractivo también desde el punto de vista cultural. ’Siempre estamos dispuestos a apoyar eventos deportivos como los supercoches o el Ironman. Pero la comunidad artística, para ser sinceros, ha recibido mucho menos a lo largo de los años. Esta es una oportunidad para mostrarles también nuestro apoyo’, continuó en la radio. Por su parte, hace unos días, Kregar compartió algunas imágenes de la monumental instalación en Instagram, acompañadas de unas palabras sobre la larga espera y el profundo compromiso que hay detrás del proyecto ’Boom Boom instalado en Taupō’. Se tardaron 6 años en hacerla. 7x3x3 m, acero inoxidable y acero corten".
En el pasado, dos concejales se pronunciaron en contra de la financiación de la obra, Anna Park y Sandra Greenslade, argumentando que en la coyuntura económica del país, esos fondos podrían haberse destinado a un uso más útil. La concejala Park también recordó que la decisión original se tomó “antes de una pandemia mundial y antes de que se disparara el coste de la vida”, y añadió que “sólo porque el presupuesto prevea ese gasto, no significa que necesariamente tengamos que hacerlo”.
En 2024, Greenslade, profesor de arte cualificado, dijo que no podía apoyar el uso de 100.000 dólares para una escultura, a pesar de que el compromiso se adquirió antes de que él entrara en el consejo: “Me cuesta oponerme... pero los tiempos han cambiado y me temo que nuestra comunidad no nos lo agradecerá. Me gustaría ver esos 100.000 dólares invertidos en algo un poco más apropiado para nuestro distrito”. Christine Robb, vicepresidenta del Taupō Sculpture Trust, intervino en la reunión y calificó Boom Boom de “enorme activo para la ciudad”.
A pesar de la controversia en torno al entorno fiscal, la iniciativa siguió despertando el interés del público. “Un miembro de mi familia me acaba de decir que va a venir este fin de semana a ver la escultura”, continuó el alcalde Trevis. Así pues, el proyecto parece haber logrado, al menos en parte, su objetivo de atraer visitantes y estimular la curiosidad en torno a un nuevo centro cultural. A la pregunta de si, desde su punto de vista, la obra merece la pena desde el punto de vista estético, el alcalde respondió con cautela. “Para ser sincero, empieza a gustarme. Está muy bien realizada. Es del mismo artista que firmó la escultura que se ve todas las noches en TG1”, dijo, refiriéndose al telediario de la televisión pública neozelandesa. La elección del tema, un dinosaurio, no es casual. Al parecer, la zona de Taupō estuvo habitada en su día por estos animales prehistóricos.
Sin embargo, la referencia a la roca sobre la que se asienta el dinosaurio recuerda la geología local y, en particular, la actividad volcánica de la región, conocida por sus formaciones rocosas y sus manantiales geotérmicos. “Los dinosaurios habitaron estas tierras, sobre todo a lo largo del río Mohawk y en la carretera Naked Topol. Y somos conocidos por nuestras ’cosas calientes’, así que la idea de la roca volcánica tenía sentido”, explicó el alcalde Trevis. Sobre el método de selección de las obras, el primer edil quiso aclarar que las decisiones no dependen de los concejales. “Nunca serán los concejales quienes elijan las obras de arte. Esta tarea debe dejarse en manos de los artistas y expertos en la materia. Nunca habrá unanimidad, pero lo que cuenta es haber generado atención y actividad en torno al proyecto. Y eso es exactamente lo que hace esta escultura”.
La escultura Boom Boom es, pues, un ejemplo de cómo el arte público puede suscitar opiniones encontradas, sobre todo cuando se financia con fondos públicos en tiempos de dificultades económicas. Por un lado, están quienes lo ven como una inversión cultural y turística, capaz de mejorar la ciudad a largo plazo. Por otro, hay quienes cuestionan la decisión de destinar recursos municipales a iniciativas artísticas al tiempo que se suben los impuestos locales. El proyecto forma parte de un plan más amplio de mejora urbana promovido por el Taupō Sculpture Trust, una organización que lleva años trabajando con instituciones locales para llevar el arte a los espacios públicos. La esperanza de los promotores es transformar Taupō en un destino reconocible por su identidad artística, llevando el arte contemporáneo junto al paisaje natural y urbano. Mientras tanto, el debate continúa. Las críticas más duras apuntan a la falta de transparencia en los criterios de financiación y a la conveniencia de destinar fondos a zonas consideradas más urgentes. Sin embargo, el alcalde insiste en que el acuerdo con el Taupō Sculpture Trust se firmó hace cinco años, mucho antes de la actual crisis económica, y que se trataba simplemente de cumplir un compromiso ya adquirido.
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Boom Boom, el dinosaurio de 100.000 dólares divide a Nueva Zelanda: ¿arte o despilfarro? |
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